Adoptaron a una nena con la cara quemada y a su hermanito: «ahora nos sobra amor»

San Juan
Fabiana y Norberto conocieron a Ezequiel en un hogar de Misiones y decidieron que serían sus papás. La nena, que había sufrido quemaduras en la cara de bebé, les pidió que también la llevaran.






Betiana y Ezquiel nacieron en Misiones pero su casa, desde hace cinco años, está en Francisco Álvarez, provincia de Buenos Aires.Desde muy chiquitos, vivían en un hogar de niños en Puerto Libertad, una localidad cercana a Iguazú y soñaban con tener una familia. Cuando tenían cinco y tres respectivamente, llegaron hasta el lugar, por casualidad, Fabiana Pérez y Norberto Vega y desde ese momento, la vida cambió para todos.

La pareja había intentado convertirse en padres mediante diferentes tratamientos pero no lograban el embarazo. Se habían anotado en el juzgado de Morón (ahora se unificó en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA), pero nunca los habían llamado.

Cuando ya habían pasado años sin respuesta, se fueron de vacaciones a Misiones y no dudaron en ir hasta un hogar del que le habían hablado unos amigos. Ellos siempre se habían imaginado que iban a adoptar a un bebé. Después, entendieron que quizás sería un chico más grande, pero nunca habían barajado la idea de que fueran dos, hasta que junto con Ezequiel apareció Betiana. «El primer contacto que tuvimos fue con Eze. Beti estaba con una tutora en Buenos Aires porque había viajado a atenderse al Garrahan. Nos contaron que había sufrido un accidente doméstico y que llegaba en unos días».

Fabiana recuerda con precisión el encuentro con el más chiquito. «Estaba durmiendo en el piso porque hacía mucho calor. Lo despertaron y cuando nos vio, nos abrazó como si nos conociera de toda la vida. Eso nos enamoró».

Al tiempo, la conocieron a Betiana y los planes de ser una familia de tres cambiaron por completo, iban a ser cuatro. Fabiana reconoce que fue una decisión difícil adoptarlos a los dos, fundamentalmente porque tenían miedo de no poder cuidarla como necesitaba. «A los meses de vida, tuvo una quemadura en la casa, un accidente que hizo que cuando la mirabas de perfil, no hubiera nariz. Queríamos sacarla adelante, así que después de un par de charlas y gracias al apoyo de la familia, tomamos la decisión de adoptar a la pareja de hermanitos», cuenta la mamá.


Más allá de lo que Fabiana y Norberto pensaban, lo que fue definitorio fue el pedido de Betiana. «Una tarde, ella me estaba hamacando y yo le dije si quería ser mi mamá. Me contestó: ‘bueno, ahora vamos a empezar el papeleo con el juzgado’», explica emocionada la nena.

Después de haber tomado la decisión, les llevó un año y medio de peleas con la justicia para poder llevárselos a Buenos Aires. «Yo no podía dejarlos, así que con mi marido decidimos que me quedara en Misiones. Cuando me tenía que ir por unos días, Ezequiel se atacaba del pecho porque tenía asma emocional. Me alojé con los nenes durante siete meses en una casita. Fue difícil porque estábamos lejos de mi esposo y además económicamente era muy costoso mantener las dos casas», indica Fabiana.

Cuando llegaron a Buenos Aires, tenían toda la emoción de estar finalmente los cuatro juntos, pero se organizaron rápidamente. La salud y la educación de Betiana eran la prioridad. «En Misiones, no estaba escolarizada porque los compañeros en la escuela le hacían bullying. Iba una maestra particular dos veces por semana a darle clases. Les faltaba un poco de estimulación a ambos. Son muy inteligentes y los dos fueron abanderados».

El juez les firmó la guarda pero aún, cinco años después de haberse elegido como familia, todavía no tienen la guarda plena de los nenes. «El 1 de noviembre se cumplen cinco años desde que estamos juntos y queremos tener la adopción para que los chicos lleven nuestro apellido. Le pedimos al juez de familia, Alberto Pedro Fragueiro que nos la otorgue».

Norberto estaba trabajando cuando se hizo la nota y los chicos insistieron en mandarle un saludo a su papá. Betiana no dejó de sonreír en ningún momento y también, quiso mandarle un saludo a sus compañeros del colegio que desde el primer día le pidieron que fuera su amiga. «Vemos los logros de los chicos, los vemos felices. Esas son razones suficientes para animar a todos los que están en la duda a que adopten sin importar la edad ni la situación de los chicos».

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