El Cantri: el barrio de la Tupac Amaru que vive bajo las reglas que impone Milagro Sala

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Ubicado en las afueras de la capital jujeña, rige allí una estricta seguridad; sus habitantes, entre el agradecimiento y el temor.
  Sin casa y sin trabajo, con su esposa, dos hijos y un cachorro mestizo, Cucho llegó a esta ciudad para tener una reunión. "¿Pediste la audiencia con la Milagro?", le preguntaron apenas llegó, esperanzado, a la sede de la organización barrial Tupac Amaru, sobre la calle Alvear. Ella lo estaba esperando. En el breve encuentro el hombre contó su situación: venía de Paraguay, donde se le habían cerrado todas las puertas, y quería empezar de nuevo en una tierra donde le prometieron oportunidades. Para dar el primer paso, necesitaba un lugar para vivir. La jefa de la agrupación, Milagro Sala, lo escuchó con atención, le hizo preguntas y se despidió. Dos semanas después había una pequeña casa lista para él y su familia. La vivienda lo aguardaba a unos ocho kilómetros de esta capital, en El Cantri, el barrio que la Tupac construyó en la zona de Alto Comedero y que representa el poder acumulado por una dirigente social a la cabeza de una estructura clientelar que por años condicionó a los gobiernos provinciales de turno. El lugar es más que un complejo de viviendas sociales: es un símbolo. Si el imperio verticalista y político que Sala construyó en los últimos años fuera territorial y no sólo una cuestión de poder y dinero, El Cantri sería su capital. Se recorrió las áridas calles de tierra de un barrio tenso, nutrido por seguidores incondicionales de la dirigente y hostil ante los visitantes. "¿Estás seguro?", pregunta más de uno cuando se piden indicaciones para llegar al barrio. En la cuna de la Tupac no está permitida la entrada de cualquier persona. "Si no vivís ahí, no tenés por qué entrar", dicen, aunque en los últimos años esa restricción simbólica se alteró un poco. "Antes, las cuadras estaban cerradas para el que no era dueño de una casa. Ni siquiera los vecinos de otra calle podían entrar", explicó un habitante mientras, con un fósforo, limpiaba de los espacios entre sus dientes los restos de hoja de coca que masticaba. La prohibición era tal que hasta había barreras que interrumpían el paso en las esquinas. Ahora sólo quedan unas cuantas y están levantadas. A lo lejos, antes de entrar al barrio, se distinguen los tanques negros de cada casa pintados con los rostros en blanco del caudillo inca Tupac Amaru, el Che Guevara o Eva Perón. Sostenido por dos postes, un cartel de unos cinco metros de alto pintado con los colores de los pueblos originarios da la bienvenida. Calles de tierra, pastizales y coloridos murales con algunas consignas combativas y otras políticas a favor de Daniel Scioli decoran las calles sobre las que se levantaron las 6000 viviendas que parecen ordenadas con rigurosidad militar. El predio es eterno para caminarlo y laberíntico para recorrerlo en auto. Las construcciones fueron hechas en varias etapas -15 en total- desde la fundación de la agrupación, en 2001. Las casas más nuevas, de color verde claro, están impecables. El deterioro de las más viejas, en cambio, asusta. "Antes traían a cualquiera para hacer las casas. Por eso en las primeras se rajan las paredes y se parten las ventanas. Las arreglan como pueden", contó un ex vecino de El Cantri, que ofició de guía. Ayudada por los fondos que recibía de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y por los Estados provinciales, la Tupac construyó una pequeña ciudad. El Cantri tiene escuelas, un centro cultural, un parque con esculturas de dinosaurios, un taller metalúrgico, otro textil, una iglesia, un bar, una réplica en piedra de un imponente templo inca que sirve como mirador a gran parte del barrio y una pileta descomunal decorada con esculturas de pingüinos. Esta última cerró hace poco por falta de fondos. Según aseguran allí, el gobierno del radical Gerardo Morales cortó la financiación a la Tupac, que manejaba hasta $ 45 millones mensuales sin que se supiera el destino final de ese dinero. Aquí se juegan las reglas de Sala, que parece no haber dejado de gobernar El Cantri a pesar de que pasó de hacerlo de su casa del barrio acomodado Cuyaya al penal de Alto Comedero. Entre esas reglas se destaca el propio sistema de seguridad, como si fuera un Estado autónomo. En el barrio hay "serenos", que vigilan a los visitantes. Trabajan para intimidar a los extraños. Así ocurrió en una de las esquinas por donde caminó este cronista. Un hombre de unos 50 años y de baja estatura pero corpulento se acercó agitando un palo de madera oscura. Sin mediar palabra, el sereno apuntó con esa porra improvisada en la dirección opuesta a la que transitaba el visitante. Nadie que él no conociera podía pasar por esa calle. Sala es la máxima líder, ejemplo a seguir, y pocos se animan a hablar mal de ella. Su detención por la acusación de múltiples delitos en medio de su enfrentamiento con el gobierno provincial por un acampe en la plaza central de la ciudad, no cambió la postura. Todos saben quién es y lo que es capaz de hacer. Desde atrás de una puerta entrea-bierta, una joven de unos 20 años dejó en claro que "siempre" va a estar "agradecida" porque le otorgaron una casa, aunque aclaró: "Todos los que aparecen acá afanan, los gobernadores, todos. Ella también, pero por lo menos hace algo. Lo único es que siempre pide cosas a cambio; si no, te saca la casa". Esto último depende de los punteros, contó la mujer. "Si hacés algo que no les gusta o no vas adonde ellos dicen, te revientan. Si los denuncias a la policía, no te dan bola porque acá la policía no entra", afirmó. En El Cantri sólo manda la Milagro. Ubicado en las afueras de la capital jujeña, rige allí una estricta seguridad; sus habitantes, entre el agradecimiento y el temor. El sindicalista jujeño Carlos "Perro" Santillán denunció a la líder social Milagro Sala, a quien señaló por "haber instalado la narcopolítica en la provincia y reprimir a los trabajadores". En declaraciones a radio Mitre, Santillán dijo: "La Tupac Amaru es un grupo paragubernamental que reprimió la protesta social y promovió la venta de drogas en Jujuy". Santillán rechazó los motivos de la detención de Sala, que entendió como una "judicialización de la protesta". Sin embargo, declaró que "debería estar presa" por otros delitos. "Es como tener a Al Capone preso por la falta de pago de impuestos", aseguró. En tanto, se distinguió de sectores kirchneristas que "hoy marchan, pero son los que hasta ayer reprimían". El sindicalista responsabilizó al kirchnerismo del crecimiento de la Tupac mediante el giro de fondos públicos. Además apuntó a la obtención de fondos provenientes del nacrotráfico: "Gerardo Morales debería conocerlo muy bien, lo denunció en su momento. Quizá ahora no le interese porque los dos principales lugartenientes de ella, Emilio Cayo y José Bejarano, estén con él". Fuente: La Nación
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