Volvió a VIVIR: estuvo 104 días INTERNADO y le GANÓ al Covid

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Tenía casi cero chances de salir de terapia. Pero pronto cumple 43 años y celebrará que volvió a nacer.








El hombre supo que tenía Covid antes de que el hisopado dé positivo, porque sus pulmones dejaron de funcionar. Estuvo 104 días internado muy grave, lo intubaron de urgencia a penas llegó y allí pasó de todo: desde que el corazón deje de latir hasta una infección generalizada. Sus chances de recuperarse eran casi nulas, del 0,1 por ciento y su familia rezó por el milagro, que llegó el jueves pasado, cuando volvió a casa en una caravana llena de globos, aplausos y llantos. La próxima semana, cumple 43 años, pero, para él, es como si la vida empezara de nuevo.

Hoy, todavía le cuesta hablar y tuvo que aprender de nuevo a caminar, comer y mover los brazos. Recién hace poco, su familia le contó lo que ocurrió mientras estaba en coma. Todavía no lo puede creer.

Su historia comenzó a fines de octubre, en el momento más álgido de la pandemia. Aaron Ferrada se cuidaba mucho, porque tenía sobrepeso y apneas, que lo convertían en paciente de riesgo para el Covid. Junto a su mujer, Cintia Paillacar, recién habían abierto una verdulería en el oeste de la ciudad de Neuquén, donde vive el matrimonio y sus cinco hijos.

“Todo empezó un jueves, cuando él amaneció con dolor corporal y sentía como gripe, así que decidimos quedarnos encerrados y no abrimos el negocio por precaución”, recordó Cintia en diálogo con LM Neuquén.

El viernes, ella también se sentía mal y fueron al Ruca Che, a hacerse la prueba de Covid. Ese fin de semana, Aaron empeoró y terminaron el domingo en el hospital Bouquet Roldán, donde le diagnosticaron neumonía y lo internaron.

Cintia contó que “todos esos días, Aaron estuvo con fiebre y no tuvimos asistencia del SIEN ni el 0800 porque nos decían que teníamos que confirmar primero el positivo, pero nosotros ya sabíamos que era Covid porque yo había perdido el gusto y el olfato y mis hijos tenían síntomas”.

Indicó que el resultado “se demoró casi tres días así que, cuando llamaron para confirmar, era el domingo por la noche y mi esposo ya estaba internado grave”.

En el hospital, intentaron ponerle un casco de oxígeno y sus pulmones no respondían. La máquina indicaba que saturaba 50, muy por debajo del límite. Decidieron llevarlo a terapia intensiva y no había camas, hasta que la doctora que lo recibió, Alejandra, consiguió un traslado a la clínica Pasteur.

Apenas arribó a la clínica, lo intubaron de urgencia y su familia no volvió a verlo por varias semanas. Aaron estaba solo cuando le informaron que lo tenían que inducir al coma y su pronóstico era complicado.

“Por 15 días recibimos solamente los partes médicos por teléfono, que eran terribles, y a la tercera semana, me contacta la psicóloga, Maricel, que fue una bendición porque se convirtió en nuestro contacto para saber cómo estaba”, relató Cintia a LMN.

Señaló que ahí empezaron las videollamadas, aunque él seguía dormido. “Dentro de terapia, tuvo tres neumonías más un cuadro séptico, que es una infección generalizada, y un paro cardíaco, en el que estuvo de 15 a 20 minutos muerto; salió porque tenían ganas de vivir, porque las pasó todas”, confió.

Dijo que toda la familia es creyente y le rogaron a Dios por su vida. “Nos aferramos a un milagro, porque era una posibilidad del 0,1 por ciento de que sobreviviera y hasta me empezaron a preparar psicológicamente para ver cómo darle la noticia a mis hijos”, explicó.

Cintia pasó dos meses con el celular en la mano y la única novedad que recibía era que su marido estaba “gravísimo”. El 23 de noviembre, a las 5 de la tarde, hizo el paro cardíaco y tampoco pudo verlo.

Recién en diciembre, comenzó a mostrar una leve mejoría. La familia pasó una Navidad silenciosa, donde el mayor regalo era que siguiera con vida. Hasta el 31 de diciembre, el último día del año, cuando Aaron volvió a hablar.

“Lo hicimos escuchar a toda la familia y lo primero que dijo fue que me amaba, lo recuerdo hoy y me emociona mucho, porque hasta ese momento era todo negativo, todos me decían que no iba a llegar”, detalló Cintia, conmovida.

Cuando estuvo mejor, el paciente volvió al Bouquet Roldan y la médica que lo atendió en noviembre, Alejandra, fue a visitarlo, sorprendida de su recuperación. Por primera vez, los familiares se permitieron bromear con la dura experiencia: lo apodaron Lázaro, por el personaje bíblico que resucitó con la ayuda de Jesús.

A fines de enero, les pidieron que preparen la casa para la vuelta. Luego, vinieron dos semanas interminables a la espera del alta.

Aaron dejó el hospital el jueves 11 de febrero y en la vereda lo sorprendió una caravana con globos y carteles. Los enfermeros y médicos que lo atendieron salieron a felicitarlo y el festejo se extendió todo el camino a su casa, donde los vecinos lo recibieron con ovaciones.

Cintia comentó que su esposo celebró el alta sin saber en detalle lo que pasó mientras estuvo en coma. Confió que “recién hace poco se enteró de todo, porque las psicólogas me decían que era necesario que siguiera con el ánimo fuerte”.

Para ella y su familia, Aaron es un milagro viviente. Dijo que el jueves que viene, el 25 de febrero, no va a ser otra celebración más con torta y regalos; “ahora vamos a festejar doblemente su cumpleaños, porque la verdad es que volvió a nacer”.

Fuente: LM Neuquén
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