Mónica Lewinsky y una “full confession”

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Bill y Mónica
Bill y Mónica
La revista Vanity Fair publicó la carta completa de Mónica Lewinsky respecto de su relación con el entonces presidente americano, Bill Clinton, respecto de la que se manifestó “arrepentida.

Juntos. La exbecaria de la Casa Blanca contó todos los detalles de su pasado junto al expresidente norteamericano.

Fuente: La Nación 

Mónica Lewinsky, más conocida como la ex becaria de la Casa Blanca que en 1995 mantuvo un affaire con el entonces presidente demócrata Bill Clinton, escribió una carta a la revista Vanity Fair con su visión de la historia, de la cual dice arrepentirse profundamente. La misiva completa, que forma parte del número de junio de la revista, fue publicada hoy en la versión digital a modo de adelanto, aunque varias de sus líneas se filtraron adrede en los últimos días para elevar aún más la expectativa.

Lewinsky habló de "una relación consensuada" entre ambos y de que había llegado la hora de "quemar la boina y enterrar el vestido azul". Con esa metáfora, la ex pasante, que ahora tiene 40 años, se refirió a la boina negra que llevaba en una foto en la que estaba junto al ex presidente demócrata y también al famoso vestido azul con manchas de semen tras un contacto sexual que habían mantenido.

En la carta, además, la mujer negó que los Clinton le hayan pagado para que desapareciera del radar de los medios y aseguró estar "determinada a darle un final diferente" a la historia. "Lo que esto me costará, eso lo descubriremos pronto", agregó, mientras el nombre de la mujer de Bill Clinton, Hillary, suena fuerte para las elecciones presidenciales de 2016, y reconoció que la humillación pública que sufrió mientras duró la historia de amor alteró el curso de su vida.

También dejó en claro su versión acerca del romance, que se extendió durante un año y medio, con Clinton. "Claro, mi jefe se aprovechó de mí, pero yo siempre me mantendré firme en este punto: se trataba de una relación consensuada. Cualquier «abuso» se produjo en el período posterior, cuando se hizo de mí un chivo expiatorio para proteger su posición de poder. La administración Clinton, sus fiscales especiales amigotes, los operadores políticos de ambos bandos y los medios consiguieron marcarme. Y esa marca permaneció, en parte porque fue imbuida con poder", se descargó.

"Yo, personalmente, me arrepiento profundamente de lo que pasó con el presidente Clinton. Déjenme repetirlo: Yo. Personalmente. Profundamente. Arrepentida. De lo que. Sucedió", escribió la becaria más famosa de la Casa Blanca. Por otro lado, admite la popularidad que le otorgó esta relación desde un principio, aunque ella haya preferido después mantenerse en el anonimato y recién ahora salir a contar la verdad.

 

La vida después del escándalo

No fue fácil para Lewinsky continuar con su carrera después del romance que la llevó a una fama indeseada. "Rechacé ofertas que me habrían dado más de 10 millones de dólares, porque no me parecía lo correcto", dijo, probablemente en referencia a las ofertas de editoriales para que escribiera un libro. Fue entonces cuando dejó Washington y se fue a Londres para estudiar un Master en Psicología Social en la London School of Economics. Luego volvió a su país para pasar por Los Ángeles, Nueva York, y Portland. Pero en ningún lugar encontró la satisfacción personal.

Contó que tuvo varias entrevistas para trabajos en el área de comunicación y Marketing, para especializarse en campañas de caridad. "Pero por lo que mis potenciales empleadores con tanto tacto llamaban mi «historia», nunca era «muy adecuada» para esos puestos. En algunos casos, yo era la persona adecuada pero por las razones incorrectas, como en los casos en que me decían «Claro, tu trabajo va a requerir que vayas a nuestros eventos». Y, claro, estos iban a ser eventos en los que iba a haber prensa".

Lewinsky dijo además que después del proceso político contra Clinton en 1998, ella estuvo recluida en su casa con un comportamiento suicida, con el temor a que la humillación la llevara "a la muerte". Por eso, expresa, decidió escribir esta carta. "Quizás al compartir mi historia, pensé, pueda ayudar a otros en sus momentos más oscuros de humillación", dijo, especialmente en épocas en las que Internet lleva a que estos casos se difundan con una velocidad que en 1995 no existía.
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