La carta de monseñor Delgado en medio del escándalo

El cura le escribió a sus fieles y les pidió a los católicos no perder la fe en la Iglesia.
La carta del Arzobispo de San Juan: 


Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia en San Juan:


En primer lugar, les reitero de todo corazón mis felicitaciones en la Pascua del Señor en el Año de la Misericordia. ¡Cuántas misericordias ha derramado Dios entre su pueblo, entre su pueblo de San Juan en estos días! Demos gracias a Dios y sigamos aprendiendo de de Jesús.


Quisiera también compartir con ustedes la preocupación y el desagrado con que ha sido tratada (o maltratada) la información sobre la denuncia penal realizada por el Arzobispado. Al ver actuaciones presuntamente delictivas de dos ex empleados, se investigó y documentó debidamente, y con asesoramiento letrado se elevó de inmediato la causa a la justicia penal, que fue ratificada por mí mismo y me constituí en parte querellante para facilitar la acción judicial.


Quien desea ocultar algo, no investiga ni denuncia. Lo que sorprende es el tratamiento de la información por parte de algunos medios. Lo verdaderamente escandaloso hubiera sido encubrir la situación y no acudir a la justicia. A su vez, las afirmaciones del imputado son totalmente falaces, como una forma de defenderse que lo pone aún más en evidencia. Cuando no se puede enfrentar la verdad, el recurso es mentir e inventar. En el catálogo de las miserias humanas desde Adán y Eva hasta el presente hay suficientes ideas para la imaginación.


Quisiera advertirles también de posibles nuevas declaraciones rimbombantes de calumnias y mentiras del acusado respecto de miembros de la Iglesia, para seguir defendiéndose mediáticamente. No es la primera vez, ni será la última en la historia. Sólo la verdad nos hace libres. En cambio, la mentira y el encubrimiento sólo crean esclavitud en la conciencia. Es el modo de actuar del padre de toda mentira.


Lo que se pueda decir fuera del ámbito judicial sólo tiene el valor de la palabra gratis, donde cabe la ofensa, la calumnia, etc. Algunas de esas declaraciones mediáticas del imputado fueron tomadas como verdad. El imputado es alguien que no tiene la exigencia jurídica de decir la verdad. En cambio, la Iglesia sí tiene la obligación jurídica y moral de decir la verdad con todas sus letras. En ese caso se habría faltado, además, a la ética profesional de corroborar la información y escuchar las dos campanas.


Confío en la actuación de la Justicia y no en las presiones que suelen aparecer en estas ocasiones, presiones que nunca he hecho ni aceptado.


Pido a todos fieles y a los agentes de pastoral que tengan confianza en la Iglesia, cimentada en la roca de Pedro, y que confíen en los sacerdotes y en el obispo frente a posibles nuevas calumnias. Contamos con la fuerza de la oración de todos, unos por otros, para irradiar con el ejemplo la luz del Evangelio en todos los ámbitos y periferias de la sociedad.


El Arzobispado mantendrá al tanto a la comunidad cristiana las decisiones que tome la Justicia, una vez que sea levantado el secreto del sumario. Aprovecho para saludarlos y pedir a Dios misericordioso que nos bendiga con la inmensidad de su gran amor. Y que sepamos perdonar.



PD: Agradezco a mis hermanos sacerdotes que lean esta carta en el Sábado y Domingo de la Misericordia.
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