Santuario de “El Carrerito”, lugar de encuentro con la fe y el agradecimiento por los milagros

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Es símbolo de una religiosidad popular cada vez más visible. Se trata de Félix Rocier Quiroz, más conocido como “El Carrerito”, cuya devoción comenzó en el departamento Chimbas pero se extendió a todo San Juan. Miles de feligreses llegan a su santuario para pedir o agradecer con ofrendas. Allí dos jóvenes hermanos son los encargados de mantener el oratorio, y lo hicieron motivados por su propia fe y la vida trágica que tuvo Carrerito.


Multitudinarias peregrinaciones, cadenas de oración, cabalgatas, ofrendas y altares son lagunas de las acciones que despiertan un conjunto de santos populares, a los que se les piden distintos tipos de favores y luego se les agradece con ofrendas. A diferencias de las imágenes canonizadas por la Iglesia Católica, estos santos pagamos refieran a personas que vivieron en tiempos cercanos y fueron elegidas como milagrosas por los mismos pobladores -generalmente- luego de una trágica muerte.




En el caso de San Juan, existen distintos devociones a figuras netamente locales que por sus vidas fueron de ejemplo y admiración. En esto, además de las figuras más populares como Difunta Correa o Caputo, hay una devoción creciente y que moviliza a miles de sanjuaninos. Se trata de Félix Rocier Quiroz, más conocido como “El Carrerito”, quien nació el 28 de noviembre de 1921. Si bien tal vez no es muy conocido por la mayoría, su santuario ubicado en la calle Salta y Saavedra, departamento Chimbas, cada vez recibe a más feligreses.


Allí, dos jóvenes hermanos se encargan del mantenimiento del santuario, pues movilizados por su fe se encargan de cuidar el lugar. Ellos son Emilce Riveros y Orlando Fabián Riveros, quienes mantuvieron un dialogo con DIARIO MÓVIL. “Siempre desde pequeña íbamos con mi mamá y después, cuando fui creciendo lo que le pedí me lo cumplió. Siempre iba todos los lunes al santuario. Luego, la señora que estaba antes ya no podía venir por temas de salud y como vivo cerca junto a mi hermano, ellos nos ofreció si podíamos hacernos cargo del el santuario”, cuenta Emilce.  En el caso de su hermano, la fe hacia Carrerito provino desde que era estudiante en la universidad. “Mi fe por Carrerito surgió porque cuando empecé en la facultad a estudiar cada vez que tenía un parcial, rendir un examen o la exposición de algo, siempre se lo entregaba a él para que todo sea a su voluntad y así a través de la fe que le tengo a él me fue concediendo todo lo que le pedía. En el día de hoy lo tengo presente para mis trabajos y en aquel momento lo tenía presente para todo lo que fue mi estudio”, expresa Orlando Riveros.


Félix Rocier Quiroz murió en 1941, víctima de una equivocada venganza. Poco tiempo después el carrero se convirtió en objeto de veneración por la gente en su oratorio, que es precisamente el lugar donde murió. De este modo, El Carrerito pasó a ser uno de los tantos cultos populares de San Juan. “Siempre vienen los devotos de Carrerito los días lunes, miércoles y viernes. Le traen flores y velas”, dice Emilce. En aquella esquina fatídica de Chimbas, donde Félix Rocier Quiroz murió, su madre y sus hermanos se ocuparon de señalarla colocando una humilde casilla para ofrendar flores y velas en su memoria.


Este fue el inicio de toda una fe hacía Carrerito. Después se empezaron a multiplicar las ofrendas y a sumarse promesantes que enaltecieron su vida y su muerte. De esta forma se iniciaron las promesas, las velas, las flores y las ofrendas, creciendo la popularidad que congrega a miles de devotos que se acercan al lugar para venerar a “El Carrerito”.


Poco más de 40 años después de la muerte de Félix, nace oficialmente la Unión Promesantes de El Carrerito, por iniciativa de don Emilio Ramos, quien fue el primero en llegar al lugar cuando se produjo la muerte, alertado por un obrero suyo. Esta entidad siempre estivo conformada por amigos, vecinos y promesantes devotos. En el correr de los años, trabajaron intensamente para procurar reunir fondos para comprar el terreno y construir el oratorio.


El edificio del oratorio fue el producto de los esfuerzos de la gente de la comisión. Mari Riveros, oriunda del departamento Rawson, fue parte de esta primera comisión. Por su edad comenzó a tener distintos problemas de salud. Ella les ofreció a los hermanos hacerse cargo por un tiempo del lugar hasta mejorara. Luego directamente les ofreció que se quedaron con la llave y formaran su propia comisión entre los vecinos de la zona. Actualmente, los hermanos Riveros están trabajando en nuevos proyectos para mejorar el santuario.


Carrerito, una vida llena de sacrificio y trabajo


Tanto Félix como sus hermanos debieron trabajar desde niños para ayudar a su madre, pues eran humildes. Cuando ella le regaló un carro tracción a sangre, se inició como carrero. Tenía 15 años. Todos los días, antes que despuntara el alba, se iniciaba su rutina. Impulsado por el auge de la construcción que San Juan tenía en ese entonces, iba todos los días al Río San Juan, cargaba ripio y llevaba a la ciudad para venderlo. Sus años de sacrificio no le restaban buen ánimo en el cumplimiento de su trabajo. Quienes lo conocieron lo describen como un joven afable y respetuoso, que hacía su tarea con amor e incansable voluntad. Es por ello que para Orlando, Carrerito es una figura ejemplar. “Su vida fue muy dura y muy sacrificada, y por eso lo admiro por cómo salió a rebuscársela para ayudar a su casa”, reflexiona el joven.


Al santuario llegan devotos y visitantes por primera vez, motivados por la curiosidad en saber sobre su historia y la fe que se genera bajo su imagen. “He tenido oportunidad de estar con gente que ha llegado por primera vez y con gente que se ha alejado y después ha regresado a Carrerito. La gente que viene por primera vez se queda muy sorprendida porque lo conocían como carrerito, nada más. Pero no conocían de su vida y cómo se llegó a formar el santuario. Les llama mucha la atención. Cuando la gente viene y les contamos la historia se queda bastante sorprendida y a los pocos días o meses regresan. Me los encuentro rezando o prendiéndoles velas”, expresa Orlando.


Para los devotos de “El Carrerito”, el modesto santuario tiene una gran significación. Para ellos, el refugio donde la intimidad de la plegaria se mezcla con el apesadumbrado devoto y el más agradecido ofrecimiento por los favores que el alma de Félix cumple.

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