Fue a comprar y nunca más volvió: la VIOLARON y MATARON

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Un remisero que acababa de ser liberado por un caso de abuso sexual la metió en su auto y la llevó junto a otros depravados.



El 26 de enero de 2008, María Fernanda Ruiz, de 16 años, fue vista por última vez con vida. Minutos antes de que comenzara el calvario que terminó con su muerte, había sido enviada por su papá a comprar unos materiales de trabajo que necesitaba. Su familia jamás se imaginó que serían víctimas de uno de los crímenes más espantosos que se hayan registrado en la provincia de Salta.

Los Ruiz eran una familia como cualquier otra, sin riquezas, que vivía en la localidad de Salvador Mazza.

El fatídico día en que Fernanda desapareció, alrededor de las 17, su padre Raúl, empleado municipal, le pidió que fuera a conseguir un repuesto para el vehículo que se encontraba reparando.

Pasaron tres horas y la joven no daba rastro. Nadie la había visto. Incluso tampoco había llegado al comercio al que había sido enviada.

Su papá radicó la denuncia en la comisaría de la localidad.

Su fotografía fue distribuida por todo el departamento San Martín, en San José de Pocitos y en Yacuiba (Bolivia), pero no hubo buenos resultados.

Cinco días más tarde, el 1 de febrero, los investigadores encontraron una pollera de jean azul y una musculosa clara. Las prendas estaban al costado de las vías del ferrocarril, detrás de un boliche bailable. La mamá de la muchacha reconoció las prendas.

Doce días después, el 13 de febrero, obreros que desmalezaban la zona, descubrieron a 200 metros del lugar donde había sido hallada la ropa, en un pozo de un metro de profundidad, el cadáver de la joven en estado de descomposición. Fue reconocido por una cicatriz en una de sus piernas, informaron los medios locales.

La autopsia reveló que Fernanda murió en medio de un sufrimiento indeseable. La torturaron sin piedad, la violaron y luego le seccionaron el cuello. Sus restos fueron arrojados a un pozo ciego.

Los asesinos no eran desconocidos ni para la infortunada víctima ni para sus parientes, ya que vivían en el mismo barrio Ferroviario y la conocían desde que había nacido. Incluso jugaban al fútbol con algunos de sus tíos. Uno de ellos, Julio Miguel Caucota, remisero, con antecedentes por abuso sexual quien permanece prófugo y habría huido a Bolivia, la abordó y la secuestró introduciendola en un vehículo, a plena luz del día, para luego llevarla a una casilla precaria donde aguardaban Julio César Romero, Héctor Adolfo Montes, Miguel "Rata" Tárraga y Guillermo Antonio Altamirano, informó El Tribuno.

El 8 de setiembre de 2011, la Cámara del Crimen de Tartagal, integrada por los magistrados Sandra Bonari, Miguel Chedha y Azucena Vásquez, condenaron a reclusión perpetua a Romero, Montes, Tárraga y Altamirano por el homicidio triplemente calificado de la joven. Quedaron en libertad y absueltos de culpa y cargo otros dos acusados: Daniel Víctor Cejas y Rodrigo Adolfo Segundo. En tanto, aún se espera que sea atrapado Julio Miguel Caucota quien estaría en Bolivia.
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