Retamito, un pueblo minero sanjuanino que se encuentra casi olvidado

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Casi aislado en el mapa sanjuanino en el límite con Mendoza, se encuentra Retamito. Está ubicado en el departamento Sarmiento y si bien hoy solo tiene una veintena de pobladores, supo tener tiempos mejores. El tren que llevó trabajo y progreso desde 1885 dejó de funcionar en la década de los ‘90, mientras que los hornos criollos de cal, que convocaban a obreros de todo el país y Chile, fueron abandonados hace décadas. 






"Acá ya no hay nadie", es la frase de muchas personas al señalar la tragedia de los pueblos casi deshabitados de Argentina que vivieron años de esplendor gracias a sus estaciones de tren. Estos lugares guardan entre sus calles y edificios en ruinas mucha historia, leyendas y muchos secretos e invita a la reflexión de qué habrá pasado con aquellos pobladores.

En San Juan, casi aislado en el mapa y en el límite con Mendoza, se encuentra Retamito. Está ubicado en el departamento Sarmiento y si bien hoy solo tiene una veintena de pobladores, hubo tiempos mejores en este paraje.  El tren que llevó trabajo y progreso desde 1885 dejó de funcionar en la década de los ‘90, mientras que los hornos criollos de cal, que convocaban a obreros de todo el país y Chile, fueron abandonados hace décadas.

Un cartel de madera da la bienvenida a Retamito, al que se llega después de dejar la ruta nacional 40 y adentrarse unos 12 kilómetros por la provincial 319, por un camino consolidado y que también sirve como vía de acceso a localidades como Cieneguita o Los Berros, casi en la precordillera.

Las postales del paisaje pueden tomarse como desolador, pero actúa como el fiel testigo de un lugar que en un momento fue próspero, que supo de trabajo y progreso pero que hoy es noticia por su soledad. En la geografía de Retamito sobresalen los algarrobos, retamas, chañares, jarilla, pinchagua o un arbusto conocido como "vidriera" y donde el silencio es sólo interrumpido por el trinar de algún pájaro o el graznido de los loros barranqueros.

Por un lado, un viejo bar de descascaradas paredes de adobe, un par de calles polvorientas que hacen dibujos diferentes y algunas esquinas alambradas, muy pocas construcciones que fueron casas de alojamiento o familiares y que se mantienen aún en pie pese a los terremotos, una antigua estación que se abrió al progreso sobre el 1885 y que hoy se encuentra vacía de pasajeros, con pocos recuerdos y que sólo sirve para los trenes de carga.

En el otro, hay una capilla consagrada en los años ‘50 a la Virgen del Valle, que fue el legado de una familia que ya no se encuentran en Retamito, y decenas de hornos de cal que tratan de mantenerse en pie como parte sobresaliente de una geografía agreste.




Un pueblo admirado por su minería calífera, hoy casi olvidado  

Retamito junto a Los Berros, Divisadero y Cienaguita hacen que Sarmiento sea un lugar con una rica historia en caleras, por ello hay muchos lugares turísticos donde se puede conocer los primeros hornos y en algunos de ellos incluso se van explicando los cambios en la industria calera con el paso de los años.  Pero, además, ofrece una belleza impactante al observar los paisajes naturales de la zona.

Particularmente, la localidad de Retamito tuvo en el procesamiento de la piedra caliza una fuente inagotable para su economía y todo movía por el pueblo al compás en lo relacionado a esta industria. A la hora del trabajo lo hacían en los tradicionales hornos criollos, que es un cilindro vertical de piedra semienterrado en la tierra, donde el esfuerzo se multiplicaba día y noche, y mantenerlos encendidos a fuerza de kilos y kilos de leña, hasta que la aparición del humo blanco advertía a los trabajadores que se podía extraer la cal viva por la base.

En la actualidad, estos fueron reemplazados en gran medida por modernos hornos eléctricos que se encuentra ubicados en localidades cercanas. Esto es producto de que aquellos originales sean antieconómicos, por eso están, desde hace años, fuera de uso.

Retamito se fue quedando casi vacío de gente. El pueblo creció gracias a la actividad calífera y solo hoy viven una veintena de vecinos que se niegan a abandonar el lugar.
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