“El héroe de mi pueblo”, murales que honra los valores de abuelos

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Dicen que el camino se hace andando, y si usamos esta expresión en la vida, los que más han recorrido caminos son nuestros mayores. Recordar sus vidas como ejemplos a seguir es una de las mejores forma de honrarlos, y esto fue justamente fue lo que hizo el artista mexicano Addí Fernández, en Guerrero.

En 2015, realizó un proyecto llamado “El héroe de mi pueblo”, que consistió en crear una serie de tres murales inspirados en tres personajes representativos de la cultura popular local. Su obra ha sido muy significativa, pues a través su trabajo refleja la labor y el compromiso social haciéndole un homenaje a aquéllas personas que aportaron autenticidad y valores a su comunidad.

El muralismo mexicano es uno de los primeros movimientos pictóricos de América Latina en el siglo XX, y se convirtió en una de las expresiones más importantes durante este periodo, poniendo énfasis en representar a la sociedad. Esta intención de llevar los murales urbanos como una manifestación de la gente, que ponen a la comunidad en contacto directo con artistas, enriqueciendo y mejorando la calidad de vida, fue lo que llevó a un artista de México de nuestros días a plantearse al muralismo como no solo una forma de expresión artística en las ciudades, sino también a proporcionarle, en muchos casos, una identidad.

Se trata de Addí Fernández, mejor conocido como Facte, un joven de Cuernavaca, quien con esta premisa realizó en el año 2015 el proyecto “El héroe de mi pueblo”, durante las actividades anexas a Caravanas Culturales por la Paz en Guerrero. Tecpan fue la sede para que Facte efectuara una serie murales inspirados en personajes representativos de la cultura popular de ese lugar.

Si bien Facte no siempre pinta personas mayores,  los murales del proyecto “El héroe de mi pueblo” justamente trata de encontrar personajes entrañables de las comunidades y hacerles un homenaje en vida. “Gente que puede tener el oficio más sencillo del mundo, pero que con su ejemplo nos hablan de otra forma de vivir, alejada de la soberbia, del crimen, de la falta de valores. Pasa que muchas comunidades han empezado a idolatrar al narco, al narcomenudista o al malhechor. Pero eso tiene que cambiar”, cuenta Addí en una entrevista para DIARIO MÓVIL, desde Morelos, México.

Para muchos, la obra de Facte en Guerrero ha sido significativa  y detonante para un nuevo movimiento muralista en la región. En particular, Fernández reivindicó la labor de hacer murales y les devolvió su valor social por medio de emotivos homenajes en honor a aquellas personas cuyo aporte permanece en su trabajo y compromiso dentro de su comunidad. En esto, la obra del artista pretende que el regresar a las raíces mexicanas es renovación, una retrospectiva que lleva a la evolución, volver a comenzar.

Para muchos, el proyecto “El héroe de mi pueblo” responde a la necesidad de rescatar la experiencia, la sabiduría y el ejemplo. Es la inmortalización de personas comunes que representan las costumbres y valores para que estos no se pierdan en el tiempo.

“La Pilinca”, abuelita recordada por todos en Guerrero

El proyecto “El héroe de mi pueblo” en Guerrero consistió en crear una serie de tres murales inspirados en tres personajes representativos de la cultura popular del lugar. Su trabajo refleja la labor y el compromiso social haciéndole un homenaje a aquéllas personas que aportaron algo positivo a su comunidad.

Uno de los murales es en honor a Petra Galeana, conocida por todos como “La Pilinca”. Esta obra rebasó fronteras, más allá de México. Desde Sudamérica hasta Estados Unidos la apropiación y el sentido de pertenencia hizo que alrededor la pintura se creara un halo de misterio sobre el lugar donde se pintó y sobre su autor.

“Hay una historia muy bonita en el mural de la señora Pilinca, que es tal vez uno de mis murales más conocidos. Ella murió un año después de que le pinté su mural y la gente del pueblo es muy tradicional de México en donde hacen sepelios en las casas de los difuntos y de ahí marchan al otro día con el ataúd directo al panteón. Es una caminata de al menos dos o tres kilómetros. Después del sepelio hicieron una escala en el mural para despedir a la señora Pilinca enfrente de su mural. Esa es una fotografía encantadora que a mí me sacó una lagrimita de pensar el poder que tiene el arte urbano, el arte público, el poder transmitir un mensaje y que llegue a la gente es algo muy bello”, recuerda Addí Fernández.

El fallecimiento de “La Pilinca” hizo del mural una obra de arte legendaria para todos en Guerrero. Este icono de la obra de Facte representa a la abuelita que se hizo famosa por su gran sazón y por vender lo que para muchos pobladores del lugar era el mejor relleno de Chuche, un platillo tradicional hecho a base de carne de cerdo, que junto con su esposo, la señora vendió por 40 años en un mercado local.
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