Enfermera sanjuanina adoptó a una nena con discapacidad: «Mi hija es un M1LAGRO»

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Se trata de Luciana Gásquez, quien hace 10 años que cuida de Sheila: «La conocí el 17 de febrero del 2011 y al mirarnos no pude sacarla de mi mente».








El 17 de febrero del 2011 era una noche de trabajo más para Luciana Gasquez, una enfermera sanjuanina que se encontraba trabajando en Cuidados Transicionales del Servicio de Neonatología del Hospital Rawson, pero toda su vida cambió. Es que su compañera de guardia se encontraba atendiendo a una beba que no paraba de llorar. Se trataba de Sheila que había nacido el 23 de enero de ese año en cesárea de urgencia, ya que su madre tuvo un desprendimiento de placenta: «Cuando nos miramos por primera vez con Sheila fue una conexión muy grande, me enamoré y nunca pude dejar de pensar en ella», comenzó contando Luciana a Diario Móvil.

Tras nacer por cesárea de urgencia, Sheila estuvo en las Terapias Intensiva e Intermedia, hasta que llegó a Cuidados Transicionales donde la vida de ella cambió para siempre porque conoció a su mamá: «La noche que la conocí la arropé con una sábana y me quedé todo el tiempo cuidándola. Desde ese momento pasé todas las noches pensando en ella, llegaba contenta al Hospital porque la iba a ver y cada vez que pasaba por su incubadora la saludaba y estaba pendiente a lo que ella necesitaba», continuó el relato de la profesional de la salud.

Tras estar 4 meses internadas, Sheila recibió el alta: «Fue hace 10 años, yo tenía 25 años en ese momento. Le pregunté a mi mamá si podía llevar a una niña a mi casa porque sabemos que los niños de Neo van a Casa Cuna o a un hogar transitorio, es decir lo que yo me convertí por los Hogares de Nazaret. Yo le brindé todos los cuidados», explicó Luciana.
«DIOS ME AYUDÓ EN TODO, NUNCA SOLTÓ MIS BRAZOS. PARECÍA QUE TODO SE CAÍA, PERO DIOS SIEMPRE SOSTUVO MIS BRAZOS Y GRACIAS A ESO MI HIJA SIEMPRE TUVO UN PLATO DE COMIDA Y SUS COSAS», AGREGÓ ENTRE LÁGRIMAS LA MAMÁ DE SHEILA.

Muy emocionada y recordando todo lo que pasó durante estos 10 últimos años (como la muerte de su madre por cáncer), Luciana comentó: «Tuve la ayuda de mis hermanas y de mis papás. A mi papá se le cae la baba por Sheila. Mi hija vino a revolucionar mi casa, tiene tanto amor para dar con una mirada como a mi me enamoró ese 17 de febrero, fue amor a primera vista. Me desvelaba las noches pensando si ella comía en el Hospital porque le costaba tomar el biberón».
«DIOS TENÍA PLANES PARA NUESTRAS VIDAS Y FUE UNIRLAS COMO MADRE E HIJA. TUVE MUCHOS OBSTÁCULOS EN MI VIDA, LA GENTE ME DECÍA QUE NADIE ME IBA A QUERER CON UNA HIJA CON DISCAPACIDAD», CONTÓ LUCIANA.

La licenciada en Enfermería y Sheila ya van a cumplir 10 años viviendo juntas: «En la actualidad ella está muy bien por suerte. Hace un año y medio que estuvo internada en el Hospital Rawson, pero tuvo a grandes enfermeros que la cuidaron todo el tiempo y no la dejaron sola nunca».

«La noche que la internaron estuve muy contenida por esa gran familia que es el Hospital, los enfermeros, médicos, personal de  limpieza y seguridad, todos estuvieron conmigo», recordó entre lágrimas Luciana.

Además, la profesional de la salud sostuvo: «Los médicos me dicen que una persona adulta con el cerebro que tiene mi hija no puede vivir y Sheila sabe expresarse bien, sabe lo que quiere o no, es una niña muy activa. Mi hija es un milagro, para la ciencia no debería estar viva, pero para Dios sí».
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