Por qué los hombres son más estúpidos y arriesgados que las mujeres

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La selección natural indica que las muertes ridículas por riesgos innecesarios evitan que se propague el genoma de personas absurdas y se mejore la especie humana.



Triste pero cierto: un estudio realizado por médicos en el Reino Unido que reafirma la tesis que los hombres tienen más posibilidades de terminar en un hospital o incluso morir por una muerte absurda e innecesaria que las mujeres, siendo parte de una macabra selección natural que permite librar a la humanidad de sus genes "estúpidos".

La investigación, publicada en la edición especial de Navidad del British Medical Journal, resume los estudios más divertidos, curiosos y menos útiles del año en base a los premios Darwin, un siniestro galardón que se le da año a año a las muertes más ridículas.

De acuerdo al estudio, que afirma que los hombres tienen el siniestro récord de un 88,7% de muertes tontas en los últimos 20 años, esto tiene una razón muy sencilla y que seguramente hemos visto en repetidas oportunidades. La necesidad de "fanfarronear" del género masculino frente a sus pares, algo que es posible ver desde la niñez y en el que los hombres tienen una mayor disposición a comportarse de manera arriesgada para buscar la aprobación o incluso, llamar la atención del sexo opuesto.

Para explicarlo de una forma más simple, es el mismo comportamiento de Marty McFly en Volver al Futuro al competir contra sus amigos en una carrera de automóviles para saber quién era el más veloz.

Los premios

Los premios Darwin destacan a 282 ganadores hombres frente a 36 mujeres, señala que la mayor parte de las muertes tontas ocurre cerca de Navidad y se considera la ingesta de alcohol de la víctima antes de la votación, además, para ingresar a la "competencia" es necesario que la persona muera.

Entre los más llamativos, se cuenta a un paracaidista que quiso acompañar a otros fotografiando la caída pero olvidó ponerse paracaídas, y un terrorista que envió una carta bomba, pero que al no incluir sellos suficientes le fue devuelta. Al abrirla, explotó.

Un caso emblemático es el del francés Jacques Lefevrier, que en 1999 realizó un gran esfuerzo para suicidarse. Bebió veneno, se ató una cuerda al cuello para colgarse y la ató a una roca a la orilla de un acantilado, mientras se encendía fuego en la ropa y se disparó en la cabeza. Pero todo salió mal, ya que la cuerda se rompió, el sujeto cayó al mar, vomitó el veneno y el agua apagó las llamas.

Sin embargo, alguien lo encontró y llevó a un hospital, donde finalmente murió de hipotermia.

Fuente: La Tercera.
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