Según manifestó un periódico porteño, la decisión de la propia Corvalán fue trasladadar la escultura a otra sala de la exhibición con imágenes sobre arte y género, en cuya entrada se colocó una advertencia sobre algunas piezas que podrían “herir susceptibilidades“.
Sin embargo, la curadora no cedió a las presiones de grupos conservadores para excluir definitivamente la pieza de la exposición.