Del dolor al acto de amor más grande | Fueron papás, murió su bebé y donaron los órganos para salvar a los hijos de otros

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Sabrina y Patricio son pediatras. Después de estar juntos seis años, tuvieron a Juan Martín a fines de 2016. Por una meningitis, el nene murió en agosto de 2017. El viernes se casaron y apuestan a empezar de nuevo.





Sabrina y Patricio cumplieron 8 años juntos el jueves pasado. El viernes se casaron. Hace cinco, conviven. En diciembre de 2016 se convirtieron en los papás de Juan Martín y en agosto de 2017 lo vieron morir. "Esta podría ser una historia triste, pero de todo el trabajo que venimos haciendo desde ese momento tan terrible, hemos sacado cosas hermosas. Fue el año más hermoso y más triste. Decidimos construir desde todo ese dolor que no mejora, que no se va a ir nunca. Rescatamos el amor que, todo este tiempo, ha podido contra muchas cosas", cuenta Sabrina a TN.com.ar

A lo que se refieren Sabrina y Patricio, es a los miedos. Todos los que tuvieron y, que se fueron haciendo realidad, desde el nacimiento de su hijo. "Juani nació en diciembre de 2016, con un muy mal pronóstico por un problema neurológico. Le pasaron un montón de cosas en ese mes y pico que estuvo internado. Gracias a la calidad profesional y sus ganas de vivir, pudo salir adelante. Con él vivimos los siete meses y medio más felices de nuestras vidas. Cuando tenía siete meses se enfermó, tuvo una meningitis muy grave que lo llevó a la muerte", explican.

Su casa en Ciudad Evita tiene cartelitos por todas partes. Los dejaron los amigos y la familia que se ocuparon de preparar el lugar para cuando ellos dos volvieran. "Tenemos la suerte de tener un grupo de gente que se subió al avión y se estrelló con nosotros. Por ellos, creo que pudimos y podemos sacar cosas buenas y felices de ese dolor que es la muerte de un hijo y eso es lo que nosotros queremos contar acerca de nuestra historia", sostiene Patricio.

Son muchas cosas las que unen a Pato y a Sabri. Como todas las parejas, estuvieron a punto de casarse en 2015, a punto de separarse después de una crisis. Pero siempre, aunque suene trillado, salieron adelante porque se aman. Se nota cuando se miran. Cuando se escuchan. Cuando explican que después de la muerte de Juan, cada uno atraviesa el duelo como puede, de manera diferente, pero que los caminos siempre los llevan a reencontrarse y elegirse.

También desde un comienzo los unió la profesión. La misma que cuando estuvieron en el rol de padres, les permitió entender qué necesitaba Juani y cómo ayudarlo. Ser pediatras les dio también más información de la que querían. "Ser médicos colaboró para que pudiéramos aceptar, de alguna manera más fácil, la muerte de nuestro hijo. Juan tuvo mucho daño cerebral y muerte encefálica, era claro. Ver a tu propio hijo así es terrible, pero entendimos que los hijos no son nuestros. De ese dolor venimos aprendiendo para transformarlo".

Al escucharlos y ver las ganas que tienen de seguir adelante, de apostar por la familia que construyeron, es imposible no pensar en la palabra resiliencia: la capacidad de superar situaciones traumáticas. "Lo mejor que podíamos hacer era donar los órganos, pero eso implicó atravesar la burocracia, necesaria en estos casos. Juan estuvo al pie del cañón, soportando todo para que se pudiera hacer la donación. En ese momento de sumo dolor, de oscuridad profunda, saber que mi bebé iba a vivir en otros niños fue uno de los alicientes que encontré. Mentiríamos si dejáramos que fue sencillo. Fue un proceso que duro varios días, muy duros para nosotros. Juan estaba asistido por máquinas. Peleamos mucho y él también. Por momentos se descompensó, pero pudo esperar el tiempo que llevó poder concretar los trasplantes".

Ellos resumen lo que les pasó como "un jaque de la vida". Disfrutaron de lo mejor que les podía pasar, que era conocer y compartir la vida con Juani y sufrieron lo peor que fue verlo morir. "Gracias a la donación, seis familias pudieron renovar la esperanza. Un mensaje que nos gustaría dejar en claro es que lejos, fue el mejor y el más difícil momento de nuestras vidas. Estamos orgullosos de que haya sido nuestro hijo".

Después de la donación, el dolor y la aceptación, llegó el momento de seguir adelante. "Nos casamos para darle un reinicio a esta vida. Nos vamos de viaje a tomar oxígeno para después continuar. Siempre tuvimos la fantasía de tener varios hijos. Ya tuvimos la experiencia del primero y apuntamos a seguir construyendo con los hijos que vendrán en el futuro, teniendo a nuestro primogénito en nuestros corazones. Juan Martín siempre estará presente".
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