Los Simpson cumplen 25 años

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Siempre habrá una frase de sus personajes para citar, estrellas que mueran por aparecer en un capítulo y la certeza de que fueron (y son) de lo mejor que dio la TV. 



Que ya no hace reír como antes, que sus responsables se quedaron sin ideas, que desde que se hizo la película para cine ya no suscita atención, que últimamente busca la notoriedad perdida ensayando crossovers (con Padre de famila, con Futurama), que la chispa se apagó. El 17 de este mes se cumplen 25 años del estreno de Los Simpson y tales valoraciones causan un poco de gracia. Es que si sus personajes nunca fueron un modelo de buen comportamiento (ya en 1990 su productor James L. Brooks le aseguraba al Washington Post que si uno no se cruzaba con muchos modelos de buena conducta en la vida real, él no veía por qué la televisión debía de estar llena de ellos), no se vislumbra el motivo por el cual Los Simpson deba mantener la búsqueda de la excelencia de sus mejores tiempos como si eso fuese una condición obligatoria para justificar su actual existencia.

Aquel domingo de 1989 la serie daba el primer paso como programa independiente de The Tracey Ullman Show,el ciclo de la cadena Fox donde durante tres temporadas Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie protagonizaron unos cortos animados desquiciados e iconoclastas que abrían y cerraban los bloques. Detrás de ellos estaba Matt Groening, un humorista gráfico nacido en Portland que desde 1977 la rompía con la tira cómica Life in Hell, de la que Brooks, productor de Ullman a través de su compañía Gracie Films, era fan.

El resto es historia conocida y se estira desde la leyenda que dice que Groening ideó los personajes en la sala de espera de la oficina de Brooks tomando como espejo su propia familia, hasta las cumbres de calidad, provocación y excelencia a las que llegaría la serie en el siguiente cuarto de siglo.

Seguramente en el corazón de quienes aún se ubican los fines de semana frente al televisor y sintonizan Telefe en busca de un nueva serie aleatorio de capítulos no haya lugar para hablar de declinaciones de calidad o de pérdida de feeling. Es más, tal vez ese mash-up involuntario sea la mejor prueba de Los Simpson en contra del paso del tiempo. Allí se puede encontrar, por ejemplo, aquel capítulo piloto ambientado en Navidad y donde los personajes ya eran mucho más complejos que aquellos delineados a las apuradas en la antesala de la famosa reunión. Un episodio que es puro Groening y al que se lo puede confrontar con cualquiera de los de las etapas siguientes. El cóctel puede venir en diferentes recetas: ir de "Bart, el genio" (T01E02) a"22 historias cortas sobre Springfield" (T07E21) y de "Motín canino" (T08E20) a "Lisa, la Simpson" (T09E17). Y, aunque suene insuficiente mencionar solo cuatro de 560 capítulos emitidos hasta la fecha, es evidente que entre ellos se forma uno de los muchos marcos posibles, contenedores del interior profundo y diverso de un programa que ha sido y ha hecho lo que ya ningún otro podrá. Mérito de atrevidos productores, guionistas y showrunners como Sam Simon, Al Jean, Mike Reiss, David Mirkin, Bill Oakley, Josh Weinstein, Mike Scully; cerebros que signaron los diferentes períodos de la serie y fueron, gracias a la libertad creativa bendecida por Groening, siempre más allá.

La lista de logros de Los Simpson es larga. También la de las controversias. La serie se ha peleado con una casta política de las más influyentes de su país (los Bush), con la propia cadena Fox y con vacas sagradas del mundo del espectáculo; fue repudiada por ciudades y países enteros (Río de Janeiro, Australia), se rió de todos y de todo, logró que una pequeña localidad no identificada del interior de Estados Unidos representara al mundo; les dio permiso a algunos padres para ser egoístas con sus hijos, y a no pocos hijos, la certeza de que no eran la primera opción para sus padres; vio cómo un ancho número de celebridades formaban cola para rasguñar una invitación a meter aunque fuera una línea de diálogo en el universo amarillo, plantó en el imaginario popular miles de frases y giros verbales, hizo famosos y premiados y millonarios a los actores que doblan sus personajes. Y más, mucho más.

Entonces, si sobre estos 25 años transcurridos se ha dicho, pensado, escrito todo, ¿qué queda para los fans consecuentes? Celebrar.

Y observar con asombro el suceso de rating logrado por la maratón de doce días consecutivos, con la totalidad de sus episodios, ofrecida en agosto por el debutante canal de cable FFX , o soñar con visitar la zona temática Springfield inaugurada durante el mismo mes en Universal Studios y tomarse una cerveza Duff en La Taberna de Moe, comprar golosinas en el Kwik-E-Mart de Apu o sacarse una foto con la estatua de Jebediah Springfield. Tan identificados están con personajes que, sean padres, madres o abuelos (Homero, Marge, Abbe), hijos o nietos (Lisa, Bart, Maggie), logran un estatus que muy pocos alcanzan: ser sus paradigmas. Los de todos.

Fuente: Brando.
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