Karina todavía tiene el corazón con “agujeritos”

"Todavía estoy lastimada, necesito curar mi corazón", dice la Jelinek al tiempo que “niega” tener un nuevo novio. "Solo es un amigo con ‘derecho a risa’", ironizó.

Dolida. La modelo aún no supera el desplante amoroso con su es esposo Leonardo Fariña.

Fuente: La Nación

Cuando levantó su copa en Año Nuevo, Karina Jelinek (29) pidió un deseo: "Ser feliz". Había tenido un año difícil tras separarse de Leonardo Fariña (27), su marido durante dos años. El cuento de hadas que había empezado con una boda valuada en 480 mil pesos había llegado a su fin. Entonces, encontró el método para curar su corazón. "Gracias a la fuerza de mi familia, mis amigos, la terapia con Bernardo Stamateas y a mis ganas de estar bien, entendí que todo pasa por algo y logré crecer. Fue difícil, pero tuve mi aprendizaje", asegura. Entonces, la modelo llegó a Punta del Este para celebrar su soltería rodeada de amigos. Se instaló en una lujosa casa ubicada en la zona del balneario Buenos Aires y durante un mes paseó su cuerpo perfecto a bordo de un BMW Cabriolet. "Vine a divertirme", confiesa. Sus días en el Este terminaron el 26 de enero, cuando partió rumbo a Buenos Aires junto con Juan Soler (33), hijo del empresario del tango Fernando Soler. Y otra vez empezaron a sonar los rumores de un nuevo amor. "Juan es amigo con ‘derecho a risa’. Me adjudican rótulos con infinidad de conocidos, pero yo estoy sola", confiesa.

–¿Hace cuánto conocés a Juan?

–Nueve años. En realidad, soy amiga de sus padres, los dueños de Señor Tango. Ellos me contrataron para ser la protagonista del nuevo video de Fernando junto a Leopoldo Federico. Desde que me separé, hace seis meses, nos reencontramos y volvimos a vernos más seguido.

–Tal vez sus padres te quieren como "nuera".

–[Se ríe]. Son un amor, me quieren mucho, pero saben que mi corazón está recién curándose. Yo no quiero saber nada de novios. Todavía estoy lastimada y hasta que no esté bien por dentro, no puedo tener un vínculo con nadie. ¿Para qué? Creo que si no transito el dolor y me sano, voy a estar mal con cualquier persona.

–¿Ni siquiera si se te cruzara tu hombre ideal?

–Por el momento, nadie me movió el piso. Admito que salgo para divertirme porque no soy una monja, pero fricé mi corazón. Me inventaron miles de romances, pero estoy soltera y sin apuro, y va a ser así por un tiempo largo. Vengo de un año muy complicado: estaba en todos los programas, hicieron una novela con mi vida y tenían razón, fue una tragedia. La pasé pésimo. Ahora estoy empezando a ser feliz. El día de mañana, si aparece un amor se va a enterar todo el mundo, porque lo voy a mostrar, voy a caminar de la mano y pasear sin ningún problema. Aunque creo que no me voy a volver a casar.

–¿Ya lo decidiste?

–El matrimonio me desilusionó y tampoco volvería a convivir con un hombre. Me encanta vivir sola. Puede que cambie de parecer pero, por ahora, a mi casa solo invito amigos. No necesito de ningún hombre.

–El año pasado estuviste con tu ex, Fariña, en Punta. ¿Te trae algún recuerdo?

–Nada, cero. Todo el mundo me ve mejor, más fuerte. Toqué fondo y me pregunté: "¿Qué otra cosa me puede pasar?". La humillación que viví fue muy fuerte, me destruyó como mujer.

–Leonardo volvió a tener problemas legales. ¿Estás al tanto?

–Me enteré porque es algo que sale publicado en todos lados o que se ve en televisión, pero ya estoy lejos de él. Nunca entendí sus negocios, menos ahora que ya no estoy casada con él.

–¿Lograste perdonarlo?

–Lo perdoné para soltarlo, no para volver, no voy a llevar esa mochila toda mi vida. Creo que es bueno perdonar y lo hago por mí. Lo dejo libre y le deseo lo mejor. Gracias a Dios mi esencia y mi crianza me ayudan a pensar así. No creo en las venganzas.

–¿Cómo vive tu familia tanta exposición?

–Para ellos es raro. Soy la menor de cinco hermanos [Raquel, Violeta, Teo y Adolfo]. Mi mamá Carmen y mi papá Teófilo siempre mantuvieron muy unida a la familia y les gusta la tranquilidad. Todos viven en Villa María, Córdoba, donde nací y me crie.

–¿Tu padre y tus hermanos padecen tu imagen de femme fatale?

–No les gusta que salga sexy en las fotos, pero ya no me dicen nada. Al principio lo odiaban. En mi casa todos son muy religiosos y yo solía ir todos los domingos a misa. Fue fuerte para el pueblo, pero ya están acostumbrados y papá se resignó. Cuando me fui a vivir a Córdoba, a los 17, le dije a mi papá que nunca más iba a tener que comprarme ni un caramelo. Y lo cumplí. Además, nunca perdí mi esencia y eso es lo importante.

–¿Cómo te definirías hoy?

–Cuando era chica era muy insegura y en el colegio me cargaban porque decían que caminaba como modelo o que me creía muy linda. ¡Nada que ver! Hoy me siento mejor que nunca porque me acepté como soy, no tengo cirugías, salvo las lolas. La cara no me la tocaría jamás ni me pondría botox. Convertirme en una mujer segura fue un proceso interno que me llevó tiempo. Hace poco, porque empecé a gustarme… Es todo cuestión de actitud y así se transmite la belleza.