Cortázar cumpliría hoy 100 años

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Julio Cortázar
Julio Cortázar
"Cortázar ilustrado", una forma de revisitar a un gigante de las letras, pero sin ellas. Esta es una sección de títulos para redescubrir al best seller de otra manera: dibujado.

Ilustrado. Es el libro que dibuja de la mejor manera al autor argentino.

 

"Ilustrar a Julio Cortázar fue un regalo que ya nadie me puede arrebatar", dice Emilio Urberuaga, dibujante español de conocida trayectoria y muy buen humor, que ha creado un oso tierno, divertido y de color rojo brillante para el cuento "Discurso del oso". En el año del centenario del venerado Julio Cortázar, que se cumple hoy, varias ediciones acercan sus relatos a lectores nuevos y de antaño con un valor agregado: el lápiz, la gubia o el pincel de dibujantes, grabadores y pintores que ponen en imágenes textos escogidos. Libros objeto para atesorar, en ediciones fascinantes, para leer y mirar. Y volver a mirar. Una simbiosis en la que autores, artistas y lectores, todos salen ganando.

Pero ¿cómo es ilustrar al Gran Cortázar, un autor que se lee ayer como hoy y que en el mundo hispanohablante (aunque está traducido ya a más de 30 idiomas) vendió más de 100.000 ejemplares de sus obras en el último año?  Urberuaga responde: "Siempre que se trata de alguien que quiero o admiro se genera un acercamiento al autor que de otra manera no habría conseguido. No creo que mi aporte sea importante más allá de la imposición de un lector (yo) a otros lectores que probablemente tengan en su cabeza un oso diferente, aunque la vanidad me empuja a creer que algunos tomaron ese oso rojo como propio".

La historia de Elenio Pico, argentino radicado en Barcelona, y Cortázar empezó mucho antes de que le ofrecieran poner en dibujos, con algo de dulzura y otro tanto de malicia, a los cronopios y las famas. A los 23 años se cruzó con el escritor en la calle, lo paró y compartió con él una charla que recuerda corta y cariñosa. "De alguna forma me había marcado. Aurora Bernárdez -primera mujer, amiga y heredera de Cortázar- me comentó que él decía que la vida era una especie de tapiz en formación y que la aguja que lo construía entraba y salía de él. En mi caso, había entrado ocasionalmente en 1983 y volvía a aparecer en 2012", cuenta. Bernárdez vio los dibujos de Pico y les dio su bendición. Darles forma a estos seres no resultó fácil. "Fue muy especial. Intenté ser natural, revisar mi pasado gráfico, recuperar emociones, volcar todo el cariño y la espontaneidad posible, evitar metáforas aleccionadoras y aportar irresponsablemente una pequeña dosis de poesía desde el tratamiento de los elementos que construyen los dibujos. Me vi en la situación de sintetizar mis emociones y darles una forma a través del dibujo y el color, que son mi medio de expresión. ¡Son tantas las posibilidades! Lo mejor es dejarse arrasar por esa lógica mágica y festejar esta oportunidad que te da la vida", entiende Pico.

Concentrarse en Cortázar, en él y no en su obra, es otra cosa. "Yo vengo dibujándolo desde hace tiempo, pero nunca como un gran lector. Maravillado, sí, por Bestiario y algunos cuentos. Siempre me gustó el personaje", dice Miguel Repiso, o Rep. En marzo último lo invitaron a contar su vida en un mural en el Salón del Libro de París. "Durante el verano leí varias biografías, tomé 36 años clave de su vida y los dibujé, con una leyenda muy escueta. Todo el lirismo, el vuelo, lo puse en el dibujo. Cuando tenía lista la línea del tiempo sentí que algo no estaba bien, y la rayuelicé: hice bollitos de papel con cada uno de los años, los metí en un cubo y fui sacándolos, para darles un orden azaroso, porque su vida merece ser contada de manera lúdica". Primero el mural tomó forma de libro en Italia, y ahora llega al público local. "Mi Cortázar es un niño que crece en alto, pero no envejeció nunca. Creció su cabeza, pero su cuerpo es el de un niño estirado. Sus ojos siempre me atrajeron como dibujante, tan separados que la primera vez que los dibujé puse en el medio al Gordo y el Flaco. Tienen mucha expresión", cierra Rep.

Otra biografía en imágenes que ve la luz por los 100 años es la de Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga, Cortázar de la A a la Z. Como un álbum de familia o un diccionario, se ordenan entradas alfabéticamente y se ilustran con fotos, manuscritos, objetos y dibujos del propio escritor, explicados con sus palabras tomadas de cartas, obra y entrevistas.

Llamamos a París, sin ninguna esperanza, y atiende una voz quebradiza: "Sí, soy yo", contesta Bernárdez, a los 94 años. Y repite lo que todos ya saben: "Yo no doy entrevistas nunca, absolutamente a nadie. Lo siento. Si no, no haría otra cosa en mi vida". Aurora es amabilísima, manda saludos a los amigos y antes de cortar tampoco es que puede quedarse callada... "Quedó muy, muy bueno [el libro]. Ha sido un gran trabajo, pero ha estado todo muy pesado. Estoy muy contenta, está muy bien hecho por la editorial, que se empeñó en crear un libro curioso, original, interesante."

No es novedad: Cortázar ha tenido grandes amigos artistas plásticos y en vida realizó con ellos obras en conjunto; varios títulos con sus amigos Julio Silva y Luis Tomasello, autores de ese monumento a donde peregrinan lectores del mundo y dejan flores, cigarrillos, lápices... La tumba que comparte con Carol Dunlop, su última mujer, en Montparnasse. Con fotografías de Alicia D'Amico y Sara Facio se publicaron dos obras, y en los 80 se editó Monsieur Lautrec, ilustrado por Hermenegildo Sábat. De aquellos libros se desempolva y entra nuevamente en imprenta la novela gráfica realizada junto a Alberto Cedrón Las raíces del ombú. Los originales se perdieron después de una miniprimera edición en 1978, pero han podido reconstruirlos a partir de una copia en 2004. Habrá que buscarlo en francés, La racine de l'ombú, porque sale por un sello parisino.

En septiembre, también se reeditará La puñalada, con dibujos de Pat Andrea, nuevos retratos y un epílogo de Enrique Vila-Matas que cuenta la azarosa historia del libro, que se terminó de imprimir en Bruselas el día después del entierro de Cortázar y se perdió por décadas. "En realidad, Julio ilustró mis dibujos con su texto. Me ofreció, el cuento «Tango de vuelta» para acompañar los dibujos que le mostré. ¡No pude creerlo en su momento!", recuerda Andrea desde París. El artista de origen holandés tramó un policial tanguero con olor a dictadura, a lápiz, carbón y acuarela. "Con la obra de Julio siempre he tenido una proximidad muy fuerte -se compara Andrea-. Considero que pinto como él escribe."

 

Fuente: La Nación
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