El cantante de Green Day no quiere que le tengan lástima

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"Esta es definitivamente la única entrevista en la que voy a hablar sobre eso", dice Billie Joe Armstrong, acomodado en un sillón del estudio que tiene Green Day en la zona de Oakland conocida como Jingletown. "Nunca quise ser uno de esos rockeros que hablan de sus adicciones. Lo último que quiero es que me tengan lástima", sostuvo.

Desenfocado. El cantante de la banda punk habló sobre sus adicciones, pero para justificarse.

 

Armstrong, el cantante, guitarrista y principal compositor de Green Day, está arrancando la segunda jornada de charlas intensas y francas sobre los últimos seis meses de su vida. Entre ellos se cuentan su violento colapso durante el set de Green Day en el I Heart Radio Music Festival de Las Vegas, en septiembre del año pasado; su rehabilitación por alcoholismo y adicción a medicamentos recetados; una gira que se canceló y los desastrosos efectos que eso tuvo en las ventas de los tres discos nuevos de Green Day, ¡Uno!, ¡Dos! ¡Tré!; y la dura prueba a la que se sometió su amistad de toda la vida con el bajista Mike Dirnt y el baterista Tré Cool.

"No volví a pensar en todo eso", admite Armstrong. "Soy mucho más que eso, soy mejor. Esto es un incidente. Pasó. Lo pasado, pisado. Tengo muchas cosas importantes para hacer. Tengo que ocuparme de mi familia. Soy una persona con muchas ideas locas. Siempre lo voy a ser. Y eso va a opacar cualquier cosa que tenga que ver con mis problemas de adicción", sentenció.
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