La educación como respuesta a la violencia social

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Un niño de 16 años muere apuñalado en una fiesta privada, no mucho tiempo antes 35 puñaladas se llevaron la vida de otro adolescente en una reunión de amigos; las peleas entre niñas y niños en las escuelas  llegan a niveles de agresión física increíbles; la violencia en el lenguaje; el sensacionalismo mediático; el lucro con el dolor ajeno… ¿Qué clase de ciudadanos estamos educando?




 



Pareciera que día a día empeorara la situación de violencia en nuestra Provincia. Quizás  no es una tendencia y son hechos aislados que mediáticamente convienen. La respuesta no la tenemos ahora pero sí sabemos que en general estamos mucho MENOS TOLERANTES.

Muchos de los casos de muertes adolescentes que surgieron de peleas con armas blancas, tenían sus bases en “rencores” o viejos dilemas que los chicos cultivaban en las escuelas o en sus barrios. Aquí nos preguntamos qué rol cumplen entonces estas instituciones en la promoción u omisión de esta violencia que parece reproducirse.

En varias oportunidades se habló en el ámbito del Ministerio de Educación sobre el papel que cumple la escuela en relación a promover valores de convivencia sanos que se apliquen tanto adentro como fuera de la institución. Además, se resalta la capacidad de detectar y resolver situaciones de violencia que luego puedan terminar en una muerte.

A esta visión se le contrapone la estrictamente genético – familiar, que reprocha la necesidad de colocar a la escuela como contenedora de realidades que suceden fuera de ella y por lo tanto deben resolverse en el ámbito familiar, para que la escuela pueda encargarse de una formación de calidad.

Ni una ni la otra, sin duda la educación formal no puede ser ajena a la realidad aunque nos pese. Y no debería pesarnos porque la responsabilidad de las escuelas siempre fue enorme respecto de la formación de ciudadanos libres, responsables, solidarios, y no un ente aislado de las comunidades donde se desarrolla. No podemos olvidar, además, la violencia institucional...

Lo cierto es que los ciudadanos creemos que la mejor solución a la violencia que vivimos es la educación, formal e informal, y por eso el sistema educativo busca modos de intervenir.

“Lo que ocurre fuera de la institución impacta hacia adentro. No podemos dejar de hacer lectura. Lo podemos ver en que los chicos van a bailar, o hablamos de la familia. Si tiene la camiseta de Alianza no puede entrar donde están los que tienen la camiseta de San Martín. Es inexplicable ¿no?”.

Así lo manifestaron desde el Ministerio de Educación de la Provincia y resaltaron que se realizará una convocatoria a los docentes y directivos de todas las escuelas de San Juan para debatir cómo puede intervenir la escuela en los problemas de convivencia.

Los funcionarios de Educación expresaron que muchos padres llegan a los gabinetes del Ministerio quejándose y queriendo cambiar a sus hijos de escuela, por “no ser escuchados”.

“Contenemos y damos lugar. Y es lo que hacemos desde el Ministerio de Educación, trabajamos de forma muy articulada. No trabajamos cada uno por su lado. La directora del área también involucrada con nosotros. Entre todos solucionamos estos temas pero qué pasa hacia adentro de la escuela”, manifestaron.

Es necesario destacar que resulta difícil que las instituciones asuman sus errores, tanto la familia como la escuela. Ni hablar las dependencias políticas. La actitud de cargar las responsabilidades en el otro y no hacernos cargo, en esta red de valores que manejamos, es aún más influyente que las conductas específicas que realice la escuela hacia los alumnos.

Queremos combatir la violencia hablando de ella. Creemos que en la medida que reconozcamos que existe la violencia, no está dentro nuestro. Pero parece que el camino es inverso.


 

 
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