Cristina Pérez: periodista, conductora, actriz y escritora

Cultura
Cristina Perez
Cristina Perez
"La literatura es una droga perfecta", dice la conductora del noticiero de TELEFE, quien la semana presentó el libro “Cuentos inesperados”. Y además cada sábado sube a escena con “Antonio Cleopatra”.

Multifacética. La conductora del noticiero muestra más de sí en sus diferentes tareas.

Fuente: La Nación

Cristina Pérez llega a la entrevista sonriente, escuchando música con unos inmensos auriculares blancos. Pide disculpas por la tardanza, aunque sólo arribó al coqueto bar de Puerto Madero cinco minutos más tarde de lo pautado.

Se la nota muy feliz con el reciente lanzamiento de “Cuentos inesperados”, su primer libro, en que el utiliza el recurso de la comedia isabelina de ponerle a sus personajes un nombre que represente el principal rasgo de sus personalidades. Así, en las páginas del libro aparecen personajes como Marcelo Cool-Aparente, Federico Dulce-Nerd, Julieta Dos Polos, Gerardo Bragueta y Zelmira Ab-Soluta.

Cristina parece dispuesta a aprovechar cada minuto de su tiempo. Ya sea conduciendo el noticiero de Telefé, escribiendo literatura o protagonizando la obra de teatro Antonio y Cleopatra, de William Shakespeare, junto a Christian Sancho.

 

Elegiste salir desnuda en la tapa de tu libro, de espaldas...

“No mostré nada... es algo sensual diría. No sabría cómo hacer una producción hot. Yo creo que hay límites”.

¿Y por qué decidiste salir así, ponerle un poco de picante?

“Es que los personajes están al desnudo. Como el libro hablaba de humores y líquidos, pensamos hacer una tapa con frasquitos, pero no se iba a entender. Esto me parece que podía genera misterio, impacto y la sensación de que escribir es desnudarse, que es la que yo viví, de verdad”.

Con el libro te exponés, y así te terminás de exponer del todo.

“Yo creo que me expongo más con los cuentos que con la tapa. A mí me divirtió. Es linda la tapa. Salió del trabajo en equipo. Es muy interesante, porque la foto la sacó Alejandra López, que es fotógrafa de escritores. Les sacó fotos a Vargas Llosa, a Beatriz Sarlo, a todo el mundo”.

¿Si no estuvieras bien físicamente, te hubieras sacado la foto?

“Ah, no, olvídate”.

¿Cómo surgió la idea de editar el libro? ¿Hace mucho que escribís?

“Escribo desde que era una nena, con seriedad. Es una vocación que me superó siempre a mí misma. Desde nena era muy prolífica, de escribirle una carta de ocho hojas a mi mamá, era "la nena de los papiros". Y es como que la palabra siempre estuvo, las letras siempre estuvieron en todo, y después la vida te va abriendo una puerta antes que otra, entonces llegó primero el periodismo, que también me enseñó límites y me demandó desarrollar aptitudes que eran una parte de mí. Y me dediqué mucho a mi carrera periodística durante toda mi vida. Y después de los 35 empezó a brotar lo que también estaba ahí, que por ahí no lo mostraba pero estaba, porque yo seguía escribiendo poesía, leyendo...”

¿Los cuentos los escribiste ahora?

“Tienen un año, es todo nuevo. Creo que el libro es como un sistema de cuentos, porque es como un sistema de significados. Como son nombres de fantasía, y cada cuento está impregnado por un líquido, por un humor, tomando la comedia isabelina de los humores pero dándole una "tuneada" moderna, creo que el lector está invitado a buscar significados en las alegorías, con identificación. Y en los cuentos mismos hay una exploración de género, porque algunos apelan al monólogo interior, otros están convertidos en un guión de sitcom, otros son de narrativa más clásica, hay cuentos fantásticos, hay policial, hay como un pequeño sistema de significados. Eso me gustó hacerlo. La alegoría siempre me gustó mucho”.

Este método de ponerle a los personajes un apellido que los defina, ¿no sentís que en cierta forma te limita?

“Es que esa fue la aventura. Porque fue como un corset. Entonces yo en un punto no era libre de hacer lo que quisiera con mis personajes, ellos mismos iban tomando vida, porque el nombre les daba un destino. Mi nivel de libertad estaba ceñido a la libertad de ellos. Y eso también fue muy interesante, porque me parece que los terminó haciendo más humanos”.

Hay algunos personajes que son bastante reconocibles: la trepadora, el jefe despótico, el nerd incomunicado... ¿Vino alguien y te dijo "perdoname, ¿este soy yo?"?

“El otro día me hizo reír Fede Ini, nuestro periodista de Tecnología, porque se alarmó porque el protagonista de uno de los cuentos era Federico Dulce-Nerd. Y yo le dije que nada que ver, porque él no es nerd. Y aparte el chico del cuento es tímido y Fede no, al contrario. El secreto del libro es ése. Que vos puedas ponerle tu propia cara al personaje. Porque son estereotipos. Engloban una característica de los personajes que nos rodean en esta época”.

Pero así como a Fede le dio miedo, hay otros personajes que son realmente jodidos. ¿No te parece que alguien se puede sentir reconocido?

“Mirá, el personaje que hasta ahora más amigos varones me han venido a decir que habían tenido una jefa así fue Gimena Conchuda (una mujer con poder dentro de una agencia de publicidad, que quiere seducir a su asistente, 20 años menor). Y yo me quedé helada, porque cuando yo le doy la vuelta de tuerca de que se quería levantar al empleado joven, lo pensé como una vuelta de impacto, una vuelta sensacionalista. Y cuando aparecieron cuatro amigos que me dijeron "yo tuve una jefa así", pensé que hay algo que pasa, cuando uno permite que se desencadene una historia, que te va llevando a la verdad”.

Más allá de los personajes urbanos, hay cuentos que transcurren en otras geografías. ¿Cómo se te ocurrieron ideas tan variadas?

“Yo soy muy ecléctica y muy universalista, y esto me permitía explorar todo eso, no segmentarme. Para mí fue toda una aventura. Fue muy divertido, me generó mucha felicidad escribir los cuentos. Me generó muchas vivencias. Es maravilloso escribir. Cada historia, un mundo”.

Escribir ficción es también un descanso de la realidad, ¿no?

“No sé si es un descanso, pero el mundo es más grande. La literatura hace al mundo más grande. Pasás de vivir en un dos ambientes a un castillo. No lo cambio por nada, es una droga perfecta. No puedo vivir sin esto”.

Me contaron que vas a escribir una novela...

“Sí, estoy haciendo un thriller. Ya voy por la página 88. Recién terminé un capítulo. Es violento, futurista, tiene espionaje, política, sexo... No le tengo miedo a la palabra thriller. Muchos le hacen asquito, pero bien escrito es un gran género. Si tomás algunas obras de Shakespeare, son thrillers. Ocurre en Argentina en 2026, una historia donde se mezcla el espionaje con el periodismo y el mundo de las redes”.

Hay que tener mucha valentía para sacar primero un libro de cuentos y después una novela. Es exponerse mucho, porque vos ya tenés una trayectoria, un lugar destacado.

“¿Y voy a vivir de los laureles? ¿Eso me va a hacer feliz? ¿Mis premios Martín Fierro, los premios Tato? No. Me va a hacer feliz lo que yo viva, en mi carne”.

¿Te ves como escritora, con una obra, de acá a 10 años?

“Sí, me veo como escritora, es lo que más me veo. El periodismo lo llevo en la piel, pero me veo como escritora. Dios quiera”.

¿Estarías dispuesta a dejar la tele si te lo demandara la carrera de escritora?

“Estaría dispuesta, sí. No sé cómo vienen los capítulos que siguen en mi vida”.

Viendo la tapa de tu libro, ¿escribirías literatura erótica?

“En mi novela hay momentos de erotismo. Lo que pasa es que escribir una "novela erótica" como si el erotismo fuera un objetivo en sí mismo, me parece muy pobre, porque en la vida hay mucho erotismo. Puede haber erotismo en esta charla, por cómo nos miramos, y no nos damos cuenta. Habría que explorar qué es el eros. La literatura erótica es una oportunidad de mercado que se despega de un gran éxito editorial. Es un momento de marketing. A mí personalmente me parece malísima ‘Cincuenta sombras de Grey’, pero me encantaría vender el 0,5% de lo que vende. Sí me gustó Harry Potter. No hay que ser prejuicioso, los prejuicios son una forma del miedo”.

Hay un cuento en tu libro en el que una escritora se niega a escribir un cuento erótico.

“Es una ironía a este momento. Porque está pasando eso. Las editoriales están cazando escritoras de literatura erótica para seguir con este fenómeno. Me pareció una forma de reírme de las Cincuenta sombras”.

 

Noviazgo e híperproductividad

¿Estás de novia (con Gonzalo Janín, gerente de Marketing del Multimedios América) pensás casarte, tener hijos?

“No, todavía no. Estamos viviendo juntos, muy felices. Es el hombre que siempre soñé, porque me potencia todo lo que yo soy. Es muy mágico lo que nos pasa. No creemos necesario casarnos y yo no tengo ganas todavía de tener hijos. No lo tengo resuelto. Estoy más por el no que por el sí”.

¿Cómo hacés para no desfallecer al final del día?

“No tengo tiempo de ocio, como la gente utiliza esa palabra. Pero para mí es todo ocio, porque no vivo el trabajo como un trabajo. Esa es la diferencia. No veo televisión, prácticamente no hago vida social, excepto la mínima, con la gente muy cercana. Este año no fui casi a ningún evento. Todo mi tiempo lo dedico al teatro, a escribir”.

Todo lo que mencionás es productivo. ¿En algún momento no salís a andar en bici con tu novio, o algo así?

“Soy híper productiva. Diligente al máximo. Eso puede ser una virtud o un defecto. Soy tremenda”.

¿Entonces no tenés un momento en que no seas productiva, que te tires a tomar sol?

“No. Si hago algo es porque sé que voy a conseguir algo con eso. Tomar sol, odio”.

¿Andar en rollers, algo?

“Hago tres veces por semana fitness. Y me encanta”.

Bueno, tal vez eso no sea productivo.

“Es re productivo, para mi cabeza. Entreno dos horas, tres veces por semana, en un gimnasio. Lo que me pasa con la escritura, es que genera una cosa química en mi cabeza que me hace sentir felicidad. Y con la gimnasia me pasa lo mismo. Si una semana no voy al gimnasio, me falta energía. Además, la catarsis que hacés con el cuerpo es fundamental, lo necesito. Desde los 15 años hago fitness”.

¿Siempre lo mismo? ¿Nunca se te ocurrió cambiar de gimnasia?

“No, porque me encanta. La disciplina del fitness, madonnesca, me gusta. Para mí el gimnasio no es algo frívolo, lo hago con mucha seriedad. Es el lugar de algo muy importante, que me ayuda mucho y lo hago con una gran concentración”.

 

Chismes, romances, celos

Después de la entrega de los Martín Fierro se empezó a hablar de internas en el noticiero de Telefé. ¿Cómo te llevás con Rodolfo Barili?

“Nosotros nos llevamos muy bien, y se nota mucho al aire, porque la tele es cruel en eso. Cuando hay algún cortocircuito, se nota. Es más, en el intento de disimular es donde más se nota. Yo soy muy colgada, pero al mismo tiempo hago un culto de separar el ruido de los hechos, entonces me dedico cero al radiopasillo”.

¿Y no te duele aparecer en las revistas de chimentos? ¿Lo podés separar?

“Lo separo fríamente. Si me doliera, no podría haber salido desnuda en la tapa de un libro. Es más, soy jactanciosa, que digan lo que quieran”.

¿Pero en el momento del romance con Joaquín Furriell la pasaste mal?

“Lo que pasa es que querían que confesara un romance y yo no estaba de novia con Joaquín. Por ahí tuvimos un vínculo que no necesariamente podía encasillarse en algo, y era mi vida y, nada, tenía derecho a no querer hablar”.

Parecería que hoy no existe el derecho a no hablar.

“Es que yo no me quejo de que los demás hablen, ¿pero por qué yo voy a hablar? De última, sacaron una foto y no me quedó otra. Pero yo puedo querer hablar o no. Si yo fuera funcionaria, tendría la obligación de dar explicaciones y de rendir cuentas. Pero en temas de mi vida yo elijo. Por qué iba a confirmar algo que no estaba ocurriendo y por qué iba a dar detalles de cómo era mi vínculo con Joaquín”.

¿Pero no lo ves como un trastorno?

“En su momento me molestó. Me desordenó la vida, porque yo no estaba acostumbrada a eso. Por ahí él sí, porque es un actor de renombre, un galán. Era la primera vez que yo tenía una historia sentimental que salía en las revistas y la verdad que no era cómodo. No fue lindo”.

¿Y a tu novio no lo pone celoso que actúes con Christian Sancho, que es todo músculo?

“Jaja, es perfecto, ¿viste? Gonzalo es tan seguro de sí mismo, que otra mujer que no fuera yo se pondría histérica de su indolencia en ese tema. Es súper seguro. Y además me re acompaña. No tiene celos. O por lo menos a mí no me demuestra flaquezas”.

Es una buena táctica.

“Tremendo. Yo creo que el hombre te tiene más con eso. Es un acto de posesión mayor al de los celos. Es buenísimo”.
Te puede interesar
Lo más visto