Miguel, el primer sacerdote oriundo de 25 de Mayo

San Juan
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Miguel Chirino es un sacerdote que hace unas semanas recibió el sacramento del sacerdocio. Actualmente se desempeña vicario parroquial, pero su paso para predicar la palabra de Cristo tiene como protagonismo en ser el primer veinticinqueño en ser sacerdote.






El sacerdote debe conocer en profundidad el corazón humano, intuir sus dificultades y problemas no solo para una madura realización de sí mismo, sino, principalmente, para el cuidado de la porción del Pueblo de Dios que se le encomienda. Por ello el discernir la vocación, sin duda, es un trabajo duro.

En este sentido miles de hombres han entregado su vida al sacerdocio, y sus biografías son magníficas. Como es el caso de Miguel Chirino, un sanjuanino que el pasado 29 de octubre recibió la ordenación presbiteral y se convirtió en el primer sacerdote veinticinqueño.

Miguel nació el 15 de octubre de 1979, en 25 de Mayo. Fue vecino de Las Casuarinas y luego pasó a vivir en Santa Rosa. Allí, viven hoy sus padres, a los que visita asiduamente. Desde el 30 de octubre es vicario parroquial en Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, en Chimbas, donde cree Chirino que continuará por un tiempo más, acompañando al sacerdote Marcelo Alcayaga.

A sus 14 años comenzó a nacer está vocación, a los 18 entró a la universidad, pero a los 26 años su corazón volvía a latir cada vez que se venía la idea del sacerdocio como modo de vida. En 2011 entró al seminario de Nuestra Señora de Guadalupe y San José. En ese lugar, comenzó el camino acompañado de Martín Nacusi y Gustavo Vaca. Estos hombres que empezaron juntos recibieron el sacramento sacerdotal el mismo día.

Sobre las particularidades de ser el primer sacerdote oriundo de 25 de Mayo expresó que “ojalá sea el primero de muchos, hay muchos jóvenes de fe, para mí sería importante que nazca está hermosa vocación en muchas personas del departamento”.

Miguel, escribió hace unas semanas un texto, que conmovió a la comunidad católica por su franqueza y determinación al hablar del sacerdocio, sus primeros párrafos expresa: "Soy célibe, no me preguntes por qué no elegí otro camino, por qué los curas (o en mi caso los diáconos), no se casan. Más bien pregúntame qué siento con esta opción que hago y que sostengo todos los días y a cada momento con mi pobre humanidad sostenida por la gracia de Dios. Sí me lo has preguntado aunque sea en tu pensamiento, te cuento que lo que siento es alegría, una felicidad profunda que me viene de Dios, que se manifiesta en cada momento y en cada hermano que al buscarme me encuentra libre y disponible para entregarle lo mejor que tengo. Siento felicidad profunda de hacer miles de intentos por reflejar con mi persona la imagen de Ese que me fascina, Jesús de Nazareth (...)"

 

Fuente: El Bastón.
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