Desarrollado por el Grupo de Óptica Biomédica del Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería de la CIC, el novedoso mamógrafo utiliza luz infrarroja en lugar de Rayos X para la formación de imágenes médicas de los tejidos mamarios, lo cual lo convierte en un método complementario al tradicional que permite un uso más rutinario e intensivo por su ausencia de contraindicaciones.
Esta característica, sumada a que su aplicación no requiere comprimir las mamas, le mereció al equipo de investigadores de la CIC el segundo premio en el Concurso del Instituto Balseiro 50K. Se trata de una prestigiosa distinción que reparte 50 mil dólares entre los mejores planes de negocios desarrollados por jóvenes tecnoemprendedores de nuestro país.
“El objetivo de nuestro mamógrafo óptico no es reemplazar a la mamografía tradicional, que hasta ahora es el mejor método que hay, sino ofrecer un dispositivo que los médicos puedan aplicar en su consulta con más facilidad; una opción que además brinde soluciones en áreas que la mamografía tradicional no puede cubrir, como el seguimiento continuo en mujeres más jóvenes”, explica Juan Pomarico, uno de los responsables del proyecto. Más allá de que al basarse en luz infrarroja puede aplicarse sin ninguna restricción (incluso en mujeres embarazadas), el mamógrafo óptico ofrece la posibilidad de reemplazar la tradicional compresión de la mama por una situación más descansada para la paciente.
“Gracias a que la luz viaja de forma difusa dentro del tejido humano es posible colectarla desde la misma cara con la que se ilumina el tejido, como retrodispersada. Eso permite que -en lugar de comprimir la mama entre dos placas como se hace en las mamografías convencionales- la paciente descanse acostada boca abajo en una mesa con una ventana trasparente desde donde se ilumina y se recibe la luz”, cuenta el investigador.
Aunque el desarrollo se encuentra en una fase muy adelantada y su funcionamiento es muy bueno “todavía faltan etapas para que pueda efectivamente implementarse”, reconoce por su parte Nicolás Carbone, otro de los integrantes del equipo de investigación, al contar que actualmente se encuentran en vías de armar el primer prototipo para evaluar con médicos patólogos y oncólogos si los beneficios comprobados en laboratorios se confirman en consultas con pacientes.
“La próxima fase es entonces hacer toda la etapa de estudios clínicos donde se somete a prueba el dispositivo para ver si es capaz de detectar la presencia de la enfermedad. Para eso necesitamos desarrollar un dispositivo distinto al que utilizamos en el laboratorio, que pueda llevarse a un hospital y probarse”, cuenta el investigador del CIFICEN.