Maitencillo: Un paraíso cerca de San Juan

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En el balneario, unos 60 kilómetros al norte de Viña del Mar, la gran estrella de la gastronomía es el brunch; además, los food trucks invaden la costa con comida gourmet y vegetariana.

Sobre la mesa, huevos con jamón, pan integral con palta, tostadas, café, licuado de banana y jugo. Más allá, la vista azul del Pacífico. Son pasadas las 11 y Andrea Godoy, Jaime González y Tomás Feuereisen comparten un brunch en una de las terrazas de Café Ayén, un enclave gastronómico clásico frente a las playas de Aguas Blancas. "Si no tuviéramos un almuerzo más tarde, de acá nos iríamos directo a la playa y no comeríamos nada hasta las 17", dice Andrea.



Llegados desde Santiago, eligieron esta playa a una hora de Viña del Mar, en el denominado Litoral Norte chileno, por su estilo familiar, rústico y tranquilo. Un balneario más exclusivo, con sólo 2200 camas, que este verano, en particular, también visitaron muchos argentinos. "Aquí estamos más acostumbrados al visitante mendocino o cordobés, pero este año aumentó significativamente la gente que viene de Buenos Aires", dice Jorge Lastra, presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de Puchuncaví, comuna a la que pertenece este balneario.

Uno de los fuertes de Maitencillo es la variada y tentadora oferta gastronómica que se reparte entre cafés, restaurantes y food trucks a lo largo de sus playas, y donde el brunch (de la combinación de las palabras inglesas breakfast y lunch) se impuso como la moda de los más tempraneros.

Con su delantal puesto, Mónica Urzúa entra y sale de la cocina del Café Ayén, que significa sonrisa en mapuche. Ella se autodenomina la pastelera y organizadora de esta empresa familiar con más de cuatro décadas que ocupa esta casa frente a la playa, y que con los años fue multiplicando su oferta de terrazas con vista al mar. "Tenemos una carta simple, pero variada -dice-. Todo artesanal; todos son productos frescos." Ahí, un combinado para compartir entre dos de tostadas, huevos, café, jugo, paltas y una porción de torta ronda los 500 pesos argentinos.

Sobre la playa Abanico, en la otra punta de Maitencillo, el parador Praia sirve brunch de 10 a 12. Su dueña, Soledad Figueroa, cuenta que esta zona creció mucho en los últimos tres años y que vienen a comer de todos los balnearios vecinos, como Cachagua y Zapallar. Y desde enero del año pasado ven cada vez más argentinos.

"El brunch tuvo tanto éxito que lo fuimos alargando hasta las 13.30. Se fue imponiendo por comodidad; después se olvidan del almuerzo", dice Soledad. Hay tres opciones para elegir: té o café, jugo de frutas, sándwich de jamón y queso, y waffle con miel y nueces; otra con huevo revuelto y tortas, y la más típica, con ceviche y machas a la parmesana, un molusco típico del Pacífico. Según la opción, el precio varía entre los 150 y 200 pesos argentinos por persona.

A lo largo de todo Maitencillo, algunos organizados en predios sobre la costanera, otros sobre la misma playa, también se ven los coloridos food trucks. Tanto los comerciantes como desde la Cámara de Turismo disparan contra ellos: piden ordenarlos e idealmente limitarlos. "Están dos meses y se van, y no le dejan nada a la comuna. Lo que reclamamos es una igualdad de condiciones que no se está dando", dice Lastra.

Pero como sus propios dueños cuentan, luego de arduas negociaciones y desde fin de año, los food trucks están ahí y con una variada oferta gastronómica. José Miguel Martínez, por ejemplo, se trajo uno de Quilpué, comuna del interior de Chile, a Porcino en el Camino y su receta de pulled pork, ese cerdo desmechado servido en sándwich típico de Texas. Cuenta que el horario pico empieza entre las 14 y 15, y se estira hasta las 17. Ahí un sándwich con gaseosa cuesta alrededor de $ 150.

Justo enfrente, Frane Spralja, de 28 años, le cuenta a una clienta la historia de la pizza que acaba de pedirle, la Margarita. "El cocinero Raffaele Espósito la preparó especialmente a la reina Margarita esta pizza con los colores de la bandera de Italia: el verde de la albahaca, el rojo de la salsa de tomate y el blanco de la mozzarella", explica. Ahí una pizza cuesta entre 140 y 190 pesos.

Del otro lado del balneario, sobre la arena de Aguas Blancas se encuentra otro barrio de food trucks. Hay hamburguesas, el británico fish and chips (pescado y papas) y una opción vegetariana de la mano de Verde Sazón. "Mi mamá me enseñó a cocinar bien y Australia, a mover las manos", cuenta Roberto Luque, mientras termina de preparar un burrito. Amante del surf, luego de vivir en Australia debuta este verano con el food truck junto a dos amigos como el puntapié de un proyecto gastronómico que sueñan más grande.

Más allá de los brunchs y las ofertas más al paso que ofrecen los food trucks, siempre está la opción de los restaurantes de la costanera donde en los menús hay una enorme variedad de pescados y mariscos típicos. La reineta, el congrio, el salmón y la albacora son pescados que suelen aparecer en todas las cartas, así como los locos, las machas y los ostiones son los más comunes entre los frutos de mar. Y por supuesto, de la mano de platos más elaborados y un servicio tradicional, los precios también resultan más elevados. Por ejemplo, dos platos de pescado, acompañados de un Cabernet Sauvignon chileno y postre pueden superar los 1000 pesos.

Tres propuestas a la orilla del mar


$ 150 

Brunch por persona 

Hay tres opciones: té o café, jugo de frutas, sándwich de jamón y queso y waffle con miel y nueces; otra con huevo revuelto y tortas, y la más típica con ceviche y machas a la parmesana.

$ 150

Menú en un food truck 

Un sándwich con gaseosa o una pizza grande.

$ 1000 

Propuesta en un restaurante de la costa 

Dos platos de pescado, acompañados de un Cabernet Sauvignon chileno y postre.
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