Boni, la perra que viajó desde Ecuador para reencontrarse con su salvadora

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"Me tengo que ir pero te prometo que en muy poco tiempo nos vamos a volver a encontrar", le dijo Ayelén con lágrimas en los ojos mientras la abrazaba fuerte y acariciaba su pelo con arena. Se habían conocido en Ayangue, Ecuador, un pequeño pueblito de playa que fue testigo de la magia que ocurrió entre ellas. Hacía un año y medio que Ayelén estaba recorriendo Sudamérica vendiendo sus artesanías y luego de pasar por Bolivia, la costa peruana y de haber vivido en Lima y en Mancora algunos meses, llegó a Ecuador.

En ese país, una tarde, mientras hacía una de sus habituales caminatas hacia el pueblo de Ayangue para comprar algunas provisiones vio cuando un taxi golpeó a una perra en una de sus patas. "Por suerte fue sólo un golpe suave, pero la perrita gritó mucho por el susto. Inmediatamente la llevé al veterinario y afortunadamente solo tenía una contusión", recuerda Ayelén. Le dieron medicina para desinflamar la zona y un calmante para el dolor. La bautizó Boni -un diminutivo de Bonita- y le prometió que la iba a cuidar. "Cuando ya estuvo recuperada, empezamos a hacer caminatas diarias aunque cojeaba de la patita. Ella venía conmigo como si toda la vida hubiéramos estado juntas, la conexión que tuvimos fue desde el primer momento".

Así pasaron los meses. Ayelén trabajaba y Boni la acompañaba. Pero el viaje de esta cordobesa estaba llegando a su fin y pronto iba a tener que separarse de su compañera de cuatro patas que tan feliz la había hecho ese tiempo. "Boni fue amorosa desde el primer momento, apenas me acerqué me lamió la mano. Sus ojos brillantes solamente expresaban amor. Por eso le puse Boni, porque lo primero que le dije fue qué Bonita sos. Estaba entregada por completo. Desde el primer momento sentimos mutuamente que éramos la una para la otra. Se dejó ayudar, mimar y querer desde el minuto cero".

Por eso, pensar en dejar a Boni en Ecuador y volver a la Argentina significaba un inmenso dolor. Lo pensó, lo habló con su novio y tomó la decisión: Boni iba a formar parte de su familia en Córdoba. El único problema era que Ayelén carecía de los medios para cubrir el traslado de la perra hacia nuestro país. Iba a regresar a fin de diciembre por tierra y no podía llevarla a Boni con ella. "Los días previos a mi viaje, cuando empezaba a armar mi mochila, parecía que Boni ya lo presentía porque estaba triste". Entonces se le ocurrió que podía comenzar una campaña a través de Facebook para pedir la ayuda que necesitaba. Así nació El viaje de Boni, una página que tuvo como objetivo reunir a Ayelén y a Boni. "Iniciamos la campaña a finales de noviembre del año pasado y en febrero de este año llegamos a conseguir la totalidad del dinero. El canil en el que tuvo que viajar salía 240 dólares, el pasaje 200 más, y tuvimos que pagar la documentación necesaria. Recibimos donaciones de países como España, Suiza, los Estados Unidos, México, Ecuador pero especialmente de Argentina. Los argentinos tenemos ese don de colaborar con las causas especiales, sobre todo los que tenemos animales que son parte de nuestra vida y por eso voy a estar eternamente agradecida".

Tres meses le tomó a Ayelén y a su pareja poder cumplir con todos los trámites que eran necesarios para que Boni pudiera viajar. En Ecuador, un médico veterinario se ocupó de atender a Boni y asegurarse de que estuviera apta para tolerar el viaje en avión. Además recibió vacunas y fue trasladada en auto desde Ayangue a Guayaquil para abordar su avión. "Se despidió del mar y dejó el pueblo que la vio nacer, se fue sin mirar atrás, porque sabía que le esperaba una vida feliz. Boni no dejó de mirar el mar por la ventana, como si estuviera despidiéndose de ese Océano Pacífico que supo conocer. Ella es una perrita que se crió sola, sin un hogar, sin amor, sin una camita caliente. A pesar de esas carencias de afecto y de lo que se podría llamar una educación de casa, ella es muy educada, se adapta a todo. Nunca había viajado en auto y cuando fue al aeropuerto, lo hizo suelta como si toda su vida lo hubiera hecho".

Finalmente el día tan esperado llegó. El 11 de marzo pasado y luego de cinco horas de vuelo, Boni llegó a la Argentina. "La esperé con mucha ansiedad porque necesitaba saber que todo iba a salir bien y que no íbamos a tener ningún problema con los papeles del viaje. Las piernas me temblaban mientras la esperaba en el aeropuerto. Cuando vi el canil de ella sentí que se paró el mundo y solo quería que saliera para abrazarla. Cuando escuchó mi voz, raspaba con la patita la jaula para poder salir y en ese momento supe que nunca más volveríamos a separarnos".

Boni hoy vive junto a Ayelén en su casa en La Cumbre, provincia de Córdoba. Es feliz. "Yo trabajo y por las mañanas la saco al jardín a que haga un paseo matutino, aunque en el invierno voy a tener que ponerle una ropita polar porque no sabe lo que es el frío de acá. Boni duerme en mi cama, nunca habia dormido en una cama antes. Cuando llego del trabajo sale a recibirme a la puerta, se para en dos patitas y me abraza. Boni es 100% amor, todas las personas que la conocen lo sienten, aunque ella y yo tenemos una conexión especial y absoluta. He tenido perros anteriormente y todos fueron especiales pero Boni tiene algo más allá de todo lo que puede expresarse con palabras".

Fuente: Clarín
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