Fe, esperanza, devoción. Esa es la sensación que se ve en la mirada, en los rostros de los fieles que cada 11 de febrero llegan al Santuario de Nuestra Señora del Lourdes, en el Challao, a pedir, a agradecer y a renovar fuerzas para afrontar un nuevo año con optimismo, con la ilusión de que todo va a ser mejor.


La fría tarde no fue impedimento para que miles de personas, con sus padres, sus hijos, sus abuelos, llegaran para pedir por paz, pan y trabajo, y también para devolverle a la Virgen y al Señor todo el amor que sienten haber recibido durante la Misa por la Salud de los enfermos.






A medida que pasaban los minutos, en las afueras del Santuario la gente se organizó con mucha tranquilidad y pasadas las 17 el padre Gustavo Larrazábal ofrecía la misa con María y Jesús en el altar ante una verdadera multitud, que superaba las 9 mil personas.


Cada uno tiene su historia. Problemas de salud, económicos, falta de trabajo, la llegada de un bebé después de años de oración, o un mejor pasar para aquellos que saben que no podrán superar sus males y esperan con resignación, en medio de una misa inundada de cánticos y oraciones acompañados con aplausos para transformarla en una entusiasta celebración.



Gladys tiene Parkinson y agradece


Gladys Cortés, desde que el Parkinson volvió un poco más difícil su vida, llega cada 11 de febrero en su silla de ruedas acompañada de su familia. Su hijo Rodrigo contó que "a pesar de la enfermedad y la rigidez que padece, además de otros problemas de salud, ella nos pide que vengamos todos los años. También cuando está bien nos pide que los domingos las llevemos a misa, pero los 11 de febrero no falta al Santuario".






"Ella siempre mantuvo la fe, y nosotros la acompañamos en un momento delicado para ella. Ella vive la misa con mucha entrega y nosotros estamos felices de que sea así", agrega el joven.



Diez años, sin falta, en el santuario


María Alejandra tiene 69 años, y los 11 de cada mes viaja desde Rivadavia hasta El Challao para agradecer que su esposo y sus hijos estén bien. Ella es una de las que invita a los fieles con los brazos en alto a que canten con más entusiasmo durante misa.


"Yo vengo desde hace 10 años al Challao. Le agradezco a la Virgen de Lourdes por haberme ayudado. Yo estuve 5 años perdida (no dio demasiadas precisiones sobre su problema) y gracias a la oración y a la fe me pude recuperar. Trabajé muchos años como enfermera en una clínica privada y después tuve este problema que gracias a que recé tanto lo pude superar. Y vivo cada misa con mucha pasión", afirma la mujer que también integra el grupo de la colecta.






Y agrega que "me gusta animar a la gente a que cante, le pedí permiso al padre Gustavo y me dejó hacerlo. No dejó de venir todos los meses y para esta fecha no falto. Ahora me acompañó una amiga y nos volvemos a Rivadavia".



Mariela, mamá a los 40


Mariela (40) pudo finalmente tener a Agustina, su pequeña de sólo unos meses de vida, después de mucha oración, de rezarle a la Virgen para lograr ser madre. Y este año fue para agradecer por haberse cumplido el sueño que siempre buscó.






La docente de la Universidad Nacional de Cuyo, quien llegó desde su casa en Guaymallén acompañada por su mamá, explicó que "no me cansé de pedirle a la Santísima Virgen. La fe lo supera todo, sólo hay que soltarse porque Dios es muy generoso. Felizmente llegó Agustina, le pedí al padre Gustavo que la bautizara y así o hizo el 1 de diciembre. Por eso le agradezco a la Virgen y a Jesús por vivir estos momentos de inmensa felicidad".


La misa llegó a su fin y el padre Larrazábal, experiodista deportivo en su juventud mientras estudiaba en el Seminario, se paseó con el Santísimo por cada pasillo del Santuario ante esa multitud que mostraba en sus manos levantadas la foto de sus seres queridos, de sus hijos, de sus padres, de sus nietos, para que sean bendecidos.






Muchos regresaron a casa. Otros se quedaron a esperar la procesión que partió a las 21 desde los Portones del Parque y la misa final, a cargo del Obispo Marcelo Colombo.