Niño que recibió bala perdida en la cabeza se recuperó milagrosamente

milagrosamente
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A un año del incidente, Benajmín Biñale no presenta secuelas y lleva una vida normal junto a su familia. Tiene 9 años y 64 puntos en la cabeza. "Es increíble, cada día que pasa está mejor", dijo su padre.






Cuando la vida de Benjamín Biñale merodeaba la cornisa de la fatalidad, su papá Javier gritaba con crudeza en la puerta del Hospital de Niños Víctor J. Vilela, de Rosario: "Yo de acá me lo llevo caminando". Tanta confianza, tanta fe y tanto amor alrededor tuvieron su recompensa. Merecida. Absolutamente conmovedora. Con un guiño de Dios, como se encarga de advertir la familia. Más de un mes después, el pequeño de 8 años que había recibido una bala perdida en su cabeza antes de un partido de fútbol entre su 7 de Setiembre y Pablo VI, por la Liga Rosarina, salió caminando de la mano de sus padres.

Este lunes se cumple un año de ese recordado incidente y el tormento quedó atrás. Los recuerdos aprendieron a esquivar el dolor y se transformaron en aleccionadoras moralejas de una valiente gesta. Más allá de algunas recaídas muy esporádicas, y con tres importantes intervenciones quirúrgicas en total, Benjamín en la actualidad no presenta secuelas y lleva una vida normal junto a su familia, en un departamento del barrio 7 de Septiembre. Un auténtico milagro.

Los 64 puntos en su cabeza no son impedimentos, sólo representan una huella tangible de su corajuda lucha, que no alcanza a alterar sus costumbres cotidianas.

Ya con 9 años, a Benja le gusta jugar al Fortnite, bucear en YouTube, ir a patear la pelota al club con su padre cuando regresa de trabajar en el Parque Industrial Alvear y, por las noches, se anima a asumir el papel de orador principal en la mesa de la cena, para agradecer la posibilidad de estar disfrutando una nueva vida.

Es que desde el 17 de agosto del año pasado, la figura de Dios se convirtió en un centro espiritual de referencia para la dirección de vida de esta familia, que ahora ayuda a los demás, transmitiendo su emocionante experiencia en la iglesia "Santuario de Fe" y en el merendero "Amor que transforma", del barrio 7 de Septiembre.
Agradecidos a la pandemia
"Cada día que pasa, Benja está mejor. Y la pandemia nos favoreció porque pudimos estar más tiempo con él", confió Javier, orgulloso por el ejemplo de superación que está brindando su hijo.

En los primeros meses, el niño no tuvo mucha actividad física y sus días iban de la cama al living, recuperando de a poco sus bríos anteriores. El 11 de febrero, le practicaron la última operación importante. "Le colocaron un pedazo de hueso que le faltaba en el cráneo", contó su papá, y recordó que esa intervención le demandó una semana de internación en el Hospital de Niños Vilela.

"Por suerte, cicatrizó y soldó todo muy bien. Le habían sacado los puntos y estaba listo para arrancar la escuela, pero apareció la pandemia por el coronavirus", repasó Javier, quien reconoció que "el hecho de no ir a la escuela nos calmó un poco los nervios, porque teníamos miedo de que ahí se pueda golpear. Desde ese momento, no para de mejorar".

En los últimos meses, sólo les quedó pendiente una serie de placas de control, pero los médicos le recomendaron que, si no tenía fiebre, era mejor no exponerlo a otros riesgos con salidas a centros de salud.
Cero kilómetro
El proceso de rehabilitación de Benjamín es sorprendente. "Es increíble, pero no tiene una secuela, ni nada afectado. En mayo le hicieron un estudio de sueño, y los médicos me dijeron que Benja está cero kilómetro", comentó su padre, quien admitió que cuando le comunicaron esos resultados, se dejó llevar hasta las lágrimas. "Yo no soy de llorar, pero ese día me lloré todo en la metalúrgica donde trabajo", aseveró.

De acuerdo a las indicaciones médicas, Benjamín continuará su vida con el proyectil en su cabeza. "A la bala no se la van a sacar nunca más. Los doctores nos dijeron que va a quedar encapsulada ahí porque está muy profunda, y si se intenta sacar puede llegar a afectar algún sector del cerebro. Y como a él no le molesta y la bala no se va a mover nunca más, decidimos entre todos que siga así".

Hace pocos días, Benja fue a cortarse el pelo y se vio la cicatriz por primera vez. "La verdad es que no se asustó, todo lo contrario. Tiene una personalidad que lo ayuda a enfrentar todo con una gran fortaleza", se encargó de remarcar su papá.

Un año atrás, este pequeño gran guerrero comenzaba a inventar el milagro. "Luego de la segunda operación, a Benja le daban seis horas de vida. Después de eso, estuvo seis días dormido, y se despertó viendo dibujitos en la habitación. Siempre la peleó así, tranquilo, con la extraordinaria fuerza de Dios. Su vida es una lección de lucha para todos nosotros, y seguimos aprendiendo todos los días de él", subrayó emocionado su padre.
"Ahora vivimos a otro ritmo y también valoramos otras cosas"
El trance atravesado se transformó en luz y enseñanzas para la familia Biñale. "Ahora valoramos otras cosas y vivimos a otro ritmo. Estamos bien, nos cuidamos mucho y disfrutamos de cada día, en familia. Nos gusta mucho ayudar a los demás y bendecimos esta nueva vida que tenemos", destacó su papá.

Y reconoció que en esta etapa "lo de Benja, cambió todo. A veces tenemos un poco de miedo, porque lo que le pasó no es fácil, pero siempre fuimos muy fuertes, lloramos poco y le dimos para adelante".

En un departamento de un primer piso de un complejo de viviendas del barrio 7 de Septiembre, Benja vive con su padre Javier (42 años), su madre Soledad (39) y su hermano Agustín (22), que juega al futbol en la primera de Central Córdoba.

Este pequeño gladiador tiene 9 años, es zurdo, y lleva vida normal de familia. Su apetito nunca se detuvo y es fanático de las hamburguesas. Está cursando 4º grado en la escuela Francisco Netri, con tareas que le hacen llegar y con ayuda de una docente particular.

Es hincha de Boca, pero recibió muestras de cariño de referentes de todo el arco del fútbol rosarino. Maxi Rodríguez (Newell's), y el Colo Gil (ex Central) tuvieron gestos especiales con él, y le prometieron camisetas. También dirigentes de clubes de la Rosarina, los directivos del Hospital Vilela, y el intendente Pablo Javkin llaman a menudo para conocer detalles de su sorprendente evolución. "Se siente muy querido por todos", resaltó Javier.
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