Esta vez, la víctima fue la suegra de Nicolás Sabo, hijo del comerciante asesinado durante un robo en Buenos Aires. Los malvivientes le gatillaron en la cabeza.
Otra vez, la familia Sabo sufrió la inseguridad desde cerca en Buenos Aires. A menos de 6 meses de la muerte de Roberto Sabo, el kiosquero asesinado durante un robo en Ramos Mejíaen noviembre pasado, la suegra de su hijo padeció de un asalto. Ocurrió este martes, cuando la mujer bajaba de su camioneta e, incluso, los malvivientes le gatillaron en la cabeza.
Fue alrededor de las 13, en Avenida de Mayo al 1000, a 200 metros del comercio que era propiedad de Roberto Sabo, en una zona comercial de esa localidad del partido de La Matanza.
“Uno termina agradeciendo que no estamos lamentado otra perdida en menos de seis meses”, dijo Nicolás Sabo, el hijo del kiosquero asesinado, en diálogo con medios radiales, al ser consultado sobre el robo que tuvo como víctima a la madre de su pareja.
En cuanto a la mecánica del asalto, indicaron que la mujer bajaba de su camioneta Hyundai Tucson y fue sorprendida por un hombre armado que, secundado por otros dos, intentó apoderarse de la cartera de la víctima. En ese momento, se produjo un forcejeo en el que éste gatillóun arma, aunque no llegó a disparar, según relató a Télam el hijo del kiosquero asesinado.
Finalmente, el delincuente se llevó la cartera, el teléfono celular y el dinero yescapó junto a sus dos cómplices que lo aguardaban en un automóvil.
Según las fuentes, la mujer persiguió a los delincuentes ylos embistió, aunque igualmente ellos lograron huir.
En la causa por el robo a la consuegra del kiosquero interviene la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 13 del Departamento Judicial de La Matanza, a cargo de José Luis Maroto, quien dispuso las diligencias de rigor.
El hijo del kiosquero asesinado, al ser consultado sobre el robo, afirmó: “Así como fue Roberto hace seis meses hoy pudo haber sido Marta”. Aseguró que “no la mataron por que no salió la bala”.
El joven contó que tras la muerte de su padre en la zona implementaron algunas medidas de seguridad. “Pusieron policías en la puerta del kiosco, a veces van rotando, pero caminás dos cuadras y te roban o te matan tranquilamente”, consideró.
Por último, el hijo de Sabo contó que tanto él como su hermano se quieren ir del país.
Uno de los fiscales que investiga los asesinatos del playero, los taxistas y el colectivero en Rosario confirmó que los atacantes recibían "entre 200 y 400 mil pesos por cada crimen".
Samira, de 29 años, junto a sus hermanos, fueron víctimas de una patota que intentó robarles el auto. Ella recibió la peor parte: una trompada de lleno en la cara la dejó inconsciente en la calle
