El papa Francisco lanzó ayer un fuerte ataque contra los obispos y los sacerdotes que ceden a la tentación del dinero y de la vanidad, y que en vez de pastores se vuelven “lobos rapaces”.

El Santo Padre también decidió mandar en penitencia al cardenal escocés Keith Patrick O’Brien, arzobispo emérito de Edimburgo, acusado de haber tenido en 1980 “comportamientos inapropiados” con otros tres sacerdotes.
Con un comunicado de lo más escueto, el Vaticano informó ayer que “por las mismas razones por las que decidió no participar del último cónclave y de acuerdo con el Santo Padre”, O’Brien en los próximos días abandonará Escocia por algunos meses de “renovación espiritual, oración y penitencia”. El Vaticano, que no especificó a dónde será enviado O’Brien, agregó que “cualquier decisión sobre el destino futuro del cardenal deberá ser concordada con la Santa Sede”.