La historia de Caputo, el taxista sanjuanino al que le atribuyen MILAGROS

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Nicolás Florencio Caputo fue un taxista que un día salió, como lo hacía siempre, con un pasaje y desapareció. Dos meses después, fue encontrado muerto. Luego de su desaparición se habló de varias hipótesis sobre su muerte. Hoy el lugar se transformó en un paraje que lleva su nombre y, a modo de homenaje, es el punto de partida para muchos promesantes que caminan hasta la Difunta Correa.






 

Nicolás Florencio Caputo manejaba el taxi chapa 3-008 perteneciente a Concepción, San Juan. Tenía parada permanente en la esquina de Rivadavia y Mendoza, frente a la Catedral. Pero fue  5 de mayo de 1939, después del mediodía, que una persona se le acercó para contratarlo y hacer un viaje a la Difunta Correa, y desde ese momento se le perdió el rastro.

Su desaparición conmovió y colmó de incertidumbre a sus familiares y amigos. Su desaparición misteriosa recién fue notada por sus compañeros de trabajo unos días después, ya que hacía cuatro días que no se paraba en la clásica esquina de los taxis de la plaza 25 de Mayo, en la intersección de Mendoza y Rivadavia. Ni la familia ni los amigos tenían conocimiento de su desaparición. Ante el misterio de su paradero, su padre y su esposa fueron los primeros que hicieron la denuncia a la policía.
Se decía que el coche había sido visto sin él en Marayes, donde se había quedado sin nafta. Aparentemente había sido auxiliado por un camionero que circunstancialmente lo abasteció. Luego se dijo que había sido visto en La Rioja, en Córdoba, en Tucumán, en Santa Fe, y hasta en Bolivia. También se vinculó la desaparición del taxista con un asunto judicial, referido a una cuantiosa estafa que había hecho al fisco Juan Siri, gerente del Plaza Hotel y Casino de Mendoza. Lo cierto es que el cuerpo de Caputo fue hallado por unos peones que trabajaban en la construcción del camino interprovincial dos meses después de la desaparición del chofer. El cuerpo de Caputo estaba irreconocible. Encontraron junto a sus restos algunos elementos personales, como sus lentes de carey, hacían pensar que se trataba de él. Además Caputo fue reconocido de inmediato por sus parientes, porque en el cráneo aún estaban los dientes postizos de oro.

Sin embargo, aún hay dudas sobre el motivo de su muerte que pese al tiempo no es resulto. Si bien los culpables fueron encontrados, nunca relataron el motivo del porqué lo asesinaron. Pero se deja entrever que fue para robarle su vehículo.  Juan Manuel y José Demetrio, los asesinos dijeron en sus confesiones que durante el viaje, en el Bajo Hondo o Cuestas de las Vacas se detuvieron a hacer sus necesidades. Del auto se bajaron Caputo y Juan Manuel, mientras José Demetrio observaba nervioso desde el vehículo. Juan Manuel sacó un revólver calibre 38 largo, y colocado justo a las espaldas de su víctima, le disparó a quemarropa en la nuca. Caputo murió de inmediato, desplomándose en el suelo terregoso de Caucete. Luego, para no dejarlo a la vista, precipitaron a los empujones su cuerpo muerto por el barranco que está a orillas de la ruta. Rodó varios metros hasta dar con el suelo y ser frenado por unos arbustos. En aquel lugar, en ese barranco, Caputo estuvo más de dos meses desaparecido.

Hoy la tradición convirtió al taxista Caputo en un ánima milagrosa. Fue el primer taxista asesinado en San Juan. En el lugar donde lo encontraron  hay cubiertas viejas, piezas de motores, chapas y múltiples ofrendas de flores y de velas. Para muchos fieles se transformó en el punto de partida para llegar caminando a la Difunta Correa, como una especie de homenaje para el taxista al momento de cumplirle a la Difuntita.
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