Un REFUGIO para AMAS DE CASA en San Juan; "Aquí hay paz y tranquilidad"

En estos días dos mujeres están en el refugio de la asociación amas de casa. En general la causa por la que llegan a esta casa es porque han sufrido algún tipo de violencia, aunque hay otros casos.

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Las mujeres con las que Diario Móvil dialogó no fueron la excepción. Una de ellas que no quiere ser identificada por temor, hace dos semanas que está en este hogar. Ella dijo: ”tuve que irme porque tuve problema con uno de mis hermanos. Nosotros vivíamos en la casa que era de mi papá. Yo aguantaba muchas cosas feas porque era muy violento. Yo no daba más. Estuve rodando en Caucete, buscando la libertad de los maltratos. Le molestaba hasta que comiéramos, les pegó a mis hijos. A mí me pegaba con palabras y eso no se olvida. Ahora es distinto, en la casa podemos, por ejemplo, conversar, ir a la escuela, cenar. Ellos viven conmigo porque eso es lo bueno del Refugio. Yo nunca me animé a denunciarlo a mi hermano porque es mi familia. Además, mis hijos le tenían miedo. En mi casa, la violencia viene de familia. Y a psicóloga que me atiende me dijo que la agresión se naturaliza. Aquí lo que hacemos es capacitarnos, yo trabajaba cuidando a adultos mayores, pero ahora aprendo costura, peluquería. Estoy mucho mejor, más tranquila”. El rostro de esta señora es de paz, parece que encontraron la seguridad y el hogar, aunque sea transitorio, que les permite estar tranquila.

Además, otra señora que hace dos meses está en la casa, aunque con ganas ya de empezar a alquilar, compartió su caso. Ella contó: “yo llevo más de dos meses aquí, viví en el hospital, después trabajaba en casas de familia, limpiando veredas, podando, lo que sea, siempre para que mis hijas pudieran terminar los estudios. Después me fui con mi hijo, pero tuve una discusión muy fuerte con mi nuera, a tal punto que él me golpeó y por eso decidí irme para no estropear su matrimonio. Por eso vine a preguntar a amas de casa a averiguar y hablé con Laura Vera y me dio lugar. Ahora estoy trabajando en un consultorio limpiando y también estoy aquí en el refugio. Estar aquí es hermoso, el compañerismo y la convivencia. Tengo mi espacio y me encargo de limpiar aquí. Yo me separé hace muchos años y se terminó la cuota alimentaria por eso no nos alcanzaba. Hace tres años que tengo este problema de estar en la calle, es horrible estar así, en el hospital me quedaba, pero no dormía, tomaba con fuerza la cartera por temor. En la calle el miedo es que te pase algo. Yo venía a Amas de casa en el día y aquí no sabían que yo estaba en la calle. Y en mi matrimonio sufrí muchísima violencia. Me pegaba, me ató las manos, los pies, y hasta me cortó con una Gillette, y parece que eso se contagia porque mi hijo también se volvió violento”. Pero yo digo que no hay que perder la fe, que de esto se aprende” Este duro relato es superador cuando se escucha de la misma mujer que hoy tiene expectativas de progresar y de salir adelante.