Falleció Felipe, después de luchar contra el cáncer y su obra social

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Felipe Lescano la peleó contra un cáncer, pero su pareja denunció que el Iapos y Ospedyc no le brindaron a tiempo las drogas y el tratamiento.






La historia de Virginia y de Felipe estuvo ligada al amor más puro, tanto que ni la separación física podrá borrar los recuerdos más intensos ni las sonrisas compartidas. Hace un mes Feli se despidió de este mundo, pero algo más doloroso aún es que ese proceso haya sido traumático, primero por el cáncer fulminante que no le dio tregua y después por la puja que debió mantener su pareja con las dos obras sociales que le negaron las prestaciones básicas.

Así lo describió en una desgarradora carta que publicó en su perfil de Facebook, y que creyó era necesario compartir para que otras personas no pasen por lo mismo.

“Ese cáncer llamado obras sociales”, fue el título que eligió para el escrito. Tan categórico como la impotencia que hasta hoy siente, todavía abatida por el duelo. “Podríamos haberle robado años incluso a la batalla. Y no. Perdimos”, lamentó casi resignada.

“Jugaron con nosotros”

Sergio Felipe Lescano era un reconocido militante socialista de Santa Fe, que hace algunos años se había radicado en Paraná. Así fue que conoció a Virginia Serotkin Molinas, trabajadora de prensa y su pareja desde hace nueve años. Hace pocos meses se habían casado. Ella de Colón, él de Unión. Y el amor incondicional por sobre todas las cosas.

A fines de 2017 a Felipe le detectaron un mieloma múltiple, un tipo de cáncer que afecta especialmente la médula ósea, por lo que comenzó un tratamiento oncológico simultáneo con dos obras sociales, la del Instituto Autárquico Provincial (Iapos) y la Obra Social del Personal de Entidades Deportivas y Civiles (Ospedyc).

“Al principio hizo seis meses de quimioterapia en el hospital San Martín de Paraná, con drogas provistas por el Iapos, su obra social titular por ser trabajador del Estado santafesino. Al tiempo se practicó un autotrasplante por la misma prestadora, todo salió bien y retomó su trabajo. Pero las recaídas, que por lo general ocurren después de 10 años, él las tuvo en menos de un año, lo que hizo imposible muchas otras opciones”, contó Virginia en diálogo con UNO.

En resumen, no se podía volver a hacer otro trasplante, por no tener hermanos, entonces para revertirlo solo le quedaban las quimios y otros tratamientos.

Después del autotrasplante había renacido un poco la esperanza, porque si bien había que practicar una intervención –vertebroplastía– en sus vértebras, su cuadro de salud había evolucionado. Pero cuando su médica de cabecera en Paraná requirió de las drogas oncológicas al Iapos para continuar con la quimioterapia, la prestadora que los iba a llevar a realizar el nuevo autotrasplante en Rosario, todo comenzó a complicarse por “pedidos irrisorios” y una burocracia que lo volvió todo más cruel y angustiante.

Por la necesidad de cubrir análisis, la vertebroplastía y otros estudios menores, además debieron recurrir a los servicios de la Ospedyc, a la cual Virginia por ser titular había adherido a su esposo. Así lo decidieron porque al ser sus médicos de Paraná no tenían cobertura en Santa Fe, ya que Iapos no los reconocía al no estar “capitados”.

“Cuando empezó la recaída en abril de 2019, en el Iapos empezaron a demorar el envío de las drogas, y en Ospedyc nos tenían a las vueltas con el pedido de la vertebroplastía”, reseñó.

En medio de idas y vueltas, hubo una demora de dos meses, hasta que finalmente en junio se pudo concretar la vertebroplastía, y en simultáneo llegaron los medicamentos desde Santa Fe.

“Iapos solo nos autorizaba dos ciclos de quimioterapia. Su doctora se alarmó un poco, pero quiso empezar. Cuando se quiso avanzar con la vertebroplastía, el cáncer había avanzado nuevamente”, recordó.

Cada vez que hace memoria solo repite en forma casi cronológica todos los problemas meramente administrativos que debieron padecer, cuando la verdadera urgencia era brindar una atención acorde y humanizada. A medida que pasaba el tiempo, a Felipe enfrentar esos estudios le causaban no solo más dolor, sino que también más sacrificio. Pero lo peor todavía no había pasado. Iapos implementó un sistema de carga on line, rechazado por muchos médicos, y que incluso padeció su médica en Paraná. “Estuvo toda una mañana cargando sus drogas. Así fue todo un año, todo el tiempo”, dijo al borde del llanto.

Luego, para renovar el pedido, le reclamaron una lista de requisitos, entre ellos un análisis de cadenas livianas Kappa o Lambda, que demora dos meses. “Después de la vertebroplastía, Felipe no se podía mover del dolor, estuvo un mes sin moverse. Fue tremendo, lo tenía que alzar, bajar. Así fue que sus amigos en Santa Fe comenzaron a tramitar papeles en Iapos para pedir eso, pero lo tuve casi cuando él falleció”, explicó la mujer.

Todavía afectada por la pérdida reafirmó que hizo todo lo que pudo y más por su esposo, y que con su mensaje espera que nadie más tenga que pasar por lo mismo. Nunca más.

Dado de baja cuando estaba trasplantado y con una recaída

Virginia agradeció la ayuda prestada desde el hospital San Martín de Paraná, que ante la demora de las obras sociales les “prestó” tres veces la medicación. Es que era tan agresivo el avance de la enfermedad, que en determinado momento Felipe necesitó de la ayuda de opioides –metadona– para calmar en parte su dolor. Tuvo que implorar, rogar, llorar para que le facilitaran esa droga.

Una tarde cuando su marido esperaba por la autorización de un estudio, recibe un llamado desde Ospedyc, donde le comunicaba que había sido dado de baja. No lo podían creer, cuenta Serotkin Molinas. “La secretaria me dijo que él tenía otra obra social, así que me recomendó que siga con Iapos y que vaya a buscar los papeles. Año y medio llevábamos trabajando, incluso ellos habían autorizado las prácticas anteriores. Hablé con el director y estaba sabiendo que Felipe tenía otra obra social, con la promesa de ayudarnos”, dijo indignada.

De ese modo denunció que se le estaba negando atención a un paciente oncológico, trasplantado y con recaída. Costó asimilar el golpe, para luego resolver iniciar un amparo que tuvo resultado favorable. En medio de un estado de desesperación porque todas las puertas se le cerraban, Feli se terminó quebrando un brazo a la espera de la operación, que llegó cuando ya era tarde.
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