Tradición: la campaña se financia con fondos públicos

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Gobiernos de distinto color político usan los recursos estatales para sostener la carrera de sus candidatos. Hay importantes aumentos presupuestarios para publicidad con fines electorales en todas las áreas cuyos titulares son candidatos.








Son millones y más millones de publicidad oficial. Pero también son los autos, aviones y helicópteros estatales. Son los empleados públicos desplegados para fines proselitistas como si fueran propios. Y es el dinero que viene de los impuestos y las tasas de los contribuyentes redireccionado a solventar encuestas.
Todo eso, y más, conforma el uso y abuso del aparato estatal con fines electorales.

Todos los candidatos -o casi todos- encarnan este vicio. Quizá sea por eso que prácticamente no hubo denuncias cruzadas sobre este tema. Daniel Scioli (FPV), Mauricio Macri (Pro), Sergio Massa (FR), gobernadores, ministros, diputados y otros funcionarios con aspiraciones electorales usaron y usan la caja estatal para financiar su campaña. No importa el espacio ideológico ni el partido político.

¿Por qué? Porque los candidatos que compiten bajo el paraguas de un oficialismo -sea nacional, provincial o municipal- corren con una enorme ventaja frente a los que lo hacen desde el llano.

Así lo creen ministros, operadores, legisladores, empresarios, consultores y académicos consultados durante los últimos seis meses. Es el efecto "cancha inclinada", según lo definen Luis Schiumerini y María Page, investigadores del Cippec. A tal punto de concluir que hay provincias "donde la ventaja de usar el Estado es tal que el oficialismo no puede ser derrotado". O, dicho de otro modo: "La probabilidad de victoria del oficialismo en estas provincias es del 100%; simplemente, no puede perder".

Si esto ocurre en las provincias, ¿qué ocurre a nivel nacional? Este año ofrece una particularidad que no se dio desde 2003: quien ocupa la Casa Rosada no compite -por sí mismo o su pareja- por el bastón presidencial.

Pero eso no evitó la reincidencia en las mismas prácticas cuestionables.

"Para la campaña presidencial 2015 se observa cómo aquellos precandidatos que gobiernan algunos distritos utilizan la publicidad oficial para instalarse nacionalmente", alerta el director ejecutivo de Poder Ciudadano, Pablo Secchi. "Encontramos publicidad de Macri desde el gobierno de la ciudad; de Scioli a partir de la provincia de Buenos Aires; de De la Sota desde Córdoba, e incluso publicidad de la provincia de San Luis, que si bien no nombra directamente a Rodríguez Saá, queda claro que va dirigida en ese sentido. Estos spots televisivos y radiales son formas de vulnerar las restricciones establecidas por la ley, y deberían ser tenidos en cuenta por la justicia electoral y las próximas reformas legislativas."
Claro que los usos y abusos del aparato estatal con fines electorales distan de ser novedosos.

En 1999, el entonces gobernador bonaerense electo Carlos Ruckauf debió devolver $1.400.000 al Estado. ¿Por qué? Porque la Justicia determinó que se había "excedido" en los gastos de campaña con dinero público del Senado, organismo que conducía mientras era, en simultáneo, candidato y vicepresidente. O dicho de otro modo: se pasó de gastos debido a su actividad proselitista.

Los nombres cambian, pero las prácticas se repiten. ¿Cuánto gastó Scioli para expandir su "Ola Naranja" gracias a la caja de la provincia? ¿Cuántos fondos de los porteños terminaron en la campaña de Horacio Rodríguez Larreta y cuáles se desembolsaron para posicionar a Macri a nivel nacional? ¿Hay dinero de la Municipalidad de Tigre en la carrera presidencial de Massa? ¿La provincia de Córdoba pagó parte del sueño de De la Sota presidente?


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¿PUBLICIDAD ESTATAL O PERSONAL?

No es casualidad que en pleno año electoral, los presupuestos en publicidad oficial se multiplicaron en los principales distritos del país. La diferencia entre propaganda de gestión y promoción de un candidato es un gris que los políticos saben explotar. Si un candidato o gobernante no pide explícitamente el voto, entonces, sí puede hacer legalmente publicidad de su gestión, incluso durante el período electoral. Durante algún paseo por las autopistas urbanas, el elector habrá visto gigantografías de candidatos que lucen sonrisas intactas con mensajes difusos, como "El cambio justo" o "Gestión BA". Los ejemplos sobran.

Antes de graduarse como el único candidato presidencial del Frente Para la Victoria, Scioli había corrido una larga carrera con su "Ola Naranja". Comenzó a posicionarse hace varios años, pero desde enero el ex motonauta aceleró, con un gran despliegue por la costa bonaerense que incluyó hasta un parque de diversiones. Así lo muestran también los números oficiales: duplicó en 2015 el presupuesto en publicidad oficial hasta llevarlo a $ 663 millones. Casi $2.000.000 por día en propaganda, según un informe del ex diputado Walter Martello (Frente Renovador) en base a datos de la Contaduría General de Gobierno.
Sólo en el primer trimestre de este año fue ejecutado el 70% de ese presupuesto.

La cifra contempla los fondos previstos en propaganda por la administración central de la provincia más las erogaciones que hacen ARBA, Loterías y Casinos, y el Banco Provincia, entre otros entes autónomos.

El amarillo Pro le hace competencia. El gobierno porteño desembolsó más de $3.000.000 por día en publicidad oficial en lo que va de 2015. Según un informe de la Coalición Cívica, el gobierno porteño dispone para este año partidas por $883 millones en esa materia si se contemplan los presupuestos de la jefatura de Gabinete y los ministerios porteños de Seguridad, Desarrollo Urbano y Espacio Público, entre otras dependencias. Según datos oficiales, durante el primer trimestre, cuando la campaña porteña se desplegó con más fuerza para posicionar a Rodríguez Larreta, se había ejecutado el 42% del presupuesto. "Es más dinero por habitante que a nivel nacional", compararon desde la CC.

Aunque ya no es intendente, Massa conserva el control de la caja de Tigre. Muchas veces, la masividad del proselitismo también expone a los candidatos. La Municipalidad de Tigre auspició en televisión en el entretiempo del partido de River en la semifinal de la Copa Libertadores. Ya en las elecciones de 2013, el sciolismo le había reprochado a Massa sus gastos en publicidad, al señalarlo como el intendente con más inversión en publicidad por habitante: "Tigre gasta más del quíntuple que la provincia en publicidad en función de sus presupuestos, 0,67% contra 0,12%", argumentó entonces el secretario de Comunicación Pública bonaerense, Juan Courel.

Si 2013 parece ya historia antigua, los abusos no lo son. Al punto que, el 21 de julio, Poder Ciudadano y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) denunciaron a Scioli, Macri, De la Sota y Rodríguez Saá ante la jueza federal con competencia electoral María Romilda Servini de Cubría. Estimaron que violaban la ley electoral al utilizar publicidad oficial para promover sus candidaturas nacionales con spots difundidos por televisión.

BILLETES NACIONALES
Allí no se acaban los dilemas. La Casa Rosada alimentó desde sus arcas las candidaturas de sus delfines políticos.

La Secretaría de Prensa y Comunicación contaba en enero con un presupuesto de $1200 millones. Pero en mayo, la Presidenta reforzó la partida con otros $611 millones. Y de este total de $1811 millones, para el 19 de julio ya se habían ejecutado $1309 millones según un informe del candidato a diputado por la Coalición Cívica Hernán Reyes sobre la base de datos del Ministerio de Economía.

La fallida candidatura del ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, aporta un buen ejemplo. Se respaldó -y mucho- en los fondos de la Casa Rosada para hacer campaña mientras peleaba en la interna kirchnerista con Scioli. "Los carteles que resaltaban la política ferroviaria los paga la Presidenta", reconoció una muy alta fuente del randazzismo. "Es lógico porque es una política pública nacional", justificó, mientras que el funcionario recorría las provincias para promover su gestión -y su candidatura- a bordo del Tango 10, uno de los aviones de la flota presidencial, según se verificó.

Como Randazzo, otros candidatos que quedaron en el camino aportan coincidencias interesantes. La mayoría eran postulantes "con caja". Y esos recursos fueron los que les permitieron, justamente, hacerse visibles con una campaña de posicionamiento. Sergio Urribarri, como gobernador de Entre Ríos; Gustavo Posse, intendente de San Isidro; Diego Bossio, titular de la Anses; Patricio Mussi, intendente de Berazategui. Y estos son sólo algunos nombres. "En las campañas 2011 y 2013 Bossio colaboró con Scioli. Este año, que su campaña quedó trunca, todos sus recursos de campaña se derivaron al sciolismo", reveló un estrecho colaborador del equipo del Gobernador bonaerense.
Porque integrar o pertenecer (a algún Estado) tiene sus privilegios.

 

Cartelería, afiches y la disputa por las paredes

$2.000.000 para la Ola Naranja de Scioli

El presupuesto bonaerense para publicidad se duplicó en 2015, para llegar a $ 663 millones. Casi $ 2 millones por día, según el informe del ex diputado Walter Martello, en base a datos de la Contaduría General. En los primeros cuatro meses de 2015, Scioli gastó el 70% de lo presupuestado oficialmente

$3.000.000 para el Cambio amarillo de Macri

El gobierno porteño desembolsó casi $ 3 millones por día en publicidad oficial en 2015. Según un informe de la Coalición Cívica (CC), dispone de $ 883 millones en el presupuesto de sus ministerios. Usó el 42% de esos fondos en el primer trimestre. Según la CC, "es más dinero por habitante que a nivel nacional"

0,67% extra del cambio justo que propone Massa

En 2013, el sciolismo acusó a Sergio Massa de ser el intendente que más fondos destinaba a publicidad, si se contrastaba el presupuesto general con la cantidad de habitantes del municipio. "El 0,67% contra el 0,12% de la provincia", argumentó por entonces Juan Courel, vocero de Scioli

 

Fuente: La Nación.-
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