Encuesta: el 54% de los argentinos cree que el aislamiento social debe terminar

Según los especialistas consultados, algunas de las respuestas que caracterizaron a los argentinos podrían explicarse por la longitud del confinamiento y el cóctel de emociones que esto produce.








Ansiedad, intranquilidad y tristeza. Entre una lista de 16 emociones, estas tres fueron las principales elegidas por los argentinos para definir su estado anímico. Los datos parten de una encuesta realizada por el Grupo de Diarios América (GDA), en colaboración con la empresa de investigación Tendencias Digitales, en 13 países latinoamericanos. La preponderancia de los sentimientos negativos por sobre los positivos se ve en las respuestas de todos los participantes, sin importar su nacionalidad. Pero, después de haber vivido cuatro meses bajo el aislamiento obligatorio, el más largo de la región, los argentinos se distanciaron del resto en dos cuestiones: la oposición del 54% a la prolongación de la cuarentena y la sensación de incertidumbre y pesimismo con respecto al futuro pospandemia.

La encuesta fue contestada por 8191 personas de 13 países de América Latina, que respondieron de manera virtual a una serie de preguntas sobre diferentes temáticas. Según los especialistas consultados, algunas de las respuestas que caracterizaron a los argentinos podrían explicarse por la longitud del confinamiento y el cóctel de emociones que esto produce.

Cuando se les preguntó a los encuestados si estarían de acuerdo con el levantamiento de las medidas de aislamiento social en su país, en 11 de los 13 países la respuesta mayoritaria fue negativa. Las excepciones fueron Uruguay y la Argentina. Un 59% y un 54%, respectivamente, manifestaron estar de acuerdo con el levantamiento. Sin embargo, para el momento en que fue realizada la investigación, la situación epidemiológica de ambos países era significativamente distinta. Para el 15 de junio, fecha en que comenzó la encuesta, Uruguay tenía 848 infectados y 23 muertes por Covid-19, y la Argentina, 32.785 casos y 854 fallecidos.

"Esta semana, escuché un canto multitudinario de feliz cumpleaños en el piso de arriba de mi departamento. Pasa en todos los rincones del país: después de tanto tiempo encerradas, las personas comenzaron a tener un dilema ético: ¿priorizo mi calidad de vida o mi salud? Cada vez más, la gente se autoconvence de que la enfermedad no es tan grave", explica el médico psiquiatra y psicoanalista Adrián Besuschio.

Frustración
El especialista afirma que este cambio de actitud frente a la cuarentena está relacionada con una afectación en el autoestima. "Muchas de las cosas que regulan el autoestima de una persona, como su trabajo, su vida social, el deporte, su sexualidad, se vieron afectadas por la cuarentena. Cuando esto sucede por un tiempo prolongado, genera frustración", opina. Para Besuschio, los que más lo sufren son las personas con trastornos de ansiedad, depresión y los adultos mayores. "Hay personas grandes que empiezan a pensar que están perdiendo el tiempo encerrados, que les queda poca vida y no la quieren pasar encerrados", afirma.

La respuestas de los argentinos también se distanciaron del promedio cuando se les preguntó cómo ven su futuro después de la crisis de Covid-19. La respuesta mayoritaria de los encuestados del resto de los países fue "tengo confianza en el futuro, superaremos esto y estaré bien". Pero, un 54% de los argentinos optó por "me preocupa el futuro, nada será igual y no se como estaré". Según el médico y psicoanalista Eduardo Tesone, esta cifra es esperable. "Siempre vivimos con incertidumbre, pero la cuarentena nos hace ser más conscientes de esta condición y eso genera mucha angustia. No hay fechas ni proyectos posibles, y la angustia empeora con el pasar de los meses", acota.

Lo mismo percibe Claudia Borensztejn, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). La especialista coordina la línea de atención gratuita que dispone el organismo desde que comenzó la cuarentena, que ya realizó 1200 consultas (se puede consultar la vía de comunicación con la institución aquí). "Quienes llaman tienen miedo, y ya no del virus. Les preocupa qué va a pasar con sus vidas, especialmente con su trabajo", dice. "El 90% de las consultas incluyen insomnio. También hay mucho desgano y falta de ganas de vivir", resalta.

Fuente: La Nación
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