Federico tiene 100 años y trabaja GRATIS en el hospital para ayudar a los demás

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Primero estudió San Marcos, luego recorrió el mundo y ahora no se cansa de enseñar lo que sabe.






El psiquiatra y neurólogo Federico Jerí estudió medicina en las mejores universidades del mundo. Tiene 100 años de edad y cada mañana trabaja ad honorem en el hospital Fos de Mayo, en el Cercado de Lima.

En épocas en que el viernes es el mejor día de la semana y el lunes es ese espacio en el calendario que no queremos que llegue; en el que el trabajo es sinónimo de estrés y agotamiento, nos da la mano, con una sonrisa sacada de un emoticón y apurando el paso –porque la vida es corta y el paciente aguarda en la sala de espera–, el doctor Federico Jerí quien, a sus 100 años de edad, trabaja a doble turno sin saber que gracias a esa actitud no es que le esté quitando años a su vida, sino que, en verdad, le hace muecas a la muerte, sin dejarse atrapar por ella, porque anda muy ocupado siendo feliz.


Federico Raúl Jerí Vásquez nació el mismo año que empezaba el Oncenio de Leguía, en 1919. Su vida, su infancia, su niñez transcurrieron sin mucho percance al lado de sus dos hermanas, hasta que, a los 12 años de edad, su padre se enfermó gravemente. “Estaba seguro que mi padre moriría, tenía una septicemia producto de una infección a la garganta y fue gracias al doctor Eduardo Loli que mi padre sobrevivió”, nos cuenta. Con la anécdota, el pequeño Federico quedó atrapado por la medicina.


Es así cómo este muchachito, que empezaba a transitar por la adolescencia, esperó a cumplir la mayoría de edad para asistir todos los días a los hospitales para conocer las patologías que diariamente presentaban los pacientes. Enfermeras, médicos y enfermos veían a un muchacho delgado, de 18 años, con papel y lapicero en mano consultando todo lo que veía. Por ello,ingresó a la Universidad Nacional Mayor de Sa Marcos (UNMSM) para luego hacer estudios de especialización en el hospital Santo Toribio de Mogrovejo y en el hospital Víctor Larco Herrera.

Trotamundos y médico


Luego de ello, estudió y trabajó en hospitales y universidades de España, Francia, Inglaterra y en Estados Unidos, como es el caso de la universidad de Harvard y el hospital general de Massachussets.


Con toda esa información, que él considera “básica”, regresó al Perú y concursó (como si fuese necesario) para la cátedra de profesor principal de Neurología, la cual le fue concedida. Ha enseñado las bases de los trastornos neurológicos de los pacientes que el médico general tiene que afrontar frecuentemente.


El doctor Jerí ha recorrido el mundo enseñando y estudiando todo lo que sabe sobre la medicina humana. Gracias a ello, ha conocido diferentes lugares y a maestros de talla mundial.


Recuerda con cariño a su maestro en el hospital Victor Larco Herrera, el célebre doctor, filósofo y educador Honorio Delgado. “Fue mi maestro, de él aprendí todo lo referente a la psiquiatría, pero sobre todo aprendí a ser cordial y educado con los pacientes y sus familiares”, nos dice mientras se acomoda sus lentes de sol.



La vida le dio tres hijos, cuatro nietos y ocho bisnietos; sin embargo, de toda su descendencia solo un nieto decidió seguir la carrera de medicina. “Cada uno hace su vida, pero no puedo negar que me da felicidad sabiendo que uno de mis nietos será doctor al igual que yo”.


Sin permitir que un esbozo de melancolía borre la sonrisa de su rostro, recuerda que dos de sus hijos ya fallecieron. “Lo malo de tener muchos años es que ves a mucha gente morir, como los amigos, profesores, alumnos… entre ellos a mis hijos. Solo me queda una hija quien, gracias a dios, mantiene una buena salud”.

Para llegar a los 100


Al doctor Jerí le gusta comer bien y trabaja a diario. Sin embargo, su secreto para tener una vida longeva no se basa, necesariamente, en su alimentación.


“Para mantenerse en buena salud, lo importante es cuidar el aspecto físico y mental. Esa frase de los romanos ‘Mens sana in corpore sano’ (‘mente sana en cuerpo sano’) es básica para tener una vida duradera: todos los días hay que hacer algo de ejercicio físico y todos los días hay que ejercitarse mentalmente”, nos recomienda.



Además, claro, su amor al oficio que desempeña. “Sigo concurriendo al Hospital Dos de Mayo, porque en lugar de distraerme en mi casa viendo la televisión o leyendo libros, me siento mucho más útil cuando veo pacientes o cuando otros colegas me preguntan sus problemas con respecto a algunos de sus enfermos. Eso me motiva para venir todos los días al hospital. Es mucho más excitante que el estar leyendo libros o revistas de medicina”.


Romina López, paciente de neurología, nos cuenta que “él es una persona muy humana, muy preocupada de sus pacientes. Es nuestro amigo, siempre tiene una sonrisa cálida para atender. Gracias a Dios ahora me encuentro muy bien de salud, por la atención que el doctor Jerí me brindó”.


Marcos Ñavincopa Flores, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Dos de Mayo, dice que “para el hospital es un orgullo tener en nuestras filas a un maestro como el doctor Jerí, que es un ejemplo para todos nosotros y se lleva el récord Guinness por ejercer la docencia y la medicina a los 100 años, no creo que en el mundo haya otro igual”.


“La recomendación que le doy a los jóvenes es la misma recomendación que me dio el doctor que le salvó la vida a mi padre, el doctor Eduardo Loli, cuando tenía 12 años: ‘Si quieres ser médico, dedícate a estudiar en las noches, pero aprovecha el día para ir al hospital y ver pacientes’. Eso mismo les diría a los jóvenes que deseen estudiar medicina”, nos dice con envidiable pasión y energía vital.


Confieso que he vivido



El doctor Jerí tiene 100 años. Es psiquiatra y neurólogo. Trabaja a doble turno: por las mañanas, ad honorem en el Hospital Dos de Mayo, y atiende por las tardes en un consultorio en Miraflores. Vio nacer a tres hijos y vio morir a dos de ellos. Ha vivido dictaduras. Atropellos. Injusticias. Ha sido reconocido con medallas y condecoraciones. Ha visto todos los mundiales de fútbol en los que Perú ha participado. Ha viajado a una innumerable cantidad de países en diversos continentes. Ha conocido gente de diferentes culturas llevando la suya como carné de presentación. Ha estudiado en las mejores universidades del mundo y ahora es profesor emérito de la UNMSM. Ha sido feliz y ha conocido de cerca la tristeza.


Y ahora, con las suelas gastadas de tanto caminar, con los 100 años sobre sus delgados hombros, está sentado frente a nosotros esperando la siguiente pregunta, cuando en verdad queremos abrazarlo y agradecerle por toda una vida de servicio a nuestro país que tanto ha cambiado desde el Oncenio de Leguía, sin esperar que por fin llegue el viernes, y sin renegar por la inminente llegada de los lunes.

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