Violencia de género: El desprecio institucional MATA

San Juan
Basta
Basta
Todos los días escucho un caso nuevo de violencia de género, ya sea por los medios de comunicación o porque, últimamente, hasta en mi entorno más cercano sucede. De hecho, es probable que la mayoría de nosotros conozca a su alrededor una experiencia de este tipo. Me pregunto, después de observar finales trágicos, ¿son la Policía y la Justicia tan responsables como los victimarios, por no actuar como deberían?

La indiferencia de las instituciones, también se lleva vidas.

 

María Cristina Olivares, murió bajo la violencia de su esposo, y aun peor, la Policía y la Justicia estaban al tanto a base de denuncias. Pero una vez más, se llegó al límite. Hoy una madre y abuela tiene que tolerar, en medio del dolor, que 1 año y 7 meses después de lo ocurrido las instituciones se comunicaran para “proteger” a María Cristina, cuando hacía 1 año había sido asesinada, más que por un hombre, por la desidia de un sistema ineficiente.

Sandra Rojo, mamá de la fallecida, tuvo la valentía de crear junto a su marido la Fundación María Cristina para contener a las víctimas de violencia de género en la provincia y de alguna manera sobrellevar la indiferencia de las instituciones del Estado.

“La Fundación va bien. Mucha gente se animó a denunciar. Ya no es lo mismo ir a la policía sola que con alguien, o tener el respaldo de un abogado, estar con psicólogo. Es feo, pero estamos contenidos.  Todo tipo de mujeres se acercan, casadas, solteras, gente de alta sociedad, la más baja, de todo”.

La vía de escape para sentir que de alguna manera se “hace justicia” por parte de la familia Olivares, está funcionando. Bien sabe Sandra que la Policía muchas veces no quiere recibir las denuncias, y hasta ellos advierten que hasta no ir golpeadas es muy difícil que se active alguna medida. Yo lo vi, también, y todos ustedes lo saben, la corrupción de las instituciones está matando a mucha gente.

Sandra se escucha tranquila, pero se apasiona cuando recuerda que su hija podría estar viva si alguien la hubiese escuchado. En la Fundación trabajan una abogada y una psicóloga, pero no es suficiente, y el Gobierno no muestra ni mínimas señales de animosidad para apoyar.

“Se animan porque muchas me conocen, les hablan, vienen a mi casa, las hablo, las llevo a la fundación que está la abogada. Ella las aconseja, las acompañamos a hacer la denuncia”, explicó la mamá de María Cristina.

Entonces un colega de Radio Sarmiento le pregunta a Sandra su opinión respecto a la actuación de la Policía. “No vamos a decir que bien”, responde, “porque no está preparada”.

En una comisaría falta comprensión. Las tratan mal. Sin tacto. “Van todas lastimadas, humilladas, tendrían que tener hasta un psicólogo, que estén con ellas, les ayuden. La Comisaría de la Mujer tampoco está bien preparada”, insiste Rojo y recuerda su lucha para ayudar a María Cristina a salir de la violencia que vivía.

Lo mismo dijo de las instituciones del Estado en general. “Cuando falleció mi hija vinieron todos acá a mi casa, después nunca más nada”, expresó Sandra, en una clara alusión a la hipocresía institucional.

“Mi hija hacía la denuncia y venía con la cara larga: `viste para qué tanto si no me ayudan a nada´. En la comisaría de Pocito no nos recibían la denuncia, en la Sexta sí. Ya está, no puedo hacer más nada. Pero por otras chicas sí”, resaltó.

Dos bebés, entre 3 y 5 años, después de un año preguntan todo el tiempo por su mamá. Le dibujan, le hablan, le ponen flores a su foto, la extrañan. Esto no es dramatismo, ni mucho menos el morbo o amarillismo al que estamos acostumbrados. Esto es un reclamo, es una cabeza que no puede entender que una persona amenazada, acosada, golpeada, violentada en cualquiera de sus formas, no le mueva un pelo a la Justicia y toda su burocrática jerarquía descendente. Duele y enoja. Duele y desespera.

“Si hubiera tomado la denuncia la Policía, y la justicia no hubiese dejado de lado este caso, la historia sería otra. En la policía hay mucha corrupción, lo he vivido, no es porque hable”. Así concluyó Sandra su opinión. Siempre, el "que hubiera sido si..." forma parte de las palabras finales.
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