Ruth, una joven MAMÁ que ALIMENTA a 120 chicos en un asentamiento de Caucete

ruth la mamam de los
ruth la mamam de los

Existen realidades duras para algunas familias, que aunque no sea visible para muchos. También existen personas que se ocupan de este tema. Una de ellas es Ruth Urbano, una joven mamá, que pasó de pasar hambre y no tener para darle de comer a sus hijos, a montar un merendero en su propia casa y darle de comer a más de 120 chicos. Para los vecinos, ella es un ejemplo de resiliencia y entrega, y todos destacan su gran honestidad y fuerza de voluntad.


Los merenderos sociales abren sus puertas a todos. Antes los que asistían eran personas en riesgo de exclusión social, pero desde hace unos años son frecuentes también quienes se han quedado sin empleo e incluso familias enteras con graves problemas económicos. San Juan no escapa a esta realidad y en la provincia personas generosas que se dedican a esta labor solidaria. Una de ellas es Ruth Urbano, una vecina de Caucete, quien le da de comer a 120 chicos en su casa.


La mujer de 28 años vive en el asentamiento El Ramo y conoce muy de cerca lo que es pasar hambre. Hubo momentos en la vida de Ruth en el que no tenía como darles de comer a sus hijos y también vio las necesidades de los otros chicos del asentamiento. De esta manera, ante la extrema pobreza y falta de alimentos de las familias del lugar, es que decidió armar un merendero en su propia casa  y tratar de apalear el hambre de los chicos.


"Los niños están totalmente olvidados acá. Muchas veces mis hijos pasaron situaciones feas y por eso yo ahora pongo mi tiempo y mi corazón para poder ayudar a otros chicos", cuenta Ruth. Estos 120 chicos de todas las edades a los que ella asiste son los que se amontonan alrededor de las mesas que Ruth sacó a la calle para poder recibir su té y su sopaipilla.


Ser parte de este merendero solidario es un aporte que engrandece Ruth, que entre los vecinos la consideran una líder social, y a la vez dignifica la vida de las personas que asisten. Pero hay una realidad que no se pude negar y es que se necesita de donaciones para que  los niños puedan comer, y desde Cáritas le envían la mercadería. Ella se encarga de racionarla de la mejor manera posible, pero sin estos aportes, estos chicos no podrían tener acceso a una cuota de nutrición.


"Tengo cuatro hijos de 7, 6, 4 y 2 años. Iba a otro merendero al lado donde les decían que eran muertos de hambre porque les tomaban la leche a otros chicos. Los dejé de mandar. Y cuando había para comer comían, y cuando no, no", dice la joven entre lágrimas.


Pero lejos de quedarse con los brazos cruzados, ese enojo y esa impotencia la llevaron a plantearse la una pregunta: “¿Si hay tantos merenderos, por qué yo no lo puedo hacer y trabajar para los chicos del barrio? Me acerqué a Cáritas y les dije: les quiero ofrecer mi ranchito para un merendero". Enseguida le dijeron que sí y pusieron manos a la obra.


El merendero, al que llamaron  Berbechito, funciona desde hace tres meses en casa de Ruth. Ella cocina dentro de su rancho de adobe, palos de madera y nylon, y después arma una mesa con sillas en la puerta para que todos reciban su ración. "En un primer momento abríamos los lunes, miércoles y viernes, pero los chicos venían también los martes y jueves a ver si no tenía algo para darles. Y como a mí me sobraba un poco de mercadería, lo empezamos a abrir todos los días de la semana", expresa la mujer.


Para los vecinos del asentamiento, Ruth tiene mucho carisma con la gente y un don especial para tratar a los niños. Se las ingenia para servir cientos de tés, repartir la merienda a los chicos y atender a cada uno de sus necesidades. Todos le gritan al mismo tiempo y ella los escucha con una paciencia infinita.


Para los vecinos del asentamiento, el sentimiento que tienen ante tantas necesidades es de abandono y más cuando sus hijos piden y no tienen para darles de comer. Es por esto que se sienten muy agradecidos por el trabajo solidario de Ruth. "Yo me dedicaba solo a mis hijos y ahora me dedico al barrio. Yo les amaso todos los días. A veces les doy a elegir a ellos lo que más les gusta. Puede ser té, arroz con leche, leche con chocolate, sopaipilla o tortitas", cuenta la joven.


La relación que tiene el asentamiento El Ramo con la organización Cáritas es más que la donación de alimentos. Ruth fue elegida como referente de la zona para que pudiera contar con las necesidades del lugar. Además, desde Cáritas se busca generar equipos para la promoción humana y así ayudar a las comunidades para que salgan adelante. De esta manera, a la joven mamá se la eligió por su fortaleza y su espíritu para ayudar a los chicos del asentamiento.


Para el asentamiento, Ruth es un ejemplo de resiliencia y entrega. Todos destacan su gran honestidad y fuerza de voluntad. Para los vecinos ella representa  la imagen que a pesar de que haya entre tanta pobreza, existen personas con vocación de servicio, que se olvidan de su propia necesidad y se ocupan de los demás.


Agua potable, la gran necesidad para los vecinos


El Ramo, al ser un asentamiento precario, no tiene acceso al agua. Allí el camión de la municipalidad llega dos veces a la semana, martes y viernes, para repartir agua en bidones a los vecinos. Esa es la solución provisoria que, por el momento, le encuentran para ellos al problema del agua.


Sin embargo, estas acciones no alcanzan. Durante la temporada de verano se inundan debido a las fuertes lluvias, esto hace que los niños, como consecuencia se enfermen. Incluso, hay chicos que se enferman de sarna debido a la gran cantidad de basura que hay en la calle.


“Los chicos, lo más importantes son los chicos”, dice Ruth, dejando entrever una desesperación que solo una madre puede sentir. “Por ahí nos quedamos sin agua y nos vamos convidando entre los vecinos”, cuenta, resaltando la enorme solidaridad que existe entre los vecinos para poder hacer frente a cada una de las necesidades que tienen.


"La situación acá es bastante jodida. Tenemos muchísimas necesidades. En vez de mejorar, empeora. Necesitamos el agua para bañar y asear a los chicos, para hacer de comer y para limpiar", concluye Ruth Urbano.

Lo más visto