Vidrieras rotas, botellas tiradas y la DESESPERACIÓN de los comerciantes sanjuaninos

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San Juan vivió el peor sismo desde el 77, en plena pandemia. 





Por Lucas Laciar



Eran las 23:45 cuando un terrible movimiento telúrico sacudió la noche sanjuanina, algunas casas de adobe, vestigio del San Juan antiguo se cayeron, las rutas se agrietaron, los cuadros, floreros y adornos también. Tras pasar los primero minutos la gente esperaba las replicas en la vereda, mientras todos llamaban a su familiares para saber si estaban bien. las líneas telefónicas se cayeron durante unos pocos minutos, que ahora parecen pocos, pero que todos los que tienen familiares viviendo en casa de adobe, saben que fueron eternos. Pasaron los minutos y tras entrar a las casa a sacar lo que les faltó sacar para estar listos vino la otra preocupación para los que comerciantes: el negocio.




A una media hora después del terremoto la avenida Central era un mar de vehículos en dirección al centro, todos iban rápido, pero tocaban bocina antes de llegar a las esquinas porque por unos momento lo semáforos dejaron de funcionar. Lo llamativo era que en la mayoría de los autos iba solo el conductor. Había una sola explicación, la misma por la que íbamos rumbo al centro a esa hora: hay que ver como está el negocio, en las trasmisiones de TV local y en los grupos de Whats App eran abundantes las fotos de comercios con botellas tiradas en el piso y de vidrieras que reventaron.

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La hipótesis se iba confirmando a medidas que nos acercábamos a la zona del Centro Cívico, los autos se paraban en los negocios, e habrían las puertas  y entraba la gente con la linterna del celular para ver como estaban las cosas. En la esquina de Central y Paula A. de Sarmiento, las vidrieras de motos Lucero habían reventado y había ya gente trabajando para taparlas con madera.

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En los kioscos que están por esa misma vía, el panorama era parecido, se veía gente baldeando. Es que las gaseosas en envases de vidrio y las botellas de vino habían caído al piso y estallado, por lo menos tres kioscos sufrieron el mismo panorama.

Otro de lo comercio afectados fue la vinoteca Vitis, Habían decenas de botellas de vino tirados en el piso y el vino caía hasta la vereda.

En el centro, los vecinos que viven en los departamentos, sacaron todo afuera para estar más tranquilo por si llegaban las réplicas, y cada vez habían más autos parándose en la puerta de los comercios capitalinos.




Una noche terror que le hizo sentir a muchos el terror que ya vivieron nuestros padre y nuestros abuelos en el pasado, pero con una ventaja: tal como dijo la coordinadora del INPRES a este medio la semana pasada, "estamos infinitamente mejor que en el 44 y mucho mejor que en el 76".

 
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