El primer argentino en recibir la vacuna contra el COVID-19: "Va a funcionar, los efectos secundarios son mínimos"

Pablo Berra
Pablo Berra
Pablo Berra tiene 55 años y vive en Sudáfrica, donde se anotó como voluntario. Es optimista respecto a los ensayos y confía en el éxito de los científicos ingleses.








Pablo Berra es un argentino de 55 años que recibió la vacuna contra la Covid-19 que desarrolla la Universidad de Oxford (Inglaterra) en asociación con la empresa farmacéutica AstraZeneca. Reiteró que está bien de salud y se mostró optimista respecto al éxito de la única solución a la pandemia.

El hombre nació en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, pero vivió gran parte de sus años en Santiago del Estero. Según diario El Liberal, Berra reside en Sudáfrica hace más de una década y fue seleccionado como voluntario para la vacuna por la Universidad Witts, asociada a la investigación.

“Los efectos secundarios son mínimos, podría haber mareo, vómito, fiebre y sólo afecta a muy pocas personas, nada de qué preocuparse”, indicó respecto al ensayo.

Ser un “chimpancé de laboratorio” -como él manifesta- lo decidió porque tenía a su esposa internada con Covid-19 y a diario debía visitarla. El estar expuesto al contagio es uno de los aspectos que se tienen en cuenta para la elección de voluntarios para la vacuna.

“Afortunadamente pasé las pruebas de salud y he avanzado al siguiente paso que es la vacuna y ahora estoy en el control por doce meses”, declaró Berra.

El hombre contó al canal TN que al principio entró como voluntario por miedo. “Aquí (por Sudáfrica) el virus se desparramó mucho. Me dio miedo, estuve averiguando y la vacuna de Oxford es la que estaba más avanzada”, detalló.

“Estoy seguro de que va a funcionar bien. Creo que hay una luz al final”, expresó confiado Berra, quien trabaja en una escuela sudafricana.

“Hay un seguimiento constante y de 12 meses a todos los voluntarios, que no solo debemos ir al laboratorio seguido sino estar conectados las 24 horas con el celular para tenerlos siempre informados de cualquier anormalidad. El laboratorio me ha dado termómetro y otros elementos, como una regla que la uso para ir midiendo el círculo en el hombro, donde pusieron la vacuna por si llegara a crecer. Si por ejemplo llegara a tener tos o cualquier malestar mínimo, debo llamarlos en el acto. Por 12 meses también debo informar si viajo a otra provincia o país. Si quisiera dejar de participar en el programa, les aviso y listo, ellos no pueden preguntarme por qué. Uno tiene la libertad de retirarse”, ahondó el argentino.

La potencial vacuna AZD1222 que desarrolla AstraZeneca junto con el Instituto Jenner, de la Universidad de Oxford y el Grupo de Vacunas de Oxford, está basada en un vector de adenovirus recombinante.

Los resultados del estudio de fase 1 y 2 con 1.077 voluntarios adultos sanos entre los 18 y 55 años publicados en la revista científica The Lancet confirmaron que una dosis generó un aumento en los anticuerpos contra la proteína espiga del virus SARS-CoV-2 en el 95% de los participantes un mes después de la inyección. En todos los voluntarios se observó una respuesta de los linfocitos o células T, que alcanzó su punto máximo el día 14 y se mantuvo dos meses después de la inyección.

La compañía farmacéutica firmó acuerdos para producir y suministrar más de 2.000 millones de dosis de una sola aplicación, y 300 millones de dosis han sido separadas para Estados Unidos. En el caso de Argentina, el ministro de Salud, Ginés González García, confirmó el pedido formal a AstraZeneca para que haya ensayos locales y así garantizar la vacuna en caso de resultar eficaz.
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