Perdió a su hijo, logró superarlo y ahora se dedica a ayudar a familias

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Para muchos, el dolor que produce la pérdida de un hijo es distinto a cualquier otro, pues el arrebato súbito que les produce una enfermedad inesperada, un hecho de inseguridad o un accidente los empuja a un duelo para el que nadie está preparado. Además, no existe un patrón ni una receta universal para salir adelante. Pero el acompañamiento de la familia, la escucha y el espacio necesario para hacer el duelo y salir adelante la pérdida física son fundamentales para los padres. Este es el caso de Sarita, una mujer argentina que transformó la pérdida de su hijo en el motor de su desarrollo personal y profesional para ayudar a otros padres que atraviesan duros momentos.


Hace un tiempo Sarita perdió a su hijo de 10 años y el dolor fue extremo. "Fue una muerte repentina. Todos aquellos que hayan perdido a alguien muy cercano o atravesado un dolor muy grande, saben a lo que me refiero: es como si la tierra se hubiera abierto de golpe y nos tragara un abismo oscuro e interminable", cuenta la mamá.


A partir de entonces, ella emprendió un largo camino de búsqueda, sanación y superación, que no fue fácil, pero según Sarita “se puede sanar". "Un día nos despertamos comprobando que ese abismo interminable, tiene un fin, termina. Y nos damos cuenta de que no nos hemos hundido, ni nos fuimos a ninguna parte.


Para Sarita, como tantos otros padres, consideran que no se puede pretender, como en el duelo normal, que se supere en un tiempo determinado, pues no hay límite de tiempo. Es por esto que para la mamá no se trata de dejar de amar a un hijo, sino de aceptar su ausencia física y reorientar todo ese amor hacia otras personas o actividades. "Fue así, en mi desconsuelo, que comencé a buscar; más específicamente, a buscarlo. Esto me llevó a interesarme profundamente en aquello que todos llamamos el "más allá". La motivación era obvia: allí, estaba lo que había perdido", recuerda Sarita.


Como su trabajo es en el campo de la psicología, la visión de la mamá se amplió más allá de sus saberes profesionales, fue que decidió muñirse del mundo espiritual, convirtiéndolo en su campo de investigación. En el trayecto, no se detuvo hasta encontrar lo que, para ella, resultó ser una respuesta válida y comprobable.


De esta manera, en su desafío por recuperar sus piezas perdidas, Sarita descubrió un universo completamente nuevo en la espiritualidad, más allá de la religión, y afirma que esto fue lo que transformó su manera de entender y practicar lo que había aprendido en la facultad de psicología. Así fue como, a partir de su experiencia, se decidió a publicar su aprendizaje y trasmitir lo que se le había revelado: "que el cuerpo es solo el traje que cada uno usa en cada vida, que nos encontramos una y otra vez en esta eterna vuelta". Desde su visión, busca ayudar a otros padres que atraviesan esta dura situación y no encuentran la contención adecuada.


"Me abrí a aceptar lo que mi hijo desde `el otro lado´ me trasmitía. Con él, converso en el idioma que alguien sin cuerpo puede hablar, y alguien sin poderes psíquicos, puede escuchar. Pero no deja de ser totalmente real. Tan real que me permite decir que la muerte no existe, aunque eso, claro, no hace desaparecer el dolor de cada despedida", concluye Sarita.



Fuente: La Nación

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