Emocionante: Con mates y llanto se despidieron de la villa Santa Ana

A Gisela y su mamá Silvia las atravesó la emoción y la nostalgia este miércoles mientras esperaban la erradicación de la Villa Santa Ana. A la hija le tocaba casa nueva y la mamá, que vive en el Lote 27 de enfrente, se tiene que desapegar de los nietos.

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Un alegre grupo de mujeres tomaba mates a la espera de los camiones que los llevarían de la villa Santa Ana al Barrio Valle Grande. Contaron que desde que les anunciaron el traslado no se les pasaban más las horas para tener casa nueva. Sin embargo, también iban a extrañar la humilde casita en la que se criaron los hijos de Gisela y que cuidaba su mamá Silvia que vive enfrente, en el Lote 27.

"Mi hijo más grande dice que no se quiere ir a la casa nueva porque no se quiere despegar de los abuelos", admitió Gisela. La abuela Silvia tampoco se quieren despegar y ya pidió que le hagan una piecita en el fondo de la nueva vivienda para darles las mañas a los nietos.

Luego de intercambiar chistes entre quién pagaría el asado y cómo harían para llevar a la abuela, Silvia se puso seria y derramó lágrimas. "Usted no sabe acá lo que han pasado. Son muchos niños sufriendo el frío, el calor, mojados cuando llovía. Es muy lindo que ya se les cumpliera el sueño. Estoy contenta por todo el Santa Ana. Muchas familias que merecían que se los llevaran y otros que estaban pagando la chequera con mucho sacrificio".

"Esta espera es muy emotiva y cuando me levante mañana y vea para acá que no están los pollitos voy a llorar", reconoció.


Otra de las vecinas, Joana, esperaba contenta el traslado

 


El gobernador recorrió la villa y luego el barrio


A punto de partir


Los niños fueron los primeros en salir rumbo al barrio nuevo

 

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