“Diablo”, el Dodge 1500 que despertó la pasión de un sanjuanino

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Los autos no dejan de ser simples cosas materiales, pero que igualmente se dejan envolver por cierto valor simbólico o halo de emotividad para aquellos a los que pertenecen o a los que pertenecieron. Este es el caso de un Dodge 1500 modelo 1976, apodado “Diablo”, cuyo orgulloso propietario sanjuanino lo mantiene para cada vez que pisa el asfalto se lleve todas las miradas.




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La Argentina es un país en el que los autos constituyen, junto con el fútbol, una de las pasiones que se viven con mayor intensidad. Por fanatismo personal o por herencia familiar, estas máquinas de cuatro ruedas son, para muchos, un amigo incondicional que los acompaña siempre.

Quizás sea por eso que en la región abundan los clubes de vehículos antiguos, en los que sus miembros se nuclean para compartir kilómetros de elogios. Tal vez también se unan por la belleza que irradian esas carrocerías que se resisten al olvido.

Lo cierto que el entusiasmo que despierta este modelo tiene a muchos adeptos en la provincia de San Juan, como es el caso de un padre de familia, oriundo de San Martín, cuya pasión por este auto ni siquiera el limpiaparabrisas del tiempo puede borrar. Se trata de Alejandro Quiroga y su reliquia es un flamante Dodge 1500 modelo 1976, que comparte esta efusión por el fiel reflejo de la mística de los autos de otra época con los demás miembros del Club Dodge 1500 de San Juan.

“La pasión por los autos fue desde chico, siempre me gustaron. El Dodge se lo compré a mi viejo, que lo tuvo  10 años y de ahí mi cariño por el auto y por lo que se le ha puesto tanto amor. La vez que le hago algo nuevo al auto lo primero que hago es ir a mostrárselo a mi viejo, la alegría que le da me da más fuerza para seguir haciéndole cosas”, cuenta Alejandro en una entrevista para DIARIO MÓVIL.

Es casado y tiene dos hijas, trabaja como empleado en la fábrica Taranto y hace sumos esfuerzos por mantener impecable a su máquina. “Al auto lo uso todos los días para trabajar. Desde San Martín a 9 de Julio todos los días de lunes a viernes”, expresa Alejandro. “El cuidado es el normal, lavarlo los domingos. El auto estaba casi todo original y se le fueron sumando muchas cosas más”.

Desde que el automóvil se convirtió en un miembro más de la familia, este Dodge tiene su nombre. Así como en los ‘70 proliferaron las Marcelas, en los ‘80, las Lauras y en los ’90 las Agustinas, este clásico fue bautizado con el apodo de “Diablo”.

En este sentido, más allá de la clara referencia por su color rojo, lo llama así, junto a sus amigos, por el equipo de sus amores.  “¿Por qué el diablo? Por mi fanatismo por Independiente. Traté de fusionar mi pasión por el futbol y los fierros en este auto”, explica.

Puesta a punto para tener todas las miradas

La restauración de vehículos implica mucho dinero y muchos meses, incluso años, de trabajo como mínimo. En el caso de “Diablo”, su motor 1.8 fue arreglado a nuevo, tiene pintura y llantas también nuevas. Alejandro le dedica amor, esfuerzo y pasión para se lleve siempre todas las miradas.

Según los especialistas en restauración y colección de automóviles, estos deben combinar lujo, glamour, atributos de rareza, rendimiento, importancia histórica y procedencia. En este sentido, Alejandro busca siempre sumarle algún detalle original al auto para darle más valor a la máquina y mantenerla con todos los el como era cuando fueron fabricados. Estos accesorios no siempre son fáciles de conseguir y su precio en ocasiones son elevadísimo, pero esto no lo detiene en la búsqueda.

“La insignia del ACA que se trajo desde Buenos Aires. Las viras originales de los guardabarros desde Mendoza”, explica. Además este Dodge 1500 cuenta con la valiosa insignia de ‘Industria Argentina’ y dos pequeñas rejillas que van a los costados traseros de los vidrios, elemento original que de la más cuantía al vehículo.

Por otra parte, uno de los interrogantes que tiene cualquier propietario, comprador o vendedor de un auto clásico es conocer con cierta exactitud el valor de este. Es verdad que con el tiempo el entusiasta de los autos comienza a formar un archivo mental de precios, equivalentes, condiciones de los autos, y demás. Otros como su apego son tan grandes que la posibilidad de venderlo es casi nula. Este es el caso de Alejandro con su “Diablo”.

“Venderlo, ¡jamás! Cuando lo traje a casa le dije a mi señora que este auto quedaba en la familia para siempre, y me dijo que le parecía perfecto”, expresa. En teoría, el padre de familia cuenta que la idea original era que auto fuera para su esposa, pero el cariño y la historia detrás de la carrocería hizo que se lo terminara quedando.

“El apoyo de la familia es fundamental para hacer esto porque se le dedica mucho tiempo y dinero, y gracias a Dios mi familia me hace el aguante en todas mis locuras. Tiene un valor sentimental muy grande, no lo vendería nunca”, concluye Alejandro Quiroga.

El Dodge 1500, la opción perfecta para el mercado argentino

El Dodge 1500 fue un automóvil de turismo del segmento C fabricado en el país por Chrysler-Fevre Argentina S.A.  Es compacto y fue concebido como una opción económica para el mercado automotor argentino.

Su aparición rompió con el molde de las automotrices norteamericanas que operaban en el mercado automotor argentino, que hasta su aparición producían y vendían vehículos con motores de 6 cilindros o más. De este modo, Chrysler se convertiría en el primer productor norteamericano en comercializar en Argentina un automóvil con motor de 4 cilindros.

Su bajo costo en ventas en parte a su excesivamente espartano equipamiento, sumado a su mecánica robusta pero económica, lo convirtió en la principal opción para las populaciones de clase media y baja, ya que conjugaba las bondades de un vehículo de bajo consumo, con las de un vehículo con prestaciones deportivas.

Fotos: Gentileza de Alejandro Quiroga.
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