Increíble: Se enteró por el loro que su esposo la engañaba con la mucama

Interés General
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Una mujer denunció a su marido de adulterio luego de que su plumífera mascota repitiera las "animaladas" que él le decía a su empleada. 

Brindan compañía, pueden mejorar nuestra vida social, refuerzan la autoestima, nos hacen reír, estimulan a los niños... Llevar una mascota a casa puede traer muchísimos beneficios. No importa cuál. Perro, gato, hámster, por nombrar algunos, da igual. Sin embargo, hay excepciones. Y para prueba basta un botón: un loro parlanchín terminó con un matrimonio de años. Ah, por su facilidad para hablar casi manda a su dueño a la cárcel. ¿Cómo ocurrió eso? Veamos...

Luego de cinco años de haber dado el sí, una feliz pareja sintió que estaba en condiciones de dar un paso más allá. La intención era agrandar la familia con un hijo. Pero por los compromisos de uno y otro (no trascendieron sus nombres), prefirieron retrasar la llegada de un heredero y a ambos les pareció bien la idea de tener una mascota. Y ahí eligieron un loro, sí.

El arribo del animal a la casa no fue traumático. Al contrario. Desde el primer día el plumífero se sintió cómodo. Y rápidamente comenzó a hacerlos reír repitiendo buena parte de lo que ellos le decían.

Los problemas comenzaron un día en que la dueña de casa estaba cocinando y el animal comenzó a hablar sin que nadie le dijera nada. Bah, en realidad, el problema fue que el lorito empezó a repetir frente a ella las frases que su marido le decía a la empleada doméstica. Sí, lo mandó al frente.

La mujer, según relató después, sospechaba que algo pasaba entre su marido y la empleada. Y luego de escuchar al simpático animalito ya no le quedaron dudas. Esa misma noche enfrentó a su esposo, quien negó todo. Y no contenta, denunció el supuesto adulterio ante la Policía, ya que en Kuwait, donde sucedió todo, las relaciones extra conyugales están consideradas un crimen.

De todos modos, el hombre en cuestión debió afrontar un pequeño juicio en el que su ya ex esposa intentó que admitieran al loro como testigo. O que al menos los jueces aceptaran escucharlo hablar. Pero las autoridades se negaron y alegaron que el "testimonio" del loro no serviría como prueba, ya que el ave podría haber oído la conversación de la televisión o la radio.

Lo concreto es que el matrimonio inmediatamente llegó a su fin, que la empleada doméstica se quedó sin trabajo y que si bien el hombre quería meterlo al horno con papas, el lorito todavía vive con su dueña.
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