El orgullo pocitano que sirve a la Patria en los mares antárticos

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La sanjuanina Romina Juárez Dávila es Cabo Segundo Electricista en la Armada Argentina. 10 años atrás no sospechaba que su futuro iba a estar en el mar y hoy, destinada en el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, comenzó su primera Campaña Antártica.






Romina Juárez Dávila viene de Pocito, departamento ubicado al centro-sur de su provincia, un lugar rodeado de sierras que forma parte de la ruta del vino de San Juan destacado también por su turismo rural. Y aunque su localidad no tiene salida al mar, cuando Romina cumplió la mayoría de edad quiso servir a la Patria desde la Armada; convicción tan poderosa que la llevó a convencer a su mamá de su destino.

La Cabo de la Armada contó que en el último año de su secundaria fueron los suboficiales de la Delegación Naval de San Juan a contarle a los alumnos de la existencia de la carrera, de la vida militar, de las unidades y la misión de la Armada. “Vinieron con aspirantes y cadetes navales y nos contaron mucho sobre la formación profesional y el entrenamiento físico; desde ese momento, me gustó la idea de formar parte de la Armada y me encantó la preparación física por mi interés en el deporte”, introdujo.

“Muchos ingresan a la Armada por familiares o amigos que les cuentan cómo es, pero en mi caso fue una decisión personal porque no conocía a nadie en la Fuerza”, explica Romina con su inseparable tonada cuyana.

Cuando conoció la Base Naval Puerto Belgrano por primera vez en el 2011, observó que “era el lugar donde quería estar; recuerdo que llegamos en colectivo y en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) nos estaba esperando un dragoneante (en la jerga militar se denomina así al alumno quien es el mejor de su promoción y que lleva tal distinción por mérito en su jerarquía) y me dije: ‘quiero verme así vestida’”.

Al principio, confiesa que le costó adaptarse al ritmo y la vida de la escuela, “aunque al mantenernos todo el tiempo en actividad, se pasa rápido; además me gustó mucho la etapa en la ESSA porque me recibí de electricista, una especialidad naval que me gusta mucho y estoy orgullosa de serlo; supongo que la elegí debido a que mi hermano también es electricista”, sonríe.

El conocimiento sobre la especialidad fue difícil también “porque no venía de una escuela técnica, pero con la ayuda de mis compañeros y mis superiores fui conociendo sobre la temática y de a poco fui aprendiendo todo lo necesario para poder desarrollarme en el cargo”, dijo la marina sanjuanina.

En la escuela le contaron que los marinos de especialidad electricistas navegaban mucho, “y yo quería estar en los buques. Cursando en la escuela tuvimos la oportunidad de navegar en la fragata ARA ‘Libertad’ y fue hermoso. Me encantaría estar siempre navegando; me atrae mucho”.

Una vez egresada de la ESSA en el 2013 luego de 2 años desde su ingreso, la Cabo Juárez Dávila recibió su primer destino naval: el rompehielos ARA “Almirante Irízar”. Recuerda que ese año, junto a tres nuevas compañeras, el Segundo Comandante del buque –actual Comandante, Capitán de Fragata Maximiliano Magiaterra– les preguntó por qué habían ingresado a la Armada: “Yo le respondí ‘simplemente porque me gusta y porque quiero a los barcos’”.

En el rompehielos, Romina es parte de la dotación, un total de 111 personas, que durante las campañas antárticas asciende a más del doble o triple de tripulantes. “Cuando me dieron pase al rompehielos estaba en remodelación, teníamos mucho para aprender y todos los días había mucho trabajo también”, recuerda.

“De mi especialidad no tengo compañeras femeninas y el trabajo es de igual a igual con los varones, por ejemplo bajamos interruptores de 150 kilos, aunque sea lo intento; me doy ese lugar”, comenta. “A la Armada le debo mucho, sobre todo que me ha hecho una mujer independiente, y también hizo que revalorice valores aprendidos en mi casa, como el respeto mutuo, que es fundamental en esta carrera”, aseguró.

Tras el proceso de reconstrucción y modernización que duró una década, luego de que el “Irízar” sufriera un incendio en abril del 2007, el rompehielos se convirtió en un navío único en el hemisferio Sur: incorporó tecnología de última generación, duplicó su capacidad de transporte de gas oil antártico (GOA) e incrementó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado a la investigación científica.

A lo largo del año pasado, Romina experimentó las primeras navegaciones y pruebas de mar y de hielo del “Irízar”, “la primera navegación en abril del 2017 fue extraordinaria; salimos a hacer pruebas en Buenos Aires y volvimos al astillero; en julio navegamos más al sur, hacia Puerto Belgrano, y me siguió encantando. Lo bueno de la navegación es que uno conoce más a sus compañeros, que realmente son excelentes”, contó.

Además dijo: “Estar navegando hace que una aprenda mucho más de la parte profesional, porque es muy diferente tener que resolver situaciones mientras el buque está operando. Cuando años atrás me dieron el pase al rompehielos me dijeron ‘te vas a ir a la Antártida’ y desde ese momento siento una gran emoción, primero porque me gusta mucho viajar; y también porque la Antártida es un lugar que pocas personas pueden conocer”, enfatizó.

Hacia fines de octubre, Romina volvió de la Antártida, feliz. El rompehielos realizó una etapa de navegación en los hielos, un viaje que duró unos 20 días de Ushuaia a la base Orcadas en Islas Laurie. El objetivo fue realizar las pruebas de hielo de cara a la Campaña Antártica de Verano.

“Cuando llegamos al hielo pedí permiso para ir hasta la cubierta 05 –la de más arriba– hacía mucho frío pero fue hermoso; la luz del sol te encandila pero pude ver cómo el buque rompía los bandejones de hielo; en ese momento me emocioné, caí en la cuenta del lugar donde estaba”, detalla la marina de San Juan.

“Esperé la campaña con ganas, ansias y emoción y ya llegó. Soy electricista en maniobras de vuelo: dentro de mis roles, tengo que estar en la cubierta de vuelo. Durante el último viaje de octubre aproveché a trabajar con los marinos de especialidad aeronáuticos, para realizar bien mi trabajo durante esta campaña”, aseguró.

El “Almirante Irizar” zarpó el 2 de enero del puerto de Ushuaia y llegó a la Antártida el 7.

LE GUSTA EL MAR, AUNQUE EXTRAÑA SU TIERRA

Su familia sanjuanina está conformada por su mamá y 5 hermanos. Romina es la tercera. Dice que siempre se comunica con su familia y sus amigas, a pesar de la distancia. “Sobre todo con mis sobrinitos con los que nos enviamos fotos, audios y videos; y les estuve mandando de los animales que vi cuando navegué en octubre”, ríe.

“Me gusta el mar pero extraño los paisajes de mi provincia que recorro cuando ando en moto, como así también el camping y la vida al aire libre. Hago muchos viajes por otras provincias también, en especial por el norte argentino”, contó. Romina vuelve a San Juan en sus licencias o para un cumpleaños en especial contó, el de su querida ahijada: “Este año no pude ir porque estaba navegando, pero siempre que puedo voy”.

Además de extrañar mucho a su familia y a sus seres queridos, Romina dice que de San Juan extraña comidas típicas como la semita, “que es el pan con chicharrones –explica– los lomitos, que nosotros le ponemos de todo arriba; también la sopaipilla –que es la torta frita cuyana– y el yerbiado –el mate cocido–”, sonríe inmersa en las costumbres y términos bien sanjuaninos.
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