Facundo Manes: "La Argentina tiene miopía del futuro”

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Facundo Manes
Facundo Manes
En su visita a San Juan, el científico argentino más prestigioso del momento reafirmó el interés actual por la neurociencia. Obsesiones, inteligencia colectiva, desafíos políticos y el rol de las mujeres en el éxito de los grupos.








Por Graciela Marcet  

Hace mucho no pasaba en Argentina: cientos de jóvenes y adultos haciendo cola desde temprano para no perder un instante del encuentro con el hombre al que ven como un referente, aunque no se trate de un político, un artista de TV o una estrella de rock. En tiempos en que las charlas y pensamientos suelen ser acaparados por las agobiantes disputas de la “grieta” o la farandulización distractiva de las angustias sociales, la ciencia logró hacerse un lugar de privilegio para pensar en temas que nos conciernen a todos. El logro fue nada menos que de Facundo Manes, el hombre que, junto a una generación de científicos preocupados por el desarrollo y la divulgación de la neurociencia, logró lo que en algún momento parecía imposible: reunir a personas de todas las edades para pensar en cómo modificar nuestro cerebro para vivir mejor.

Convocado por la Fundación del Sanatorio Argentino, Manes llegó a San Juan para disertar sobre los temas que en los últimos años ganaron terreno en la agenda mediática: la neuroplasticidad, la fuente de la creatividad, los tipos de inteligencia y el rol de las emociones. Aunque su nombre bastó para llenar la sala del Auditorio Juan Victoria, el repaso de su curriculum sirvió para refrescar por qué hoy es reconocido tanto por la academia internacional como por el inmenso número de seguidores que comparten y “megustean” sus intervenciones en las redes sociales.

Actual rector de la Universidad Favaloro, Manes estudió Medicina en la UBA y tuvo una amplia formación de posgrado en el exterior, que incluye el título de PhD in Sciences de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Una de sus grandes obras fue la creación de INECO (Instituto de Neurología Cognitiva), que dirige actualmente junto al Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Profesor universitario, investigador del CONICET y científico consultado por las universidades y centros más destacados del mundo, es toda una institución en la ciencia –o el arte- de enseñar a “usar el cerebro”, el nombre de su último best seller. Algunos de los conceptos de esta obra aparecieron en la charla en San Juan, que tuvo como puntapié el planteo sobre las formas en que “el cerebro crea la realidad”. El neurólogo puso énfasis en el rol que cumplen las emociones en la toma de decisiones diarias, en un intento de desmitificar la preponderancia de lo racional en las acciones humanas.


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“Hay que luchar por la Argentina que soñamos”

En un análisis que involucró aspectos sociales, psicológicos y políticos, Manes se refirió a otro aspecto clave para la toma decisiones: la constante negociación entre el corto y el largo plazo. “Hay pacientes que sufrieron daño del lóbulo frontal y aunque tienen su inteligencia y su memoria intactas, empiezan a tomar decisiones solamente pensando en la coyuntura. A veces siento que como país tenemos esto que en neurociencia se llama miopía del futuro. Estamos concentrados en lo inmediato y no miramos el futuro”.

En este sentido, rescató la figura de Sarmiento para hablar de la construcción del país soñado: “Hubo un sanjuanino que en 1869 encontró un país con 80% de analfabetos y a través de políticas públicas en una década logró bajar dramáticamente el analfabetismo. Esa generación no tuvo miopía del futuro porque pensó en un país más allá de la vida biológica. Creo que nuestra sociedad piensa todo el tiempo en el presente y quizás nuestro desafío sea luchar por el país que no vamos a ver. Muchos de nosotros nos vamos a morir antes de ver la Argentina que soñamos pero lo importante es luchar por nuestro sueño. De otra manera, nuestros nietos y bisnietos nos acusarán de haber tenido miopía del futuro”.

“Para crear hay que equivocarse”

Uno de los momentos más interesantes de la charla tuvo que ver con la descripción de las condiciones que generan la creatividad. “La primera condición es la incubación: uno tiene que pensar obsesivamente un tema, estar apasionado por eso. Los pensamientos obsesivos se correlacionan más con la creatividad que el rango de coeficiente intelectual. La creatividad requiere mucho esfuerzo. Paul McCartney estaba obsesionado con la melodía que después llamó “Yesterday” (…) También para crear hay que estar un poco loco y hay que estar preparado para equivocarse. Y aquí tenemos dos problemas, la educación y la sociedad, que estigmatizan el error. ¿Pero cuál es el problema en equivocarse? Steve Jobs se equivocó mil veces antes de inventar el Ipod y Galileo también se equivocó mil veces. Hay que perder el miedo porque paraliza”.

“El coeficiente intelectual fue usado de manera inmoral”

No hace tanto tiempo, la ciencia sostenía que la inteligencia podía ser medida de una sola manera: a través del coeficiente intelectual. En base a los nuevos descubrimientos, Manes enfatizó la idea de la complejidad de la mente humana y las inteligencias múltiples. “¿Cómo medir el humor, la ironía, la capacidad de empatía, que también son procesos que llevan al éxito en muchos aspectos de la vida? (…) Muchas veces el coeficiente intelectual fue usado en forma errónea e inmoral. Hace décadas a los negros en Estados Unidos les daban menos cupos en las universidades porque supuestamente tenían menos coeficiente intelectual. Pero está probado que este tiene que ver con el bagaje familiar y los negros venían de familias de esclavos, sin un bagaje cultural para rendir adecuadamente”.

“Ya no hay ´Einsteins´, la inteligencia es colectiva”

El valor de la inteligencia colectiva fue otro de los puntos resaltados por el neurólogo, quien aseguró que “hoy el conocimiento no se genera de manera individual en ningún campo del saber”. Así, se refirió a los tres factores que predicen el éxito de un grupo. “Primero, la capacidad empática de los miembros del grupo, segundo, que no haya una voz dominante y tercero, la presencia de mujeres en los grupos, porque ellas procesan las emociones y la empatía en forma diferente a los varones”.

En contra de la creencia popular, Manes aseguró que el gran beneficio de la ciencia no se encuentra en los experimentos o los avances tecnológicos. “Lo más importante de la ciencia es su método. Ya no hay más Einsteins ni Pasteurs: la ciencia trabaja en equipo. Si tenemos una idea para investigar, revisamos qué se hizo en el pasado. Si algún adversario hizo un invento bueno, lo tomamos, por más que esa persona no sea de mi agrado. Y si algún amigo hizo algo malo, no lo tomamos, por más que sea nuestro amigo. Imaginamos el futuro, reunimos fondos, hacemos el experimento y luego lo exponemos a las críticas para que las nuevas generaciones lo mejoren”.

En base a esta metáfora del trabajo cooperativo de la ciencia, Manes llamó a imaginar los progresos que podrían darse en “una sociedad que trabaje en equipo, que revise el pasado y tome lo bueno, sin importar qué partido político lo hizo, que deje atrás lo malo, que imagine el futuro, que haga las obras y se exponga a las críticas para que las nuevas generaciones las mejoren”.
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