Ahora Renault: en la mira por supuesto fraude en su sistema de medición de emisión de gases contaminantes

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Instalaciones del grupo automotor francés fueron allanados por la justicia francesa, por sospechas de haber utilizado en sus autos un programa informático capaz de alterar los datos de emisión de nitrógeno.





 

Renault sospechada de fraude.

Varios centros de investigación del grupo automotor Renault fueron allanados por la justicia en Francia, en el marco de una investigación sobre supuesto fraude en los sistemas de medición de contaminación de emisiones de sus motores diésel, lo que arrastró la acción del grupo a perder 10% ayer en la Bolsa de París.

La dirección de Renault confirmó ayer las denuncias formuladas poco antes por el sindicato CGT, pero aseguró que sus vehículos no tenían instalado ningún programa informático capaz de alterar o disimular los datos sobre emisiones de óxido de nitrógeno (NOx). La empresa afirma que las investigaciones emprendidas por la Justicia eran un "complemento de información" de los tests que comenzó a realizar la administración después del escándalo provocado por el descubrimiento de un dispositivo similar en los motores diésel de la marca alemana Volkswagen.

Esos exámenes permitieron demostrar que los vehículos de Renault no están equipados con "ningún programa" capaz de fraguar los resultados de las emisiones, sostiene la firma que preside el brasileño-libanés Carlos Ghosn.

La ministra de la Ecología, Ségolène Royal, indicó que los exámenes realizados en los vehículos de la marca por una comisión independiente mostraban un "desborde de las normas" en materia de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y óxido de nitrógeno, pero "no detectaron la presencia" de ningún "programa de fraude". El mismo tipo de test se hizo con vehículos de otras marcas, entre ellos Renault, PSA (Peugeot-Citroën), Mercedes Benz, Ford, Opel, Toyota y BMW.

De todos modos, las revelaciones sobre los registros en los centros de investigación y desarrollo repercutieron como una bomba en el Palacio Brongniart -sede de la Bolsa francesa-, donde las acciones del segundo fabricante francés de vehículos sufrieron un repliegue de 10,3% después de haber perdido 20% al promediar la jornada.

Los registros, a cargo de agentes de la Dirección General de la Competencia, del Consumo y de la Represión de Fraudes (Dgccrf), fueron realizados ayer en forma simultánea en la sede social ubicada en Boulogne-Billancourt, el centro de ingeniería de Lardy, el tecnocentro de Guyancourt y las instalaciones de Plessis-Robinson, todos ubicados en diferentes suburbios de París.

En todos los casos, los inspectores confiscaron las computadoras de varios directores y concentraron sus investigaciones en los sectores de "homologación y puesta a punto de los controles de motores".

Al parecer hubo otros operativos similares en octubre pasado, precisamente en la época en que estalló el escándalo Volkwagen en Estados Unidos, debido a una denuncia del International Council for Clean Transportation (ICCT), organización no gubernamental que milita por los transportes no contaminantes del medio ambiente.

En el caso de Renault, las autoridades francesas intervinieron a partir de una denuncia formulada por la ONG alemana DUH, que cuestionó al mismo tiempo a BMW, Opel y Mercedes.

La acusación señalaba los niveles de contaminación sospechosos de la nueva versión del modelo Espace, que salió a la venta en el segundo trimestre de 2015. Según esa ONG, la versión 1,6 dci de ese crossover mostraría niveles de emisión de NOx de 13 a 25 veces superior al máximo autorizado por la norma Euro-6.

Según los especialistas, de esa manera Renault está pagando el precio de una opción tecnológica inapropiada: limitación de NOx en lugar de reducción catalítica selectiva (SCR), dispositivo poco apreciado por los constructores por su volumen, su peso y su costo.

Este dudoso episodio no hizo más que agudizar el clima de sospecha que rodea a la industria mundial del automóvil desde que estalló el escándalo Volkswagen, a mediados de septiembre.

Este nuevo capítulo salpica, en todo caso, la imagen del fabricante francés, que había sido uno de los principales patrocinadores de la reciente conferencia de París sobre el clima COP-21 y cuyas publicidades están centradas en destacar los méritos de sus modelos "limpios" y poner de relieve su evolución hacia el automóvil totalmente eléctrico.

En su derrumbe bursátil, el grupo arrastró a otras empresas del sector y fabricantes de equipamientos, como PSA (-5,05%), Faurecia (-3,48%) y Valeo (-4,02%). Incluso los constructores alemanes BMW (-3,35%), Daimler (-3,56%) y Volkswagen (-2,96%) acusaron el impacto.

Este episodio llega en mal momento para Renault, pues el grupo acaba de anunciar un plan de inversiones de 50.000 millones de euros destinado a mejorar la tecnología de sus motores para reducir la brecha que existe entre las emisiones contaminantes de sus vehículos en condiciones de homologación y en situación real.

Fuente: La Nación
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