LA LAJA: Los sanjuaninos aseguran que sus aguas son curativas

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Las aguas termales son conocidas en todo el mundo por sus propiedades sanadoras. En San Juan existen varias vertientes, y una de ellas son las termas de La Laja, en el departamento Albardón. En referencia al origen de estas aguas, más allá del conocimiento geológico, hay una leyenda Huarpe que explica el origen de los poderes curativos. La leyenda envuelve al amor, la venganza y la tragedia de hijos de caciques.



Las aguas termales provienen de las capas subterráneas de la tierra, a mayor temperatura que la superficie y son ricas en varios componentes minerales. Son conocidas en todo el mundo por sus propiedades sanadoras para varias enfermedades y dolencias y es por esto que se las suelen utilizar en tratamientos terapéuticos, sobre todo en forma de baños, pero también irrigaciones, inhalaciones y calefacción. Se ubican por lo general en una falla terrestre y suben en forma de vapor o de agua caliente.

San Juan cuenta con varios sitios en donde hay presencia de aguas termales. Una de ellas son las termas de La Laja, que se ubica a 20 kilómetros de la ciudad, en el departamento de Albardón. En referencia al origen de estas aguas, más allá del conocimiento geológico, hay varias historias populares que envuelven a estas termas. Una de ellas, y quizás la menos conocida, es la leyenda que envuelve a los dioses Huarpes por los poderes curativos de las termas que nacen en los cerros de La Laja.

Esta leyenda cuenta que Tahué, hija de un cacique Huarpe de la zona, se enamoró de Yehué, un muchacho que formaba parte de su tribu. La relación que mantenían los jóvenes era fuerte, pero este se vio debilitado cuando Tahué conoció el hijo de otro cacique. Ella se sintió también atraída por este y sentía que su corazón estaba repartido entre los dos hombres.

La joven Tahué quiso hablar con el hijo del cacique, y para ello fueron a los cerros. Pero ellos no se percataron fue que Yehué los siguió. Cegado por los celos, esperó el momento oportuno para matarlos con un cuchillo. Luego él mismo se quitó la vida.

Los dioses Huarpes, conmovidos por el amor y la tragedia que el romance había desatado hicieron brotar, en honor a los amantes, tres manantiales cristalinos y curativos. Ellos estaban seguros que esas aguas servirían para curar todos los males del hombre y era una forma de hacer renacer el amor de la tragedia.

Además, la leyenda cuenta que desde ese momento, todo aquel que quería purificar sus males con las aguas curativas debía realizar una ofrenda de una flor. Si el agua se la tragaba, era señal de buen augurio y debían bañarse; en cambio, si la apartaba, no había que hacerlo para no contrariar a los dioses.

Más allá del mito, lo cierto es que las aguas termales de La Laja son reconocidas en la provincia, y en gran parte del país, por contener sulfatos, carbonatos, cloruros, sodio y calcio, entre otros componentes ideales para combatir enfermedades óseas y de la piel. Sus aguas están a 38° C, son altamente medicinales, y están especialmente indicadas para tratamientos de artrosis, reuma y afecciones respiratorias. Además son sedantes del sistema nervioso y un excelente complemento para eliminar las toxinas del cuerpo.
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