Recuerdan al padre Mariano, el cura que se ganó el corazón de los sanjuaninos

Cada vez más los que asisten a su tumba en el cementerio de la Capital acompañando a su hermana Virginia Ianelli, quien todos los días 13 de cada mes, asiste al mausoleo del religioso que murió hace veinte años y reza acompañada de personas que  tienen una fe ciega por el Padre al que se le atribuyen sanaciones milagrosas.






La tumba del Padre Mariano Ianelli es visitada por su hermana Virginia todos los días 13 de cada mes y compartan con la gente que se acerca al lugar el rezo del rosario. El Padre Mariano Ianelli murió en 1996, a los 40 años, tras sufrir un infarto en la Parroquia de Jáchal. Al clérigo se le atribuyó la fama de cura sanador. Virginia ha sido testigo de las largas colas que hacían los feligreses en las puertas de las parroquias donde estuvo el Padre, para pedirle que los sane de alguna enfermedad.

“Los días 13, Mariano hacía la consagración a la Virgen de Fátima y por eso  yo sigo con el rezo del rosario para esa fecha. Van sumándose personas y en las vacaciones suele venir más gente porque él también estuvo en Luján y en Caucete. Acá se junta el recuerdo de él con la fe. Él no hace el milagro, sino Dios. Pero como él le rezaba tanto a María, siempre tenía mucha gente donde estaba porque bendecía, daba la unción a los enfermos y los iba a ver a los hospitales”, cuenta Virginia Ianelli.

El padre Mariano Ianelli fue muy popular en los años 90. Luego de estar unos meses en la iglesia de Nuestra Señora de Luján, llegó a Caucete y en 1993 fue designado cura párroco en la Iglesia de San José de Jáchal. Su hermana Virginia y toda su familia  lo acompañó a todas las parroquias donde el Padre Ianelli donde desempeñó el sacerdocio.  En cada lugar, miles de sanjuaninos hacían largas colas para tener un encuentro con el sacerdote, ya que solicitaban que él pidiera a Dios por sus problemas físicos. “Es Dios quien cura” cuenta Virginia que repetía constantemente, pero muchos le atribuyeron la fama de cura sanador. Algunas muestras de gratitud al Padre quedaron colocadas en el mausoleo en placas y, de a poco, fueron aumentando. “Yo he visto como las personas que iban a verlo mejoraban, pero él no decía nada, solamente que no era sanador y que el que curaba era Dios. Al cementerio vienen personas que él casó, bautizó o que han sentido nombrarlo; hay quienes le hicieron la promesa de venir cada 13 durante trece meses seguido. Lo más sagrado para él fue su misa y atender a la gente, por eso quise venir a rezar y uso los libros con que él rezaba”, dice Virginia Ianelli.

A los pocos años de estar en Jáchal, el padre Mariano falleció un 04 de octubre 1996, tenía sólo cincuenta años. Virginia fue la persona que encontró muerto. “Fue en la mañana y ya había gente esperándolo porque iban a cualquier hora del día con los niños enfermos. A la hora que sea, yo me despertaba y atendía la puerta mientras él se vestía y salía. Ese día, yo creía que se había ido a ver un enfermo y por eso no venía. Cuando fui a la pieza donde dormía, estaba muerto” relata su hermana.

Cuando Virginia no puede ir al Cementerio algún día 13, sí lo hace el grupo de personas que la acompaña. Ella tiene la llave y asegura que el día que muera, sus sobrinos continuarán yendo para que no desaparezca el recuerdo del Padre Ianelli. Incluso, ella seguirá estando presente en los rezos del rosario porque será sepultada en el mismo mausoleo junto a su hermano.
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