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Es común que la presidenta Cristina Kirchner recurra a ejemplos del pasado para fundamentar sus políticas. Los historiadores no se preocupan mucho por hacer precisiones sobre esas notas de color, pues juzgan más importantes sus políticas. Pero, además, los frena el asombro producido por la seguridad y soltura con las que habla de cosas que obviamente conoce y entiende mal.





 

Esta vez ha decidido exhibir sus conocimientos para resolver, en pocas palabras, uno de los temas más complejos y debatidos de la historia: los orígenes del nazismo. Se ha escrito mucho, sobran las teorías, y pocos se animan a reducir el tema a una causa. A la cabeza de las explicaciones está la más obvia: el antisemitismo alemán, que el nazismo potencia. Quizá sería la más pertinente para quien busca analogías con el presente.

Del Tratado de Versalles se ha señalado, sobre todo, la humillación de la derrota y el revanchismo. Pero, además, en 1918 estalló una revolución bolchevique y se proclamó la República.

Sobre esto gira otro conjunto de explicaciones: la falta de arraigo de la democracia, la mezquindad de sus partidos, la fuerza de los sectores antirrepublicanos.
Por supuesto, la inflación está entre los factores considerados.

Pero la hiperinflación ocurrió en 1923; le siguieron los "años dorados", hasta la crisis de 1929, caracterizada por la depresión y la desocupación. Y todavía faltaban cuatro años para que Hitler llegara al poder. Too much, para sintetizarlo en una frase. La Presidenta bajó al ruedo exhibiendo la fuente de sus conocimientos: el conocido ensayo de John M. Keynes sobre las consecuencias de la paz, escrito en 1919. Un texto lúcido en su momento, pero la clarividencia del autor no llegó, naturalmente, a explicar, ni siquiera adivinar, lo que ocurriría catorce años después.
La Presidenta debería leer otros libros para fundamentar su interpretación. Es entendible que hoy quiera evitar toda la sección que se refiere al antisemitismo.

Más confortable le resultará el excelente libro de Peter Fritzsche De alemanes a nazis. En la obra, el autor minimiza los traumas bélicos o inflacionarios y subraya el poderoso optimismo que, desde la Gran Guerra, llevó a los alemanes a concebir un pueblo unido, lanzado a construir la grandeza de la nación. Probablemente, Cristina Kirchner encuentre esto más en sintonía con su propia visión.

 

Fuente: La Nación.-
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