¿Por qué dañamos nuestro patrimonio cultural?

Desde su inauguración, la estatua de Sarmiento ha sido sistemáticamente objeto de daños. Lo mismo sucede con otros monumentos sanjuaninos. ¿Cómo se entiende tanta tontería? 



"El conjunto de bienes culturales y naturales que una generación hereda y transmite a la siguiente con el propósito preservar, continuar y acrecentar dicha herencia". Esa es la definición de Patrimonio Cultural. Estos bienes son pinturas, esculturas, libros, tanto como monumentos históricos, monumentos públicos y monumentos artísticos.

¿Por qué es tan difícil aplicar esta definición en la práctica?

Veamos. Esta semana, una vez más, se conocieron a través de las redes sociales imágenes que avergüenzan. Jóvenes subidos a la estatua de Domingo Faustino Sarmiento haciendo gestos obscenos y ridiculizando al prócer sanjuanino. Lo peor: uno de ellos habría sido el que compartió la fotografía en internet, lo que lleva a pensar que fue más que una travesura para pasar a ser un acto vandálico.




Obviamente generó indignación entre los sanjuaninos, porque más allá de las ideas que Sarmiento defendió -las cuales deben siempre analizarse de acuerdo al contexto histórico en el que vivió- representa el único comprovinciano que llegó al cargo de Presidente de la Nación, entre otros muchos actos de su vida que lo destacan como uno de los máximos próceres argentinos.

Pero el maltrato que recibió la estatua que está colocada en el frente de la Casa Natal de Sarmiento no es el primero. Vale recordar que poco después de haber sido inaugurada, manos anónimas le arrancaron varios dedos y el libro que poseía en una de sus manos. Desde el Gobierno se comunicó que analizarían las cámaras de seguridad para tratar de encontrar a los culpables, pero lo cierto es que nunca fueron identificados.




Hace unos meses atrás, viralizaron a través de internet imágenes de dos mujeres; una de ellas sobre los hombros del monumento y otra sentada sobre su falda. Ambas retratadas con una expresión jocosa, como si tales actos fueran dignos de alegría. Después, una de las fotografiadas pidió disculpas públicamente, y para la Directora de la casa eso bastó.

Un pueblo debe estar orgulloso de sus orígenes para mantenerlos vivos en el tiempo. El pasado es lo que fortalece el futuro. Por eso cuesta entender la motivación, si vale ese término, que tiene una persona para dañar lo que es de todos, incluso de sí mismo.




Antecedentes oscuros

El monumento al General San Martín que está en el Parque de Mayo fue pintado con grafitis insultantes por parte de simpatizantes de un club de fútbol en 2012.




El busto del expresidente Néstor Kirchner fue dañado a una semana de haberse inaugurado en la plaza del Barrio Hualilán, en Rawson. Vándalos le destrozaron la nariz y de paso hicieron destrozos en el resto del espacio verde.

El monumento que se colocó en la plaza Hipólito Yrigoyen en honor al expresidente Raúl Alfonsín fue dañado seriamente al poco tiempo de haberse inaugurado. Representaba no sólo a un exmandatario argentino, sino también al primer presidente de la Nación pos dictadura militar y los 30 años de democracia ininterrumpida que Argentina cumplió en 2013.




Las placas que comúnmente se colocaban en los monumentos eran otrora de bronce. Claro que comenzaron a ser objeto de robo para luego ser vendidas, se presume para su fundición. Ya quedan muy pocas en las plazas de este material, las reemplazan otras de materiales menos llamativos para los ladrones.




Y ni hablar de los monumentos vallados. Cuesta no ver alguno sin una protección de rejas. El monumento de Sarmiento en la plaza 25 de Mayo o el monumento a Narciso Laprida en la plaza homónima, son algunos de los ejemplos.