María Rodríguez: Es niñera, padece lupus y desde hace 21 años trabaja por la SOLIDARIDAD

maria lupu
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Dicen que los héroes no siempre vuelan ni tienen poderes. Algunos son personas comunes que pasan inadvertidas y tienen el don de hacer su aporte para cambiar el mundo. La historia de María Isabel Rodríguez es tan increíble como emocionante. Hace 21 años, esta vecina del barrio de Florida atravesó una experiencia que la sensibilizó y a partir de ahí decidió cambiar su vida ayudando a otras personas con donaciones. A pesar de padecer actualmente una grave enfermedad,  las ganas de ayudar a otros se mantienen firmes.


María Isabel Rodríguez se desempeña desde hace más de dos décadas como niñera y su historia comenzó en 1997, cuando por cuestiones de trabajo se mudó dos años a la provincia de Tucumán. Allí, la mujer vivió en persona la situación de pobreza y las necesidades que tenía la gente del lugar. Fue entonces que María decidió ayudar con todo lo que estaba a su alcance. "Antes no teníamos redes sociales, la única forma de contar lo que estaba pasando fue a través de mi familia, que tenía comercio y conocía a mucha gente del barrio. Así empezamos a recolectar ropa que nos acercaban los clientes y vecinos, y cada 30 días volvía a Buenos Aires, juntaba todas las donaciones y las llevaba a los pueblitos más necesitados. A partir de ahí no paré nunca. Los vecinos y amigos empezaron a donar cada vez más y cuando me quise dar cuenta, estaba desbordada. Descubrí que tenía en mis manos una herramienta valiosa que era la de poder ayudar", cuenta María.


Esta acción desinteresada por el otro no tardó en hacerse conocida en el interior y en las provincias comenzaron a hablar de una mujer de Buenos Aires que enviaba donaciones a los pueblos más necesitados. Así comenzó a unir eslabones en donde cada vez se suman más personas. "Mi hermano tiene una verdulería en Florida donde recibe las donaciones que dejan los vecinos. Luego con mis amigas clasificamos todo el material para separar ropa y alimentos", dice Laura.


En este mecanismo de ayuda, una vecina del barrio, llamada Laura, se transformó en una pieza fundamental en esta cruzada solidaria y además de ofrecer su casa para depositar las donaciones, también se encarga de la difusión de la iniciativa. El mecanismo permitió que la ayuda llegara también a Catamarca y Santiago del Estero.


Con el tiempo, la inmensa obra de María fue creciendo al ritmo de su sacrificio, mientras trabajaba y atendía a su familia. Sin embargo, la vida le puso una prueba más dura y tras estar varios años sin empleo, una grave enfermedad afectó su salud. Así comenzó una dura batalla contra el lupus, un trastorno degenerativo que afecta la piel, las articulaciones, los riñones y el cerebro, entre otros órganos. Pero a pesar de no contar con obra social y tener que rebuscársela para comprar los medicamentos, la mujer nunca dejó de ocuparse de la gente. "Ayudar es mi mejor tratamiento. Cuando me mandan las fotos de los chicos que están descalzos y que se alegran por recibir zapatillas, eso no tiene precio. Es lo mejor que me puede pasar. Es algo grande y maravilloso que me hace sentir muy feliz", reflexiona la mujer.


María reveló que a pesar de todas las dificultades, el mayor problema que atraviesan en estos tiempos de crisis es lograr que las donaciones lleguen a destino."Muchas veces me siento desbordada porque no tengo la posibilidad o el dinero para poder enviar todo lo que logramos recolectar. Los problemas son los transportes. Hay empresas que colaboran y nos hacen precio, entonces juntamos plata entre los vecinos. Pero hay momentos en que no se puede juntar todo porque no nos alcanza la plata", expresa la mujer que ahora destina para la causa lo poco que gana como niñera.


"Yo solamente soy un granito de arena porque somos muchos los que llevamos esto adelante. Por suerte tengo ese don de convocar a la gente, quizás lo heredé de mis padres que fueron muy queridos en el barrio. La gente es muy solidaria”. La mujer quien a pesar de su estado de salud, aseguró que continuará ayudando. "Hay días que no me puedo mover. Pero todo esto que hago me llena de energía porque me sale del corazón, porque es ponerse en el lugar del otro", concluye María Isabel Rodríguez.

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